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El desplazamiento de corrientes historiográficas por la escuela de las mentalidades


Enviado por   •  9 de Enero de 2018  •  Ensayos  •  921 Palabras (4 Páginas)  •  150 Visitas

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Universidad Nacional Autónoma de México. Escuela Nacional Preparatoria (2). “Erasmo Castellanos Quinto”. Historia de la cultura. 664 López Hernández Luis Eduardo. Ríos Saloma, Martín F. “De la historia de las mentalidades a la historia cultural: notas sobre el desarrollo de la historiografía en la segunda mitad del siglo XX”. En Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México. N° 37 enero-junio 2009. Pp. 97-117

El desplazamiento de corrientes historiográficas por la escuela de las mentalidades.

Con la publicación de “El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II” se marcó el inició de la historia serial y la historia estructural las cuales se mantendrían en la historiografía occidental durante dos décadas hasta que en los años setenta del siglo XX comienzan a ser desplazadas por el surgimiento de la historia de las mentalidades y el giro lingüístico que generaron cambios en el panorama historiográfico occidental. La crítica de la escuela de las mentalidades dio origen a la historia cultural la cual incluía elementos de la sociología y el giro lingüístico.


El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II concreta un modelo explicativo basado en tres duraciones; larga, media y corta y la importancia de las estructuras económicas, sociales y políticas, lo cual se acercaba al ideal de Bloch y Febvre de una historia “total”. Aunque en los años cincuenta y sesenta se notó la influencia de Braudel en una historia serial y cuantitativa. Esta corriente no fue única de Francia sino también (aunque de manera independiente) en Estados Unidos.
Fue hasta 1961 cuando se publica un artículo en el que se reivindica a la historia de las mentalidades como un objeto de estudio, en el texto se definía a la historia de las mentalidades como “las respuestas que las distintas sociedades habían dado sucesivamente a la interrogación permanente del hombre a propósito del universo que les engloba y su destino” también se exponía la necesidad de las aportaciones que hacía la psicología americana. Así se establecían tres categorías: La que pertenecía a un grupo social determinado y era posible conocer gracias a un testimonio individual, por debajo de esta una que incluía a todos los grupos y se encontraba en relación con los cuadros económicos, sociales y políticos, finalmente los más resistentes a los cambios que “durante siglos, determinaban, generación tras generación, las actitudes profundas y las conductas de los individuos”. A la par se hacía una primera enumeración de las herramientas de trabajo en la historia de las mentalidades: En primer lugar, el estudio del lenguaje el cual mostraba una forma determinada de ver el mundo y expresar ideas. En segundo término, el estudio de los mitos y de las creencias, en este mismo sentido y como tercera herramienta, el estudio de la iconografía podría dar lugar a un amplio conocimiento de los universos mentales ya que la expresión artística no dependía completamente del artista sino también de los medios culturales y sociales en los que se encontraba.
Esto daba nuevos horizontes en cuanto a métodos, pero para la práctica hubo que esperar hasta 1974 por la aparición del volumen
Faire l’histoire en el artículo “Las mentalidades. Una historia ambigua” se calificaba a esta historia como un “frente pionero” y la definía como “un objeto de estudio impreciso”, esta imprecisión hacía que el historiador tuviera contacto con otras ciencias sociales para intentar alcanzar “el nivel más estable de las sociedades”. Por otra parte, Le Goff indicaba la necesidad de recurrir a la psicología social, a las herramientas de la historia cuantitativa y a los métodos estructuralistas, finalmente señalaba la necesidad de estudiar las mentalidades en una larga duración debido a la lentitud con la que éstas cambian. Se hacía necesario no perder de vista ni el momento ni el lugar al que pertenecía una mentalidad ni dejar de tomar en cuenta los medios de difusión de esta: imágenes, discursos, sermones, textos literarios, etcétera.
Sin embargo la imprecisión del término “mentalidad” generó un debate entre los especialistas que buscaban definirlo y se hizo notar que el problema no consistía en definir la nación de mentalidad. Duby señalaba que, más que mentalidad, debía hablarse de un “imaginario colectivo”, para Vovelle el concepto obedecía más que a una teorización sistemática, a una práctica empírica.
La renovación que dejaba de lado la primacía de la escuela de los
annales conoció dos vías teórico-metodológico, la primera conocida como “giro lingüístico” y se caracteriza por considerar a la historiografía un discurso poseedor de sus propias reglas de elaboración y legitimación. La segunda conocida como “giro cultural” surgió casi simultáneamente, en esta se conjugaron las herramientas del análisis del discurso y la importancia dada a la forma narrativa.

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