Arquitecturas En Los 90 Hasta La Actualidad
ojitosxx5 de Marzo de 2013
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“AÑO DE LA INTEGRACIÓN NACIONAL Y EL RECONOCIMIENTO DE NUESTRA DIVERSIDAD”
Facultad De Arquitectura y Urbanismo
CURSO : HISTORIA IV
PROFESOR: ARQ. CESAR ROJAS TAFUR
TEMA : ARQUITECTURA DESDE LOS AÑOS 90 HASTA LA ACTUALIDAD
ALUMNOS: OLIVA CASTILLO SUSAN
LOPEZ OROZCO GRECIA
RODRIGUEZ CHUMBE CONNIE
YARLQUE CHAVEZ ANDRES
PIURA - PERÚ
2012
ARQUITECTURA DE LOS 90
La experimentación estética y formal, iniciada en la década de 1980, continuará hasta “agotar recursos y excusas subjetivas” durante la siguiente década. No obstante, a medida que se avanza en la búsqueda de identidades formales, se observa un proceso gradual que empieza a retomar las formas sobrias y puras que se usaron en la arquitectura moderna.
Conforme la ciudad va creciendo y la población incrementándose, la praxis del multifamiliar en Lima se despliega a zonas geográficas nuevas y diferentes a las utilizadas dentro de la trama urbana. La praxis se expande por el Oeste hacia la Costa Verde, sobre el acantilado. Por el Este se toma como nuevo emplazamiento los cerros Surco y la Molina, lográndose edificios de gran altura con un dominio visual casi completo de la ciudad.
La inserción de las “casas club”, en la segunda mitad de la década de 1990, en la ciudad tuvo una notable acogida. Esta nueva alternativa, propuesta por la inversión privada, incluyó en sus proyectos inmobiliarios zonas de servicios, recreación y deportes. Entre las primeras casas club destaca la Casas Club ubicada en la Av. Reducto, a una cuadra de la Av. Benavides, construida en 1997. A partir de este proyecto se observa en la ciudad una gran influencia en la proyección de futuros proyectos similares.
En esta etapa contemporánea la proyección de edificios multifamiliares ha significado una constante adecuación –por parte de los proyectistas- a las cambiantes normativas que rige en cada distrito. Normativas que tratan de regular la producción de edificios multifamiliares y el crecimiento de la ciudad en general. Las inmobiliarias en conjunción con los arquitectos se han dedicado en estos últimos años a elaborar una serie de artificios que les proporcione la mayor rentabilidad para cada proyecto.
El proceso de restructuración neoliberal que se inicia en el año 1990 y que se prolonga hasta la actualidad en casi 28 años, registra en su haber cuatro gobiernos que más allá de matices han reproducido el modelo económico impuesto con singular dureza por el gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000). Los gobiernos sucesivos fueron los de Valentín Paniagua (200-2001), Alejandro Toledo (2001-2006) y Alan García (2006-2011).
A diferencia de los casos de México, Argentina y Bolivia, cuyas crisis significaron en algunos aspectos el replanteo radical de las políticas del reajuste neoliberal, el caso del Perú resulta análogo al caso chileno y brasileño. Más allá del período de recesión económica que se produjo entre los años de 1998 y el 2002, producto de la crisis política interna (lucha y caída del régimen fuji-montesinista) y diversos factores externos derivados de la deslegitimación de este régimen y la crisis asiática, en el Perú las políticas derivadas del reajuste neoliberal continuaron vigentes.
Con las particularidades del caso, Lima ha experimentado en sentido análogo los mismos fenómenos que se produjeron en otras metrópolis sujetas a procesos de reordenamiento neoliberal y una mayor articulación con el funcionamiento de la economía global. Algunas evidencias: Lima registra hoy la casi total desaparición de su base industrial a costa de la expansión precarizada del sector de bienes servicios. Asimismo, se ha producido una nueva dinámica de relaciones entre la economía formal e informal. La aparición de nuevas centralidades alternativas al histórico centro de Lima.
De la misma forma, experimenta un proceso de progresiva desterritorialización de algunas actividades productivas, lo que ha generado un incremento notable de movilidad económica y poblacional. Pero no son las únicas señales: la liberalización del negocio inmobiliario y las necesidades de expansión excluyente de la élite social limeña ha replanteado la tradicional y controlada oposición entre ciudad compacta y ciudad difusa, a través de nuevas y más radicales formas de exclusión socio espacial.
Con todo ello, este proceso defectivo de inserción global de Lima ha supuesto la aparición de nuevos personajes y de grupos sociales, y se ha desarrollado una nueva cultura de la diversidad que ha transformado aceleradamente la vida de los limeños (Ludeña, 2003).
