ESCLAVITUD ROMANA
Erick GRTrabajo4 de Junio de 2020
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ESCLAVITUD
La esclavitud en Roma debe considerarse como una institución social, entendida como la relación que unía a esclavos (servi) y dueños (domini). Entre ellos se creaban una serie de vínculos similares a los que se pueden dar entre emperador y súbdito, padre e hijo, oficial y soldado, pero con una diferencia sustancial: el propietario ejercía sobre el esclavo un poder absoluto, éste se encontraba en todo momento a disposición del amo sin posibilidad de desobedecer y sin condiciones, sin compensaciones estipuladas de antemano. El dueño esperaba de él sumisión y lealtad, de lo contrario sería coaccionado a obedecer de la forma que el dueño considerara apropiada.
Definir la sociedad romana como esclavista limita la importancia que tuvo en la cultura de Roma, donde no veían al esclavo solamente como un medio de producción tal y como se entiende en un sistema capitalista, sino que, en una sociedad profundamente jerarquizada como la romana, donde dominaba la conciencia de clase y la autoridad que los estratos superiores ejercían, la posesión de esclavos era un signo indiscutible del poder y del prestigio, el número de esclavos que podían poseer era muy variable, dependiendo de la riqueza del dueño, en casos extremos hasta 1.000 o más esclavos ya que era un signo del estatus socioeconómico del propietario, por lo que la esclavización y la deportación fueron masivas, desde el año 50 a. C. hasta el 150 d. C., Roma demandaba cada año más de 500.000 esclavos.
El precio de un esclavo nos llega a través de Catón, y sabemos que la cantidad promedio era desde 1,500 Denarios, cantidad que variaba con la edad y la calidad, así los niños esclavos eran más baratos que los adultos, y entre estos últimos los más valiosos eran quienes poseían educación, inteligencia, salud y belleza, características que podían elevar su valor hasta quince veces más. Por tal motivo para poder apreciar mejor sus cualidades y defectos siempre eran expuestos desnudos.
Los esclavos de los primeros siglos de la fundación de la Roma vivían mejor y más a gusto que a mediados de la República, periodo en el cual el esclavo se compraba, vendía, alquilaba, prestaba, regalaba, castigaba, premiaba, le cambiaban el trabajo, le separaban de su familia, incluso lo podían liberar; vivía en un estado de completa inseguridad, totalmente ajeno al control de su propia existencia. esclavitud y violencia estaban íntimamente ligadas lo cual se ponía de manifiesto principalmente a través de la explotación sexual y el maltrato físico. La esclavitud sólo tuvo oportunidad de desarrollarse en la medida en que se le asignó una función en el seno de la familia, marco de la vida política, social y económica.
MONARQUIA: (753 a.C.)
La esclavitud siempre fue conocida en Roma, perduró a lo largo de los siglos, y paulatinamente fue evolucionando. En los primeros tiempos de Roma los esclavos eran poco numerosos y formaban parte de la familia como servidores, atendían tareas hogareñas simples
En sus inicios, la población estaba compuesta de campesinos y gente de dudosa procedencia, pero al paso del tiempo muchos se les unieron. Había nobles, campesinos, guerreros y también esclavos de varias zonas aledañas. Toda esa masa de gente fue organizada por Rómulo, quien otorgó la ciudadanía a todos aquellos que querían ser parte de esa ciudad.
La Monarquía se instauró rápido, creando diferentes estratos de ciudadanos: los patricios, los plebeyos y los esclavos. Estos esclavizados partían en general de varias situaciones, en los comienzos los casos de esclavitud estaban relacionados con la nulidad de las deudas, con salir de la pobreza, entregándose al servicio de la familia, o bien por acogida de pueblos que no tenían donde ir por las guerras libradas en otros estados latinos o etruscos.
En este periodo, la esclavitud era algo tan normal que, aunque al esclavo se le consideraba inferior, respetaban su “humanidad”, era un integrante más de la familia donde cada uno tenía un rol preestablecido, por eso se le quería o castigaba paternalmente, o se le mandaba y favorecían su obediencia. Incluso se dirigían a ellos con el apelativo de puer (niño) tuviera la edad que tuviera
Para el reinado de Servio Tulio (quien era hijo de una esclava), comprendido entre los años 578 a. C. hasta el 534 a. C., los esclavos disfrutaban de un buen trato en general y poseían algunos derechos, que sólo podían aplicarse dentro de los límites de la casa donde vivían. También a los esclavos se les permitía participar en la Compitalia, una festividad que les garantizaba poder disfrutar un día como hombres libres para no enojar a los dioses, e incluso vestir la toga praetexta otorgada por un magistrado municipal, pero éste derecho, al igual que otros de carácter religioso eran realizados solo si su amo se los permitía.
