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ENSAYO SOBRE EL PLANETA

marinb336 de Noviembre de 2013

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ENSAYO SOBRE EL PLANETA

Dos apariciones: la humanidad de iguales y el mundo vulnerable. Según el poeta y lingüista español Carlos Piera a finales de 1.998: “Hubo un hecho, entorno a la Revoluciones Francesa y Americana: la aparición de la humanidad como un conjunto de iguales. Tanto la ética como la poética deben seguir tratándose de ponerse a esa altura”.

Según Paul Valery “ha comenzado la era del mundo finito”. Se trata, en efecto, de la aparición de la biosfera como una entidad finita, mortal, vulnerable y amenazada por la acción humana. La “nueva” vulnerabilidad del mundo nos interpela dramáticamente como agentes morales. La crisis ecológica plantea cuestiones morales nuevas. La “nueva” vulnerabilidad del mundo nos interpela no sólo como agentes morales, sino también como ciudadanos de una comunidad política. Sobre ética, ecología y política vamos a discurrir en este libro.

Una vida sin examen no merece la pena vivirse, nos dicen que dijo nuestro padre Sócrates. ¿Qué vida ha de ser examinada?. Mi vida: pero encuentro, de raíz, que es una vida entre otras vidas. Aislada resulta impensable, inconcebible e incomprensible.

Examinar mi vida, por tanto, usando la razón, para averiguar cómo orientar esta vida, cómo actuar correctamente. Pero la razón es lo común. El contenido mínimo de la acción ética sería actuar de manera que nuestra acción pudiese ser recomendada a los demás y justificada ante ellos. Da razón de nuestra acción. Los juicios morales deben ser universalizables. Al aceptar que los juicios éticos deben ser formulados desde un punto de vista universal, mis propios intereses no pueden contar más que los intereses de cualquier otro: el principio de igual consideración de los intereses.

Si hablamos de “consideración igualitaria de intereses”, ¿quiénes son los portadores de esos intereses?. Llamamos seres sintientes a los seres que pueden tener sensaciones. Por ello para los seres capaces de tener sensaciones tiene sentido hablar de una calidad de vida.

Los intereses de un ser vivo determinado se basan en sus concretas capacidades y vulnerabilidades determinadas por la biología propia de su especie. Hay una conexión entre la noción de interés y la noción de derecho, entendidos los derechos esencialmente como intereses jurídicamente protegidos. Los tipos de seres que puedan tener derechos son aquellos que tienen intereses.

¿Qué seres merecen consideración moral?. La consideración moral debe ditinguirse de la del significado moral. Todos los seres vivos son dignos de consideración moral, cada uno de ellos con su característica combinación de necesidades, capacidad y vulnerabilidad. Tratar moralmente a un ser vivo concreto consiste en ayudarle a vivir bien.

¿Cabe una instrumentalización de otros seres vivos que no sea éticamente reprobable?. Es posible utilizar otros seres humanos sin explotarlos, no es injusto utilizar a otros animales como medio para nuestros fines cuando con ello no contrariamos ni hacemos violencia a su telos específico.

Al proponer que todos los seres vivos son dignos de consideración moral nos estamos situando frente a un antropocentrismo excluyente que no concede a las entidades humanas sino un valor estrictamente instrumental. El antropocentrismo débil reconocer valor a ciertas entidades no humanas pero sólo en la medida en que compartan ciertas características con los seres humanos. La corriente antropocéntrica se asocia con el atomismo o individualismo moral. Por el contrario para el holismo moral los individuos son totalidades como clases sociales, comunidades étnicas, ecosistemas o la misma biosfera.

El antropocentrismo nos es necesariamente un antihumanismo, hay que intentar que haya una adecuada combinación de antropocentrismo y biocentrismo.

Los huracanes tropicales nacen de los tubos de escape de nuestros coches y de las chimeneas de nuestras centrales térmicas. En los últimos 30 años las temperatura del agua en la superficie de los océanos tropicales han aumentado en 0,5º Centígrados. La temperatura media del planeta en los últimos 100 años ha aumentado 0,7º. El nivel del mar ha subido entre 10 y 25 centímetros. Sabemos que todos estos cambios tienen que ver con la composición química de la atmósfera que resultan de la actividad de las sociedades industriales.

Hay cuatro buenas razones para una reflexión ética sobre ecología: la primera es que no hay buenas razones para no plantearla, “el gran error de toda ética es el de creer que debe ocuparse sólo de la relación de seres humanos con otros seres humanos”. La segunda razón es que nuestra relación con la naturaleza ha entrado en crisis y la consecuencia de ello son inseguridades, vulnerabilidades y desazones morales de todo tipo. La tercera razón es que la crisis ecológica global puede verse como la consecuencia de haber llenado el mundo. La cuarta es que tanto el capitalismo como el “socialismo real” han perseguido la utopía de una sociedad de la abundancia donde se disolverían por sí mismos los conflictos sociales a consecuencia de lo cual la política y la ética serían superfluas.

