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Colonizacion Cundiboyacense


Enviado por   •  23 de Octubre de 2013  •  3.302 Palabras (14 Páginas)  •  5.742 Visitas

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OCUPACIONES HUMANAS EN EL ALTIPLANO CUNDI-BOYACENSE

La Etapa Cerámica vista desde Zipaquirá

Marianne Cardale de Schrimpff

Hasta hace unos quince años, los conocimientos que se tenían sobre los habitantes precolombinos del altiplano cundiboyacense se basaban principalmente en las obras de los cronistas y documentos conservados en los archivos. Estos se referían, naturalmente, a los muíscas, últimos moradores de la zona; se conocía poco sobre la duración del período durante el cual los muíscas dominaron el altiplano y menos aun sobre los períodos anteriores. Los estudios arqueológicos en la región, aunque valiosos, carecían generalmente de un marco cronológico debido a la escasez de sitios estratificados que hubieran sido ocupados durante largo tiempo, y a la ausencia casi total de fechas de carbono 14.

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Lám. I. Valle del río Sueva. Al fondo, pared de roca con abrigos.

El poblamiento del altiplano se remonta a unos 12.000 años, cuando, a finales del último glacial, cazadores de mastodonte (Cuvieronius Hyodon y Haplomastodon) y caballo americano (Equus Amerhippus) habitaron la zona. Gracias a las investigaciones de Correal y van der Hammen /1/, el período lítico es el mejor conocido para la región. Excavaciones arqueológicas en abrigos rocosos con largas secuencias culturales, (Lám. I, Lám. II) como los de la Hacienda Tequendama, permitieron reconstruir la historia de estos cazadores durante más de 6.000 años. Durante los primeros milenios después del glacial, se encuentra una secuencia importante de cambios, tanto en las especies animales de cacería como en el tipo de herramientas predominantes. Durante este período se inició la domesticación del curí (Izjereef, en: Correal y van der Hammen, 1977).

Sin embargo, falta aún información sobre los primeros pasos, dados por el hombre en el altiplano, hacia una vida sedentaria, basada en una agricultura estable. No sabemos cuándo tuvieron lugar, ni cómo fueron las relaciones de estos primeros agricultores con los cazadores y recolectores que les precedieron y con los muíscas después. ¿Se trataría de una larga etapa de evolución y desarrollo local o, como parece probable, de movimientos de población?

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Lám. II. Tibitó. Excavación de huesos de mastodonte con artefactos líticos.

Los trabajos arqueológicos efectuados por Sylvia Broadbent (1970) en los alrededores de la laguna de la Herrera, permitieron reconocer por primera vez, tipos cerámicos claramente diferentes de los que se pueden asociar con los muíscas. Mediante el estudio de este material, Broadbent llegó a la conclusión de que pertenecía a un período antiguo /2/.

Sitios profundos estratificados, que hubieran sido ocupados durante largo tiempo, han sido difíciles de hallar. Este problema se solucionó parcialmente buscándolos en regiones donde se encuentra algún artículo esencial, pero poco común, como lo es en el altiplano la sal /3/. El aguasal que brotaba a la superficie en manantiales, era hervida en vasijas de barro hasta lograr la evaporación total del agua, de esta manera se formaba un pan de sal fina, blanca y tan renombrada por su calidad que en la época de los muíscas se comerciaba con ella mucho más allá de los límites del altiplano.

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Lám. III. Cerámica del tipo Mosquera Rojo Inciso abundante en la zona meridional de la sabana de Bogotá. Siglos IV a.C.-I. D.C

Las tres salinas principales explotadas en tiempos prehispánicos fueron las de Nemocón, Zipaquirá y Tausa. En la parte superior de la colina de la sal en Nemocón /4/, encontramos una gruesa capa de restos culturales, especialmente de cerámica que pudimos fechar por el método de carbono 14 entre el siglo cuarto antes de Cristo y el primer siglo después (Cardale, 1976, 1981). Una parte de la cerámica hallada corresponde a los tipos descritos por Sylvia Broadbent para la laguna de la Herrera y que ella considera antiguos /5/ (Lám. III, Lám. IV). Cerámica similar, fechada en el siglo III antes de Cristo, fue excavada por Correal y van der Hammen en un abrigo rocoso de la hacienda Tequendama. (Perdomo, en: Correal y van der Hammen, 1977).

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Lám. IV. Cerámica del tipo Mosquera Roca Triturada. Siglos IV a.C.- I. D.C.

La Colina de la sal de Zipaquirá, es una pequeña planicie de casi 40 hectáreas de extensión, donde hoy se encuentra el barrio de Pueblo Viejo en las afueras de Zipaquirá, y los potreros pertenecientes principalmente a la hacienda El Pedregal y a la familia Cárdenas. Desde allí, el terreno desciende en forma de abanico hasta las tierras llanas de la Sabana de Bogotá. La zona tiene unas 170 hectáreas de extensión y, antes de que las obras de minería cambiaran el nivel freático, disfrutó de un buen número de pequeñas fuentes y manantiales de agua salada /6/. Distintos lugares de la colina fueron habitados en diferentes épocas, (Fig. 1) tal vez porque la sal es una roca ligeramente plástica, y con el paso del tiempo pudo haber tenido pequeños movimientos que taparon algunas fuentes de aguasal e hicieron brotar nuevas en otros sitios. Los declives generalmente suaves de la colina, regados por numerosas quebradas de aguas permanentes, debieron formar un ambiente atractivo para agricultores cuyo interés principal no era, necesariamente, la sal.

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Fig. 1. Mapa de la colina de sal, Zipaquirá, que muestra las principales zonas ocupadas durante el periodo Herrera (Achurado de Puntos), Muisca (Achurado de líneas cruzadas), y (Manchas Gris Oscuro) Colonial. (Manchas Negras) Manantiales de aguasal actuales o recientes; ubicación probable de manantiales desaparecidos.

(Con base en las planchas 209-III-C2 del Instituto Geográfico "Agustín Codassi")

Tanto la colina, como la formación salinífera que la constituye, se describieron detalladamente en una publicación anterior /7/. (Cardale, 1981). En resumen, podemos mencionar que los geólogos concuerdan en que la sal se depositó en un mar pando, durante el Cretáceo superior y que la masa

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