Durante la Monarquía hubo casos como el de Marco Tulio Tirón, esclavo de Cicerón, quien se hizo cargo de la compilación completa de sus cartas, discursos y libros después de su muerte, pues lo consideraba más un amigo que un amo. También Vindicius, el esclavo que alertó a los cónsules Bruto y Colatino de que había conspiradores en Roma, hecho que frustro los planes de Tarquino El Soberbio e influyo al desarrollo de la República.
REPUBLICA: (509 a.C.)
En el comienzo de la Republica aun eran frecuenten los casos de hombres libres que por problemas económicos se convirtieron en esclavos de sus acreedores cuando no podían pagar las deudas que estos les reclamaban, por otra parte, también habían casos en los que hombres libres e instruidos (gramáticos, arquitectos, poetas, etc.) renunciaban a su libertad y se vendían como esclavos ambicionando un mejor futuro pues gozarían de una relación capaz de otorgarles mayor provecho ya que bajo la protección de un amo poderoso tendrían mayor oportunidad de convertirse en administradores o tesoreros, por ejemplo.
Durante esta etapa, Roma tuvo que hacer frente a conflictos de diversa naturaleza, práctica que formaba parte del Derecho de Guerra (Ius belli) y comprendía una extensa cantidad de eventos desde enfrentamientos con las comunidades que contaban con un menor grado de complejidad institucional hasta guerras con los reinos griegos surgidos de la fragmentación del imperio de Alejandro Magno.
En un afán de dominio, los romanos sometieron una tras otra a las naciones del Mediterráneo, victorias que significaron grandes beneficios ya que además de oro, plata y piedras preciosas, Roma recibía nuevos territorios, prestigio y cientos de esclavos
Todos estos prisioneros de guerra eran vendidos igual que cualquier mercancía ya que al amparo de la Ley de las XII Tablas, el esclavo era cosa del dueño, quien disponía de él como quisiera, pudiéndolo someter a toda clase de trabajos, juzgarlos y castigarlos, supuesto que sobre él ejercía derecho de vida y de muerte.
El brusco cambio entre la libertad y la esclavitud provocaba efectos devastadores entre los individuos que los sufrían y muchos de ellos no estaban preparados para sufrir esta difícil situación, por consecuencia, al ver que habían perdido toda esperanza de libertad, también perdieron el deseo de seguir con vida. Algunos prendieron fuego a sus fortines y se cortaron el cuello, otros se quedaron voluntariamente con sus compañeros y murieron entre las llamas, mientras que otros se envenenaron a la vista de los acontecimientos. Todos aquellos que se resignaron a la derrota fueron privados de su libertad y control de su vida.
El primer lugar de destino era el mercado de esclavos, donde la venta de éstos tenía la misma consideración que si de objetos o animales se tratara, no había diferencias jurídicas en estos tipos de transacciones, situación a la que podía enfrentarse más de una ocasión a lo largo de su vida. El esclavo era humillado durante estas operaciones comerciales que estaban reguladas por edictos de los ediles que se encargaban de la supervisión de los mercados. Los edictos trataban de proteger a los compradores contra los fraudes por parte de los vendedores.
Entre otras cosas estos edictos edilicios exigían que el vendedor de esclavos declarara si el esclavo había intentado acabar con su vida en algún momento, información sobre sus enfermedades o sus defectos, lugar de origen, etc. De este modo, el vendedor debía informar sobre cualquier incidente relacionado con el esclavo que era objeto de compra.
Toda esta información estaba escrita en una etiqueta que el esclavo llevaba colgada del cuello cuando tenía lugar la venta, tras la compra del esclavo se realizaba un documento de venta ante posibles reclamaciones al vendedor. A partir de ese momento el esclavo pertenecía a su nuevo propietario quien podía asignarle tareas degradantes y trabajosas, castigarlo incluso hasta la muerte si quería, venderlo o matarlo, o abandonarlo si lo consideraba inútil para desempeñar un trabajo, aunque no por eso quedaba libre sino como un servus sine domino, del cual, como de otra cosa cualquiera de la que su dueño se desprende, podrá apoderarse quien quiera.
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