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Esencia Del Derecho


Enviado por   •  2 de Febrero de 2015  •  3.265 Palabras (14 Páginas)  •  168 Visitas

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Marco Teórico

La elección de las instituciones políticas es importante durante las transiciones a la democracia. En las democracias consolidadas estas instituciones están bien enraizadas y no se modifican con frecuencia. Los actores políticos han aprendido a acomodarse y a funcionar con dichas instituciones y de acuerdo a ellas es que diseñan sus estrategias Se ha señalado por autores como Linz1 y como Mainwearing2 que el sistema presidencial ha demostrado ser menos capaz que el parlamentario para dar sustento a la democracia. En países como Mexico, que experimento una reciente transición a la democracia, se ha renovado el debate acerca de cuáles son las instituciones políticas que favorecen el desarrollo de un gobierno democrático, siendo la reelección una de las mas debatidas.

Las percepciones de los mexicanos sobre el sistema político han sufrido trnaformaciones importantes en la última década. Uno de los cambios mas destacados se manifiestan en la opinión de la no reelección, uno de los pilares fundamentales del sistema político mexicano.

En el imaginario social mexicano, la reelección se vincula a un régimen dictatorial y no con la democracia.El principio “Sufragio efectivo, no reelección” inicialmente uno de los baluartes del movimiento revolucionario mexicano de 1910 se convirtió en la base de la construcción y funcionamiento de un sistema político, que con algunos cambios, dura ya mas de un siglo. La declinación de la ideología de la Revolucion Mexicana, por una parte, y las exigencia de construcción de un Estado democrático, por la otra, han llevado, particularmente después del año 2000, a la aceptación paulatina de la reelección como un instrumento útil para el mejor desempeño del gobierno y la instauración de una cultura de exigencia de rendición de cuentas.En este trabajo se analizan y comparan los temas relativos a la opinión sobre la reelección.

La opinión sobre la reelección ha ido cambiado en forma paulatina y sutil pero consistente, de su rotundo rechazo por la mayoría de la población, hacia una aprobación cada vez mayor.Asi, la aprobación de la reelección del presidente de la República pasa de un 23% en 1998 al 44.9% en el años 2010.Para los diputados federales los porcentajes cambian en termino similares: de un 23% que en 1998 estuvo de acuerdo con la reelección de los diputados federales alcanza el 40% en 2010.No obstante, todavía permanece profundamente arraigado en buena parte de la población el rechazo de la reelección.

MARCO HISTORICO

I. La Reelección Presidencial

Por las razones aludidas en los párrafos anteriores, el estudio que sigue ha quedado reducido a una escueta panorámica, que deja de lado el tratamiento de la cuestión durante el siglo XIX, y arranca con las reformas constitucionales de 1890 y 1904.

La abrumadora victoria electoral que obtuvo Porfirio Díaz en 1888, gracias a la oportunidad que le había brindado una anterior reforma electoral, dejó claro que resultaría extremadamente fácil modificar de nuevo el artículo 78 de la Constitución de 1857, para suprimir cualquier género de cortapisas a su plena y permanente posesión del poder. Por fin, en diciembre de 1890 se llegó a la reelección indefinida. La tendencia al robustecimiento del poder presidencial y la búsqueda de una continuidad del porfirismo sin don Porfirio se encauzaron a través de otra reforma constitucional, el 6 de mayo de 1904, que creó la vicepresidencia y amplió el periodo presidencial de cuatro a seis años.

La reelección, desechada en el programa de reformas constitucionales del Partido Liberal Mexicano, en julio de 1906, y estigmatizada como uno de los grandes vicios nacionales por el Plan de San Luis Potosí de octubre de 1910, abandonada in extremis por el general Díaz –a instancias de José Y. Limantour y con la mediación de Francisco de Bulnes–, en abril de 1911, quedó proscrita sucesivamente por Madero el 28 de noviembre de 1911, por el decreto de Carranza del 29 de septiembre de 1916, por el artículo 83 de la Constitución de 1917, y por la ley para la elección de los poderes gubernamentales del 2 de julio de 1918. Así, el postulado antirreeleccionista, que podía haber sido contemplado como una reivindicación meramente circunstancial, se convirtió en "un principio permanente y necesario para la vida democrática de México".

No obstante, la reelección reaparecería en tiempos de Plutarco Elías Calles, a causa de las presiones de Alvaro Obregón para asegurarse un eventual retorno a la presidencia. Las maniobras se habían iniciado en 1923, poco antes de las elecciones presidenciales que confirieron el poder a Obregón, pero se vieron derrotadas en su trámite legislativo por los efectos de la rebelión huertista y de otros graves sucesos políticos, que hubieran desacreditado la iniciativa, caso de insistirse en ella, como se intentó en octubre de 1925.

El 22 de enero de 1927, Calles promulgó la reforma al artículo 83 constitucional, que abrió la posibilidad de un segundo mandato del presidente de la República, con el requisito de que esa reelección no se verificara para el periodo inmediato al de su anterior ejercicio. Poco después, el 24 de enero de 1928, se amplió la duración del mandato presidencial de cuatro a seis años, y dejó de mencionarse explícitamente la posibilidad reeleccionista para una etapa no consecutiva, aunque tampoco se excluyó esa opción de modo expreso: "el Presidente entrará a ejercer su encargo el 1º de diciembre, durará en él seis años y nunca podrá ser reelecto para el periodo inmediato".

Es bien sabido que Obregón no alcanzó a beneficiarse del éxito alcanzado: aunque vencedor en las elecciones presidenciales de 1928, no llegó a gobernar, pues murió asesinado por León Toral el 17 de julio.

La celebración del I Congreso Nacional de Legisladores de los estados convocado por el Comité Ejecutivo Nacional del Partido Nacional Revolucionario, conduciría al definitivo rechazo de la opción reeleccionista, que no tardaría en encontrar su expresión legislativa, después de una convención nacional de aquel partido en Aguascalientes, en octubre de 1932, donde se presentó un dictamen favorable al principio de no reelección. En efecto, la pertinente reforma constitucional fue aprobada el 29 de abril de 1933.

El temor que inspiraba en aquellas fechas la posibilidad de un retorno al poder del general Abelardo L. Rodríguez, que era entonces presidente sustituto, influyó para que el principio de la no reelección se redactara en términos más amplios y absolutos que los primitivos, que son los que todavía hoy conserva: "el ciudadano que haya desempeñado el cargo de Presidente de

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