Educación En Grecia Y Roma
12098gj1 de Julio de 2015
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2.2.2. La educación arcaica
Para el estudio de la educación griega existen más fuentes, a diferencia de la educación egipcia, lo cual nos permite conocerla con mayor profundidad. A pesar de que las características de la educación variaban según las regiones griegas (no era lo mismo la educación espartana que la ateniense, por ejemplo), en general, todos los griegos combinaban la educación intelectual con la física, además de diferenciarla según las clases sociales.
Al igual que los egipcios, la sociedad griega estaba estrictamente jerarquizada, por lo que la educación era exclusiva para las élites. Para los grupos gobernantes, además del arte de la guerra y la gimnasia, tenían una educación sobre las artes políticas. Para los hombres libres griegos que no ejercían un cargo de gobierno, aprendían una variedad de oficios mediante la imitación. Por último, las clases más bajas, los esclavos, no recibían ningún tipo de educación.
En la Grecia arcaica (XIX a. C. – VIII a. C.), además de una serie de vasijas y otras piezas de cerámica, las obras de Homero y Hesiodo constituyen la principal fuente de información para conocer la educación griega del periodo. Homero recopila una serie de tradiciones e historias de epopeya en las que se aprecia la educación de la clase gobernante, mientras que en la obra de Hesiodo, se refleja la educación de la clase campesina.
En las obras de Homero, se hace una distinción entre el “decir” y el “hacer”, que son las funciones básicas que debe aprender todo gobernante. El “decir” corresponde al arte de la política, mientras que el “hacer” al arte militar. De hecho, en la Ilíada se observa que los gobernantes eran militares en su juventud y gobernantes en la edad madura o en la vejez.
La educación de las clases gobernantes variaba según el arte que se enseñara. En el arte del “decir”, poco nos ha legado Homero, dado el carácter épico de sus obras. En cuanto, al arte militar, en el arte del “hacer”,
quien asumía el papel del educador era el escudero del militar. Curiosamente, el escudero solía ser una persona menos experta en el uso de las armas, pero aún así constantemente daba consejos al guerrero: “Antíloco, aunque eres muy joven, te han amado Zeus y Poseidón, y te enseñaron todas las artes de los caballeros; ya no es necesario enseñarte gran cosa”.19 En este caso, el aprendiz rebasa la sabiduría del educador, en parte por el tono heroico de la obra y el supuesto origen divino del héroe.
Otro aspecto desconcertante del educador militar, es que solía ser un personaje con un pasado sombrío, regularmente eran homicidas. Como el oficio de escudero y militar era muy arriesgado, quienes solían ejercerlo era porque habían sido expulsados de sus comunidades o habían huido a causa de un crimen, como el asesinato. Sin embargo, estos personajes homicidas eran los más calificados para el arte de la guerra, que es un arte para matar.
En contrate, en Los trabajos y los días de Hesíodo se muestra la moral y sabiduría campesina, que pone énfasis en el valor del trabajo: “El trabajo no es vergüenza, vergüenza es la ociosidad. Si trabajas, bien pronto el ocioso te envidiará, apenas tengas una ganancia. Ten respeto y consideración a tu ganancia. En tu situación el trabajo es la única cosa justa”.20
La ponderación del trabajo, como un valor moral, casi exclusivo del campesino, contrasta con los valores que se reflejan en Homero, en donde resalta el arrojo, el honor y la valentía. En ese sentido, Aristófanes contrasta ambos modelos educativos en lo que llamó el “torneo poético” entre Homero y Hesíodo. En tal competencia, el pueblo griego simpatizaría más con el modelo homérico, mientras que el rey con Hesíodo, dado que el segundo representa el trabajo y la productividad. Por su parte, Jenófanes de Colofón, en Silos, se lamenta que la educación de los niños esté cargada a la visión homérica, que será un lamento común a Platón quien recuerda que Homero ha sido el educador de toda Grecia.
