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Colegio San Idelfonso

lissajous14 de Agosto de 2013

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PALACIO DE BELLAS ARTES

(av. Juárez esquina eje central Lázaro cárdenas, Av. Hidalgo y Ángela Peralta)

Edificio monumental, síntesis de la cultura mexicana del primer tercio del siglo XX que surgió con el Porfiriato y culmino con el triunfo de la revolución. Adamo Boari fue el arquitecto italiano que el gobierno del presidente Porfirio Díaz contrató para proyectar y construir un nuevo teatro nacional que tuviera la categoría de la Opera de Paris, ya que la cuidad carecía de uno, pues el llamado de Santa Ana, primero, imperial y Nacional después, obra neoclásica de Lorenzo de la Hidalga en 1844, situado en la calle Bolívar y 5 de mayo. Había sido demolido en 1901 para abrir esta última calle y prolongarla desde catedral hasta el punto que pretendía ser el eje de la nueva metrópoli. Allí se eligió el sitio para el nuevo teatro, en el costado oriente de la Alameda, en el solar del antiguo y ruinoso convento de santa Isabel, el cual fue derribado para la obra.

El majestuoso proyecto empezó a realizarse en 1904.La cimentación –primer tropiezo de la edificación-. Una gran plataforma de concreto realizada por la compañía Miliken Bros. De Chicago, no resistió el peso de la estructura: así como las consecuencias del hundimiento vinieron a modificar la proporción ideal inicialmente.

El sistema constructivo fue el de la estructura de acero y concreto armado con recubrimiento de mármoles de carrara. El estilo adoptado por Boari fu e del de las formas ondulantes que imperaban en ese momento en Francia, el art nouveau. Su original interpretación unió por vez primera formas clásicas con figuras mexicanas: mascarones, caballeros águilas, serpientes, cabezas de coyotes, y vegetaciones que se incorporan al exterior del teatro como detalles ornamentales. Sus fachadas forman un extraordinario conjunto blanco de pórticos columbrados -el principal coronado por gran tímpano-, logias y ventanas, entablamentos y cornisas, rematado con una triple cúpula.

Este arquitecto se rodeó de artistas extranjeros para ejecutar su programa, la suma de esas colaboraciones le dio un sentido estilístico sui generis .Leonardo Bistolfi realizo el motivo central de la fachada principal: las esculturas y relieves de la armonía y los dos grupos que la flaquean. La música, a la izquierda. Y la inspiración a la derecha. Agustín Querol. Catalán, hizo los pegasos que sobre pedestales ornamentan hoy la plaza que antecede al edificio. Pero que, originalmente, remataban el cubo que cubre el escenario. Giannetti Fiorenzo diseño los mascarones y motivos vernáculos de la ornamentación. El húngaro Geza Maroti proyecto el grupo escultórico de bronce que remata la cúpula y para la sala de espectáculos, el vitral del plafón Apolo y las musas, el mosaico del arco del proscenio el arte teatral a través de las edades y el magnífico telón de cristal con el dibujo Los Volcanes, realizado por la casa Tiffany de Nueva York un millón de piezas de cristal opalescente. Alessandro Mazzucotelli hizo las rejas de hierro y Luis Romero, mexicano, las ventanas, hasta bandas y las puertas laterales del escenario.

Dos épocas de la historia de México y dos estilos marcan el palacio. La lucha armada y los problemas sociales interrumpen la obra de Boari, quien al marcharse del país (1916) había concluido todo el exterior. En 1930, para rescatar la obra abandonada, el entonces ministro de hacienda Alberto J. Pani, concibe la idea de transformarlo en palacio de las bellas artes, institución para el fenómeno y difusión del arte. Se designó al arquitecto Federico E. Mariscal para que concluyera el edificio, ya bajo una nueva concepción nacida de la cultura revolucionaria. El estilo ahora elegido fue el artdéco cuyo geometrismo invadió las formas arquitectónicas y ornamentales del interior del palacio. Los recubrimientos, ahora con mármoles nacionales ricos en colorido.-rojo, rosa y café de Querétaro en paredes y pilares, negro “Monterrey” para las escaleras de dieron el toque de refinamiento.

El espacio se compone de un vestíbulo, el gran hall, centro de distribución del edificio, de proporciones monumentales que va cubierto por una triple cúpula de concreto recubierta con cerámica pintada y nervaduras revestidas de láminas de cobre: la sala de espectáculos, con la capacidad para 2,035 butacas, tiene tribunas, plateas y palcos- el presidencial al centro-: el Museo de Artes Plásticas que ocupa nueve salas y las galerías que unen los espacios abiertos hacia el gran hall , de las cuales las principales son la sala Diego Rivera y La Sala Nacional- con candiles de bronce y cristales despulidos, y maderas preciosas en pilares y parque-: la sala Manuel M. Ponce para conferencias y conciertos de cámara: el Museo Nacional de arquitectura que fue instalado (1984) en la galería peri mental del último nivel: y las oficinas del instituto nacional de Bellas Artes, alojadas en la parte posterior del edificio con ingreso por la calle de Hidalgo.

