Educación Histórica En El Aula

Mtro. Gerardo Mora y Mtra. Rosa Ortiz Paz.

Escuela Normal Superior de México

Problema de estudio.

Si bien es cierto que la influencia de la historiografía francesa y el constructivismo trajeron nuevas temáticas y orientaciones didácticas a los programas de estudio, poco han cambiado las formas de enseñar Historia en educación básica (Prats y Santacana: 2011). La enseñanza transmisiva y memorística no ha sido superada, siendo la principal causa la deficiente actualización de los profesores y el desfase del currículo de formación inicial (SEP: 1999).

En contraste, la Historia sigue siendo un importante referente de identidad social, como lo demuestra el resurgimiento de las tradiciones nacionalistas y las memorias colectivas. Y otras formas de difusión -visitas a museos y sitios, televisión y páginas web- tienen un público masivo, logrando una educación histórica no formal e informal.

Preguntas y objetivos.

¿Cómo llevar la educación histórica al aula de educación básica?

Nuestro objetivo es dar una respuesta a partir de la revisión del estado de conocimiento disponible y de nuestra experiencia como formadores docentes en la Especialidad de Historia de la Escuela Normal Superior de México desde 1999.

Al revisar el estado de conocimiento (Cf. Pagès: 2009 y Merchán Iglesias: 2011), destacamos tres tipos de propuestas para innovar la enseñanza de la Historia en educación básica:

• Unas introduciendo las metodologías de investigación histórica, la “nueva historia” o “talleres y laboratorios de la historia”;

• otras recurriendo al constructivismo, al aprendizaje por problemas, por descubrimiento, procedimental, al mapa conceptual y otras estrategias cognitivas;

• y otras a la museografía, la narrativa, el periodismo y la literatura, el cine, la inicialización artística o científica, la informática y el internet, la publicidad y la educación patrimonial.

El historiador Carlos Barros (2007) sintetizó este proceso como un “nuevo paradigma educativo”. Como lo ha puntualizado Roger Chartier (2007, p. 21), ya desde el “giro lingüístico” quedó superada la identidad entre el pasado y sus historiografías, así como la diversidad de “lecturas” que se pueden hacer de ellas. Más aún, demostró que las historiografías son “narrativas” influenciadas por el contexto, por lo que deben sujetarse a pruebas sus postulados.

Metodología empleada

La Comunidad Normalista de Educación Histórica (DGESPE-SEP), coordinada por la Dra. Belinda Arteaga y el Mtro. Siddhartha Camargo, está desarrollando un modelo educativo y de formación, basado en la interacción con las fuentes primarias y patrimoniales. Primero porque permiten el conocimiento directo –no mediado por “una” interpretación- del pasado. Este contacto posibilita que el alumno elabore preguntas y problemas que le sean realmente significativos. Y a partir de su resolución, la formación del pensamiento histórico utilizando andamiajes cognitivos como los organizadores gráficos, los conceptos de “segundo orden” y heurísticos para la corroboración, documentación y contextualización de fuentes (Carretero: 2011). Y con la interacción sensible con las fuentes y la educación patrimonial (Ferreras Listán, Estepa y Wamba: 2010), la formación de la conciencia histórica.

Este modelo fue realizado como “investigación en la escuela” (Ballenilla: 1995 y García Pérez: 2010), diseñando diversas propuestas didácticas que fueron realizadas por más de un centenar de estudiantes normalistas que asesoramos en sus prácticas docentes en las escuelas secundarias del Distrito Federal desde 1999 (Mora y Ortiz: 2011).

Discusión de los resultados.

Analizando diversas evidencias de aprendizaje (cuadernos y actividades) y enseñanza (videograbaciones, rúbricas de evaluación de prácticas, informes y documentos recepcionales), conformamos un modelo de educación histórica en el aula. Cabe mencionar que la mayoría de secundarias están en las delegaciones urbanas del norte del DF: Gustavo A. Madero, Azcapotzalco y Miguel Hidalgo.

A quién se enseña.

El alumno ya posee una cultura de acuerdo a su desarrollo y su contexto. Tiene “representaciones” del pasado –algo más que los conocimientos previos, pues involucra sentimientos, actitudes y valores- que afectan su identidad histórica. En consecuencia, el aprendizaje de la Historia no es natural o espontáneo, pues está mediado por la cultura del alumno.

La investigación existente, aunque contradictoria (Carretero: 2011), respalda esta aseveración. En particular destacamos la diferencia entre los alumnos por los turnos de asistencia, género y origen familiar.

Cómo se enseña.

La enseñanza transmisiva practicada por los estudiantes normalistas logra pobres aprendizajes, el desinterés y hasta el rechazo de parte de los alumnos de secundaria. Por eso es necesario considerar sus intereses, habilidades, necesidades y representaciones.

En principio recurrimos a actividades motivacionales parar lograr el interés en la asignatura. Pero la clase expositiva requería sustituirse por otra “interactiva” con las fuentes. Y luego agrupar las actividades y realizarlas secuencialmente por Bloque. De esta forma surge el modelo de educación

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