Educacion Historica En El Aula
biancaaangeles130 de Junio de 2014
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LOS CAMINOS DE CLÍO PERSPECTIVAS Y DEBATES DE LA HISTORIOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA.
1. Los paradigmas fundadores: positivismo, historicismo y marxismo.
La historiografía que nos proponemos revisar nace y se desarrolla a mediados del siglo pasado, al lado de los grandes cambios que la revolución industrial y la expansión del capitalismo maduro en el nivel mundial trajeron consigo.
Nuestra intención al acotar, que implica siempre una renuncia, tiene que ver más bien con la necesidad de centrar nuestras referencias teóricas en aquellas propuestas que dieron lugar a las miradas historiográficas que enfatizan lo educativo como objeto de estudio, problema y campo de reflexión privilegiado.
Por ello partirnos de tres corrientes que, como paradigmas fundadores, habrían de signar con sus asertos no sólo los debates res pecto de la historia y su quehacer, sino que abandonarían los recintos académicos y saldrían a la calle impactando con sus pode rosas utopías la vida misma al construir, al lado de visiones respecto de la realidad, los hombres y su tiempo, convocatorias políticas organizadas en función del futuro como proyecto.
Positivismo
Los hombres del XIX atestiguaron la transformación acelerada del mundo. Ésta comprendió no sólo la producción y sus recursos sino las formas hasta entonces dominantes de entender la realidad e • interactuar en y con ella.
La secularización de la política se impuso lo mismo que el derrumbe de los ídolos hasta antes intocados. El dogma y la metafísica perdieron peso frente a los argumentos de la ciencia y la razón. Los cientistas naturales avanzaron en el conocimiento de las leyes que determinaban la regularidad de los comportamientos de la materia..
Las hipótesis centrales basaban en la evidencia, la experimentación y la capacidad comprobatoria la verdad de sus hipótesis..
La búsqueda de la verdad y de la objetividad absoluta son consideradas condiciones recíprocas que imponen un cierto tratamiento a los problemas que se plantean, las herramientas que utilizan y/o descartan. De ahí que la preocupación central de esta historia sea, como afirma Ranke, "sólo mostrar lo que realmente aconteció".
El culto a los hechos deriva en Inglaterra, Francia y Alemania principalmente, en una tradición empírica que supone que el historiador debe entonces centrarse en recabar documentos que registren y verifiquen los acontecimientos.
Los positivistas decimonónicos, influidos por el pensamiento predominante de su tiempo, ven con optimismo el futuro que ofrece la posibilidad de ascenso de la humanidad a estadios cualitativamente superiores de vida. Su confianza se centra en la racionalidad y la certeza. Por esta razón se sumergen en un laberinto de documentos, actas, registros y luego enuncian con precisión la historia como hechos.
La ciencia y sus instrumentos fueron la base argumentativa de esta nueva mirada y la historia se constituyó en un quehacer que se supuso riguroso, sistemático, objetivo.
La formación en la academia trasladó al historiador del taller a la universidad y mudó su oficio de crónica e interpretación, a historia oficial que enumera, mide, cuenta, consigna minuciosarnente. De este esfuerzo surgen las biografías del poder, las batallas, los héroes y las conmemoraciones. Clío entra al palacio por la puerta consagrada de la memoria y se encarga de describir para la posteridad a los grandes hombres, los reinos y sus majestades. También inicia el recuento de los hechos que han otorgado a la burguesía su lugar hegemónico.
Ligados pronto a la clase gobernante, algunos representantes del positivismo trabajaron abiertamente a favor del orden establecido. No faltaron grupos que se integraron incluso como intelectuales orgánicos dentro de las esferas burocráticas. Éstos, fácilmente identificables, corrieron más o menos la misma suerte que los bloques de poder a los que se adscribieron.
Materialismo Histórico
Con la mirada puesta en ese otro lado del espejo, Carlos Marx se encuentra con la miseria y la explotación, pero también con el socialismo como imaginario de sociedad futura en la que los obreros serán la vanguardia orgánica responsable de reconstruir el mundo.
La apuesta teórica de Marx se asienta en la contradicción, la dialéctica y la lucha de clases. Por ello es a la vez propuesta teórico metodológica y convocatoria política.
No se trata, dice el joven Marx, sólo de describir desde una actitud contemplativa lo que ocurre en el mundo, se trata de transformar por la vía de la praxis y de resolver a favor de los desposeídos el nudo contradictorio del capitalismo.
El enfoque materialista que Marx propone resignifica la historia e intenta rebasar tanto el empirismo descriptivo fundado en hechos como el idealismo interpretativo que dota al historiador del poder suficiente como para superponerse a su objeto de estudio.
Igual que l positivismo, las tesis de Marx apuntarán al descubrimiento de las leyes generales que rigen la vida social.
Marx tiene confianza en la ciencia y en la razón, por eso alude al socialismo científico y al materialismo histórico como propuestas centrales que, al lado del método dialéctico, se constituyen en formas de entender el mundo, articular explicativamente sus comportamientos estructurales y propositivamente sus planteamientos políticos.
Marx aspiró a conocer la realidad como totalidad compleja, sus propuestas metodológicas para aprehender los procesos sociales en su historicidad plena se encuentran desarrolladas a lo largo de su obra, pero los textos clave para entender la metodología que aplica al análisis de un momento específico.
El marxismo como teoría vinculada a la práctica ha tenido un desarrollo peculiar en Occidente.
A finales de los años sesenta y principios de los setenta una nueva crisis económica capitalista y movimientos estudiantiles en un gran número de países sacudió a los teóricos marxistas.
Se desarrollaron también análisis sobre las formas políticas del Estado capitalista moderno. Finalmente, en este periodo se realizan asimismo esfuerzos explicativos sobre las clases sociales, la filosofía y la cultura.
La influencia del marxismo en esta década rebasó las fronteras tanto geográficas como disciplinarias e influyó en las construcciones conceptuales sobre regiones que, como América Latina, Asia y África vivieron procesos históricos sui generis.
En esa década el materialismo histórico y las corrientes neomarxistas encontraron su sitio en la historiografía mundial.
Nuevos problemas y corrientes surgieron no sólo en los ámbitos académicos sino como urgencias derivadas de las realidades mundiales emergentes. Así los movimientos ecologistas, pacifistas y feministas, entre otros, obligaron a la teoría a generar nuevas interrogantes y respuestas originales.
Pocos marxistas han declarado abiertamente su repudio a su antigua escuela. Se trata más bien, como señala Anderson, de "una disolución o disminución de éste, impregnada de un escepticismo creciente frente a la idea misma de ruptura revolucionaria con el capitalismo’’.
Los clionautas marxistas frente a la opción de archivar el pasado pueden, por el contrario, transformarlo en una magnífica caja de Pandora que otorgue al hombre, a pesar de todos sus males, el don de la esperanza.
Historicismo
El historicismo, al igual que el marxismo, nace como reacción frente al positivismo. Pero, al contrario de éste, su réplica se ubica en el campo propiamente historiográfico y desde él pretende resolverse.
Para el historicismo es el historiador y no los hechos la clave de la construcción histórica. El historiador apela a los hechos, los construye, decide sobre ellos en la medida que los selecciona, los ordena y, sobre todo, los interpreta.
La lógica que otorga al historiador el papel de constructor de la historia, transforma en crítica el fundamento empírico de los documentos y las fuentes en que el positivismo creyó encontrar la
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