Importantes elementos decorativos son lámparas y todo el sistema de iluminación plásticas que rigen a todo el monumento: baste mencionar el gran hall las cuatro alargas dados lampadarios- que abarcan tres pisos- para iluminación difusa. Coronados por un mascaron del dios Chaac. En fierro laminado con aplicaciones de cobre: las lámparas – fuentes. Con armazón de acero y cristales opacos que flanquean el ingreso a la sala de espectáculos y la lámpara de Ónix que circunda la base de la gran bóveda: además de la herrería artística. Balaustradas, barandales y molduras, todo ella realizado por la cas Edgar Brand

Concluidas las obras en marzo de 1934 fue entregado a la secretaria de educación pública e inaugurado por el presidente Abelardo L. Rodríguez el 29 de septiembre del mismo año. El programa inaugural se llevo a cabo en dos partes: a las diez de la mañana la sinfónica de México dirigida por Carlos Chávez interpretó el Himno Nacional y la sinfonía Proletaria –del propio Chávez-. A las nueve de la noche la sinfonía pastoral de Beethoven y una representación de la verdad sospechosa de Juan Ruíz de Alarcón.

En diciembre de 1946. Por decreto presidencial. Se creó el instituto Nacional de Bellas Artes, el cual tomo como sede, en 1947. El palacio

Dentro de su maravilloso acervo cultural se encuentra también importantes obras de pintores mexicanos. En el tercer piso: de José Clemente Orozco el mural al fresco Catarsis (1934): de Diego Rivera el Hombre universal y la maquina (1934). Fresco que reproduce el tema de su mural destruido en el Rockefeller Center de Nueva York; también de Rivera se conserva aquí en el tríptico de tableros móviles realizados para el vestíbulo del Hotel Reforma (1936). Cuyos temas son la dictadura. La danza del Huichilobos y México folclórico y turístico: David Alfaro Siqueiros, representando por su tríptico (1945) La nueva democracia. Víctimas de la guerra y victimas del fascismo, además de los 2 tableros (1950) con el tema del mito de Cuauhtémoc y Cuauhtémoc redivivo.

En el segundo piso Rufino Tamayo pinto dos murales (1952 y 1953): nacimiento de nuestra nacionalidad y México de hoy. Guarda también el palacio otras tres obras murales: La humanidad liberándose, de Jorge Gonzales Camarena (1963). La piedad, de Manuel Rodríguez Lozano, que procede de Lecumberri, y una alegoría que Roberto Montenegro pinto para la escuela Nacional Preparatoria Núm. 6 y que fue rescatada por el INBA.

CATEDRAL

(Plaza de la constitución esquina monte de piedad)

En las ciudades españolas, la catedral es el edificio más importante pues representa no solo la sede del poder eclesiástico, sino que es el símbolo de la ciudad misma y de su pujanza económica; para su construcción se conjugaban los esfuerzos tanto de la corona, como de los particulares y la iglesia. Lo mismo ocurrió de este lado del atlántico una vez que los nuevos territorios pasaron a manos de imperio español.

La catedral que conocemos hoy no es la primera que existió en la ciudad; hubo antes una, conocida como catedral vieja, que ocupaba parte del emplazamiento actual. Aunque sus dimensiones eran menores y su orientación distinta: la entrada principal daba hacia el oriente y el ábside hacia el poniente. Fundada en 1527, tuvo como primer titular a fray Juan de Zumárraga; su planta era basilical o de tres naves, cubierta con techo de madera, y contaba con las dependencias fundamentales requeridas en ese tipo de edificios: sacristía, sala capitular, coro para los canónigos, etc.; sin embargo resultaba un edifico pobre dada la importancia de la ciudad.

En 1584 fue necesario remodelarla ya que era inadecuada para la celebración del tercer concilio provincial Mexicano. Las autoridades eclesiásticas convocaron a los principales artistas del virreinato para llevar a cabo los trabajos de consolidación y ornamentación del edificio; por más de un año se vio desfilar a cientos de trabajadores, incluyendo naturalmente grupos indígenas dirigidos por maestros españoles, realizando la más variadas labores. Entre los artistas que ahí trabajaron se cuenta a Andrés de la Concha, Francisco de Zumaya, Simón Pereyns y grupos de pintores indígenas de México, Tlatelolco y Texcoco.

El edificio lucio muy galano durante la celebración del concilio y permaneció en pie varias décadas más. Fue derribado en 1628 porque a pesar de todo era un edifico pobre. Los habitantes de Nueva España siempre desearon tener un templo de primer orden. Y habían realizado ya los trámites ante la corona para la construcción de una catedral tan grande como la de Sevilla. El proceso de edificación fue muy largo, principio en el siglo XVI, hacia 1562 y hubieron

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