La polémica entre Homero y Hesíodo refleja la oposición de dos tradiciones, la de los aristócratas guerreros y los griegos productores. Este conflicto refleja a su vez, la disparidad del mundo antiguo, el de una sociedad altamente jerarquizada en la que la distribución del trabajo no es equitativa.
Con el tiempo, la propia aristocracia griega transformaría la educación militar, harto riesgosa, en educación deportiva. De este modo, la educación griega haría hincapié en la educación física, que culminaría con la celebración de torneos y juegos olímpicos en los que los griegos de todas las regiones competirían entre sí.
2.2.3. La educación clásica
En las regiones de Creta y Esparta, el Estado vigilaba la educación griega, que era administrada por un magistrado, que organizaba los recursos necesarios para la manutención de escuadrones y coros, que eran los nombres dados a las escuelas.
En la periferia griega, como Asia Menor existían una serie de círculos de iniciación llamados thíasoi que funcionaban con reglas y principios independientes. De los thíasoi surgieron muchas escuelas de los grandes filósofos. Por ejemplo, Pitágoras (VI a. C.), además de seleccionar a sus discípulos basado en sus rasgos fisionómicos, organizaba la educación en cuatro grados: acústico (incluía la música, danza, poesía y gimnasia), matemáticos, físicos (que se refería a estudios filosóficos) y sebásticos (ciencias esotéricas).
En Atenas, a principios del siglo VI a. C. se promulgaron una serie de leyes sobre la educación ateniense. Estas leyes hablaban sobre los deberes de los padres, como “enseñar a leer y a nadar, y después, para los pobres, el aprendizaje de un oficio; para los ricos, música y equitación, además de practicar la gimnasia, la caza y la filosofía”.21 Como puede verse, los griegos daban gran importancia a la educación, al punto de legislar una serie de obligaciones, similares a las que se tienen en las constituciones modernas de los países sobre la obligatoriedad de la educación. En nuestro país, por ejemplo, es obligación de los padres mandar a sus hijos a la escuela para que cursen la educación primaria y secundaria.
Hacia el siglo VI a. C. surgió en Grecia la escuela del alfabeto, que fue la primera escuela pública (abierta a todos los ciudadanos, no sólo a las élites) de escritura y gramática. De tal suerte, junto con la gimnasia y la música, el maestro del alfabeto se convirtió en una figura pública que ejerció una importante función social. De acuerdo con Platón y otros escritores griegos, la enseñanza del alfabeto se hacía mediante la recitación de Homero, por lo que todos los ciudadanos griegos conocían la Ilíada y la Odisea desde pequeños. Gracias a Solón, conocemos el método de enseñanza del alfabeto, pues de acuerdo con él, los alumnos recitaban el poema “alternativamente, de modo que el primero se parara allá donde el segundo comenzaba”;22 práctica común de las escuelas de educación básica de la actualidad.
Gracias a las pinturas de vasijas como los vasos de Onésimo, que datan del 490 a. C., sabemos cómo eran las escuelas de gimnasia, música y letras. Los alumnos solían sentarse en frente del maestro, quien guardaba sus rollos de papiro en cestos, además de emplear una fusta, similar al apuntador que utiliza un maestro en la actualidad.
En cuanto a la relación entre el maestro y el docente, no se aprecia el mismo grado de disciplina de los egipcios, lo cual nos habla de los problemas que trajo consigo la expansión de la educación para el maestro, quien cada vez tenía un mayor número de estudiantes. Aristófanes en Las nubes, se queja de la educación de su tiempo, en la que ya no existía la misma disciplina que antes: Diré por lo tanto cuál era la antigua educación Los niños que no eran de un mismo barrio iban bien ordenados por las calles guiados por el maestro de música: desnudos, aunque nevara con copos de harina Y si alguno de ellos se hacía el payaso o quería llamar la atención, como ahora sí pueden, los hacía entrar en razón Ningún muchacho hacía la voz lánguida, no iba a ofrecerse al amante, guiñándole el ojo. En un banquete no les era permitido la glotonería, pasar por delante de los ancianos, reírse desaforadamente, ni tan sólo cruzar las piernas Los castigos corporales,
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