Desarrollismo

DESARROLLISMO Y TARDOFRANQUISMO.

A lo largo de los años sesenta se produjo una renovación en la cúpula franquista que llevó al gobierno a los reformistas a y a los tecnócratas y que supuso el inicio de ciertas medidas liberalizadoras que propiciaron el crecimiento económico y contribuyeron a que el régimen mantuviera la estabilidad alcanzada en la década anterior. Franco distribuyó el poder entre dos familias políticas fundamentales: los tecnócratas (Laureano López Rodó) que proponían una liberalización económica para modernizar el país a la vez que mantenían intactos los principios autoritarios y ultracatólicos del régimen, y los reformistas (Carrero Blanco) que realizaron reformas que permitieran al régimen evolucionar políticamente. Introdujeron un nuevo estilo de gobierno, viajando por España y el extranjero y abriéndose a la prensa.

Aprovechando la espectacular expansión económica que se estaba produciendo la dictadura llevó a cabo una contradictoria política de reformas institucionales: se buscaba una cierta homologación con los Estados de bienestar occidentales sin que ello supusiera la democratización del sistema. Las principales reformas fueron:

- La Ley de Convenios Colectivos permitió la negociación directa de los salarios y las condiciones de trabajo entre obreros y empresarios, pero el régimen no legalizó la huelga.

- La Ley de Bases de la Seguridad Social integraba en una Seguridad Social única el antiguo sistema de seguros diversificados y la dotaba de unos presupuestos que permitieron multiplicar las instituciones sanitarias y aumentar las prestaciones.

- Se creó el Tribunal de Orden Público integrado por jueces civiles, que se encargó de los delitos políticos y las actividades subversivas.

En 1966 la Ley de Prensa suprimía la censura previa, aunque no desaparecía el control gubernativo. Con la Ley de Libertad Religiosa se autorizaba el libre ejercicio a prácticas religiosas no católicas. Los intentos reformistas se hicieron patentes en la Ley Orgánica del Estado en 1966, que instauraba el sistema de la democracia orgánica e introducía un sufragio muy limitado para elegir a un tercio de los miembros de las Cortes. Estas reformas terminaron con la Ley de Sucesión por la que Juan Carlos de Borbón fue designado sucesor. No obstante, la oposición también se fortaleció.

En 1962 se produjo en Munich una reunión para discutir sobre la necesidad de que los países europeos exigieran una democratización del régimen en un momento en que el gobierno español acababa de solicitar su ingreso en el Mercado Común. Acudieron representantes de la oposición interior y del exilio. La reacción del régimen: buena parte de los asistentes procedentes de España tuvieron que exiliarse.

Hacia 1950 resultaba evidente el fracaso de la política económica autárquica aplicada desde el fin de la guerra civil. Dado el nivel bajo de consumo era imposible hacer despegar la producción industrial y empezaba a ser mas rentable evadir capitales hacia Europa que invertirlos en el propio país. En 1951 Franco cambió a la mayor parte de su gobierno. El nuevo gabinete nacía con el objetivo prioritario de intentar mejorar la economía del país. La llegada de las primeras ayudas de EEUU coincidió con el inicio de la liberalización del estricto marco económico autárquico. Los créditos permitieron aumentar las importaciones; la mejora de la producción agraria hizo posible suprimir las cartillas de racionamiento; se liberalizaron los precios y la circulación de mercancías; se amplió el mercado exterior y se intentó reducir la inflación. El resultado fue un proceso de crecimiento desconocido desde antes de la guerra: en 1954 se logró recuperar en nivel de renta de 1935.

Hacia 1956 se hicieron patentes las limitaciones era imposible equilibrar la balanza comercial exportando productos agrarios y materias primas e importando bienes de equipo y fuentes de energía. Tampoco se lograba controlar el déficit público y la fuerte inflación dejó sin efecto real los aumentos salariales.

En 1958 España se había incorporado al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial que exigieron la liberalización de la economía española

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