El psicólogo y psiquiatra Robert J. Lifton, indicó que se necesita lo que él llama imaginación apocalíptica para captar las realidades de nuestro tiempo y nuestras capacidades aparentemente limitadas.

Hoy día cabe pensar que nuestra forma de vida como un todo no es perdurable en el tiempo, ni tampoco generalizable a todos los habitantes del planeta. Por ello necesitamos estructuras sociales y tecnológicas que sean capaces de soportar la irrupción del caos y la contingencia sin daños irreparables. ¿Qué se puede hacer?.

Se pueden hacer cosas, tres son las esenciales: una transformación interior: abandonar la pasividad; una transformación personal: cambiar de modo de vida; una transformación de estructuras económico sociales.

La crisis ecológica hace necesaria una nueva ética, una nueva razón ecológica.

En un mundo en el que oímos tantas veces -la ecología “está de moda”-, la destrucción ecológica prosigue implacable, todo el mundo habla de ecología pero pocas veces se hace algo para proteger la biosfera. Se hace cada más complicada la formación de conciencia moral si los actos aparecen disociados de sus consecuencias.

Si por un lado los valores están disociados de la conducta y por otro lado los comportamientos cotidianos son sensibles a incentivos positivos y negativos hay que subraya que los cambios en los valores siguen a los cambios en la conducta y no al revés como se piensa comúnmente.

La conciencia ecológica no se transforma de manera inmediata ni automática en acción favorable al medio ambiente, es un hecho evidente que si uno decide comportarse ecológicamente, en muchos casos, ello le resultará sencillamente imposible, hay situaciones en las que sólo podemos elegir mal, la única salida es esforzarnos por cambiar el marco dentro del cual elegimos, “no hay que contentarse con cambiar la sociedad hay que cambiar de sociedad”.

Estamos interesados en reducir controladamente la complejidad excesiva de las modernas sociedades industriales, para evitar catástrofes indeseadas sólo podemos pensar en reducir esta complejidad complejamente huyendo de espejismos simplistas.

Parece caracterizar nuestra vida psíquica cierta inercia, pereza o conservadurismo cognitivo por el cual tendemos a aceptar los marcos dentro de los cuales se nos presentan los problemas o esperar “más de lo mismo”, o ignorar la posibilidad de cambios radicales. Por lo general sobrevaloramos las impresiones iniciales en relación con una persona o un problema, y si después recibimos nueva información contradictoria, tendemos a hacer caso omiso de ella. La gente tiende a asimilar la información nueva en el sentido de la información existente en vez de enfocarlo con carácter adicional.

La psicología social experimental ha acumulado numerosas pruebas de la gran importancia que los factores situacionales y contextuales tienen para la acción humana, indicaba Karl Marx que “los contextos deben hacerse humanos”. Lo que suele hacerse en un grupo social determinad, las costumbres y prácticas habituales así como las expectativas socialmente vigentes respecto al comportamiento exigible, tienen una influencia determinante sobre la conducta efectiva. De aquí se deriban dos importantes consecuencias: la primera se refiere a las oportunidades de influencia de las “minorías concienciadas” capaces de mostrar un comportamiento ecológicamente ejemplar. La segunda consecuencia sería la especial responsabilidad moral de los segmentos sociales -élites- que de hecho están hoy dotados de mayor poder y capacidad de influencia, y que pudiendo en buena medida encauzar la respuesta social ante la crisis ecológica, no cubren ni los mínimos necesarios, cuando no actúen agravando aún más la situación. La historia pedirá cuentas a estos gobernantes indignos de las tareas que se le han encomendado.

La tierra es hoy -todavía- habitable para la especie humana, su habitabilidad está amenazada, pero la amenaza no proviene de un defecto de intervención humana sino más bien de un exceso de ésta.

Nuestro tiempo es la era de la crisis ecológica global, como una era de crisis de civilización.

El tema de este ensayo -naturaleza y artificio- es a la vez antiquísimo y novísimo. Naturaleza es una palabra ambigua, Savater distingue tres sentidos filosóficos de concepto de naturaleza: primero naturaleza como conjunto de todas las cosas existentes, sometidas a las regularidades que estudian las ciencias “de la naturaleza”; segundo, naturaleza como conjunto de las cosas que existen o suelen existir

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