Existen algunas otras señales del paisaje urbano limeño que encarnan de modo visible los síntomas de la Lima neoliberal de los noventa. Son éstas —como gloria ilusiva o tragedia urbana— las evidencias de los cambios operados durante este período. Al nacimiento de un nuevo barrio financiero en el exclusivo distrito de San Isidro le correspondería la decadencia y desaparición del corredor industrial de la avenida Argentina. A la urbanización descontrolada de los balnearios del sur por parte de la elite social le correspondería la acelerada degradación de muchas áreas de la ciudad consolidada. Con el nacimiento de grandes ‘shoppings’ o centros comerciales se produjo una expansión de los campos feriales informales. En este contexto, la calle urbana como espacio público empieza a desaparecer como tal para ser remplazada por una extensa red de autopistas que no hacen sino acentuar la segregación urbana.
A su modo, esta Lima globalizada registra en su paisaje, de manera incipiente o consolidada, los cuatro componentes básicos del paisaje hiperobjetualizado e inconexo de la ciudad global: 1) Urbanismo de barrios cerrados e hipercontrolados, 2) Centros comerciales, de esparcimiento y juego. 3) Preminencia de las grandes autopistas, 4) Trabajo en los centros terciarios de comando urbano e internacional. A su modo, la metrópoli peruana registra también un encuentro particular de aquella oposición contemporánea definida por David Harvey entre modernidad fordista y el posmodernismo flexible tardo capitalista (Harvey, 2993).
Estas señales o síntomas de la Lima neoliberal no aparecieron al mismo tiempo ni consecutivamente. De una u otra forma, la presencia en Lima es producto de los distintos momentos que registró el proceso de reajuste, los cuales pueden ser resumidos en tres grandes episodios.
El primer momento, que se extiende desde 1990 a 1995, tiene que ver con las primeras medidas y efectos de todo signo generados por el brutal “paquetazo” de inicios del régimen. Como reseña Jörg Plöger, apoyado en el planteamiento de Rosemary Throp, el reajuste estructural aplicado por Fujimori resultó más radical y drástico en comparación a otros casos de América Latina (Plöger, 2006, pp. 29-30). Lo que Chile, Argentina y Brasil realizaron en un lapso mayor de tiempo, el reajuste peruano se hizo en menos de tres años. Entre 1991 y 1994 se aplicaron todas las políticas del caso: El programa de estabilización, la liberalización total del mercado, privatización de empresas estatales, la reforma del Estado, la reforma tributaria, la reforma del sistema financiero, la reforma del mercado de trabajo, así como la reforma del sistema de pensiones. El resultado inmediato: En Lima 100,000 puestos de trabajo perdidos en la industria, 30,000 desempleados despedidos del aparato estatal, una economía informal en expansión que bordea casi el 61% del mercado de trabajo, así como el incremento de la pobreza del 27% de 1985 al 40% del 2000, el galopante empobrecimiento de la ya casi extinguida clase media tradicional y un extendida sensación de inseguridad en diversos órdenes de la vida social y económica (Plöger 2006b).
En menos de cuatro años las ciudades españolas del Perú y en especial lima, hizo de otro rostro. Después de casi cien años de ser abandonada por una oligarquía que apostó por el suburbio y la conversión del centro en un Business District, según el plan urbanístico de la naciente República Aristocrática, Lima se ha convertido para esta oligarquía (o sus descendientes) en un auténtico último refugio para evitar el acoso a esa “ciudad civilizada” defendida por personajes como Federico Elguera, Santiago Basurco o Pedro Dávalos Lisson. Esta vuelta a la ‘cuna’ de la antigua oligarquía es de una otra forma otra manifestación de esta Lima que tras cien años de abrirse a la modernidad oligárquica y capitalista, retorna en un sentido a sus orígenes para confirmar la conclusión inevitable de un período importante de su propia historia.
Las avenidas, calles y plazas del centro de Lima volvieron entonces a poblarse de miles de estudiantes y otros opositores para convertirse en el escenario decisivo de una histórica «ocupación» política del centro. Ocupación que daría lugar a un sinnúmero de acciones no solo políticas, sino también artísticas, de performances contestatarias y transformaciones efímeras del espacio. Pocas veces los espacios públicos del centro alcanzaron tal grado de resignificación política y cultural, como las numerosas jornadas de protesta desarrolladas en su seno, desde las acciones del «Lava la Bandera» hasta la ejecución del «Muro de la vergüenza». El centro volvió ser el centro y sus espacios públicos se convirtieron en uno de sus principales gestores de significación y dignificación
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