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Habia Una Vez...


Enviado por   •  11 de Abril de 2013  •  6.058 Palabras (25 Páginas)  •  398 Visitas

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Había una vez…’

A lo largo de la vida uno reconoce el comportamiento humano clasificándolo por grupos: Los peces nadan con otros peces, los leones cazan con otros leones y las aves vuelan con otras aves. Ahora si aplicamos está misma categorización a una escuela secundaria, podríamos decir que no existe nada más fuera de lugar que una chica hermosa envuelta con un impecable abrigo blanco de cachemira sentada sobre la cama de sabanas negras de un antisocial rebelde como Zayn.

El chico vivía en una casucha en uno de los sectores más marginales de la ciudad. Su padre, un alcohólico vicioso, apenas ganaba lo suficiente para sus adicciones por lo que no quedaba prácticamente para nada más. Zayn había tenido que trabajar para calmar el calor del hambre en su estómago desde que tenía uso de razón. Aún así, comprendía la importancia y utilidad de la educación, por lo que nunca dejó la escuela.

Su vida era una constante rutina. Se levantaba a la escuela por las mañanas, a la tarde se iba a trabajar al taller mecánico y por las noches volvía tan cansado que se iba derechito a la cama. Se podría decir que no le quedaba mucho tiempo para socializar, aunque la verdad prefería estar solo. No quería que nadie se compadeciera de él al enterarse de la mierda en que vivía. Por eso también toda la vestimenta negra y los tatuajes, ya que está científicamente comprobado que cuando la gente te teme no se mete contigo.

Ese día jueves aparentaba ser como cualquier otro; se había ido temprano a la escuela, a la hora de salida molió a golpes a un estúpido que trató de pasarlo en la fila del casino y luego se fue a trabajar. Ahora volvía a casa agotado casi llorando por una ducha caliente y el confort de su cama. Sin embargo, casi se cae de espaldas al abrir la puerta de su habitación y encontrarse con Ale Smith sentada con mirada nerviosa sobre su cama.

La chica era todo lo opuesto a él, adinerada y endemoniadamente hermosa. Llevaba el cabello recogido en un moño alto en su nuca y los delicados pies calzados en unas sandalias negras que pudo asegurar costaban más que su salario de un mes. Su padre era un escritor de ‘best sellers’ que a pesar de su creciente fortuna trataba de mantener a sus hijos con los pies en la tierra al enviarlos a la escuela subvencionada de la ciudad.

Zayn recorrió la habitación con la mirada como tratando de asegurarse que por alguna mala jugada de su agotada mente no haya confundido su casa con otra. Pero no. Ahí estaban sus camisetas negras regadas por el piso y sus posters de bandas seguían exactamente donde las dejó esa mañana.

Ale se puso de pie lentamente, como una pequeña gacela frente al inminente ataque de un depredador. La chica enderezó la espalda con gracia femenina y se aclaró la garganta antes de hablarle.

—Siento mucho haberme metido en tu habitación sin previo aviso —se disculpó.

Zayn continuó en silencio, aún sin comprender del todo si lo que estaba ocurriendo era la realidad o una alucinación.

—¿Estás bien? —le preguntó después de un largo silencio.

—¿Cómo conseguiste mi dirección? —le dijo empuñando las manos y con labios tensos. Si esta era alguna clase de broma de sus amiguitos populares los dejaría a todos sin dientes.

—Yo… te seguí después de la escuela el otro día.

—No vengo a casa después de la escuela.

—Lo sé. Te seguí a tu trabajo y esperé a que terminaras tu turno.

Genial. Esto era lo último que le faltaba. Ahora todo el mundo se reiría de él al saber que el chico rudo se pasaba las tardes con las manos embadurnadas de grasa.

—Estás cruzando una delgada línea. Será mejor que te expliques pronto.

—Mira… tengo un novio que está en segundo año de universidad. Él siempre está tratando de hacer avances conmigo y bueno…

—¿Y a mí que me importa eso?

Valentina metió una mano en el bolsillo de su abrigo y sacó un fajo de billetes.

—Estos son todos mis ahorros. Pensé que tal vez pudieses ayudarme.

—Aún no entiendo que deseas de mí —le dijo exasperado.

—Mi novio ha estado con otras chicas antes y él y sus amigos siempre están haciendo bromas acerca de las chicas vírgenes.

—Ay, Dios… por favor dime que no es lo que creo.

—Bueno, sé que necesitas el dinero.

—¿Qué acaso viste mi nombre en algún aviso en el periódico?

—Por favor… mira, no ha sido mi intensión ofenderte —le dijo con la voz quebrada. —Sólo pensé que podíamos ayudarnos mutuamente.

—Estás loca, mujer. Ahora hazme el favor de salir de aquí antes de que llame a la policía.

—¿Tan repugnante te parezco? —le preguntó con expresión ofendida.

—Te sería mucho más fácil conseguirte un nuevo novio que te aprecie por lo que eres —le respondió evadiéndola.

—Pero lo quiero a él.

—Si fuese así no estarías aquí ahora.

—Te equivocas. Esto lo hago porque lo quiero.

—Vaya manera de querer que tienes.

Zayn caminó hacia ella hasta quedar enfrentados.

—¿No te parece descabellado lo que me pides? Dime, ¿Cuándo fue la última vez que tú y yo cruzamos palabra?

—Está es la primera vez.

—Ese es mi punto.

Estaba claro que el chico no iba a ponérselo fácil, pero si había algo de lo que ella podía jactarse era de su poder de convencimiento. Así que después de una pausa, Ale se dio la vuelta y con pequeños pasos se paró junto a la cajonera donde el mantenía sus artículos de aseo, con un movimiento de su elegante mano puso el dinero junto a su desodorante barato y trabajó en silencio los botones de su abrigo.

Él se le quedó mirando desde atrás y casi pierde el aliento cuando con un sensual movimiento dejó caer su abrigo al piso. Vestía un exquisito conjunto de encaje beige y negro que acariciaba delicadamente su cuerpo. Cuando Ale se volteó, no pudo evitar clavar su mirada en cómo los pesos gemelos de sus senos se amoldaban generosamente dentro de las copas de femenina tela.

—Por favor… —volvió a rogar ella a la vez que le tomaba la mano y la ponía en su cintura.

Zayn sintió su sangre calentarse al sentir la sedosa piel bajo su palma y cuando ella se adentró en el círculo de su abrazo supo que no podría rechazarla. Tendría que estar demente.

Él bajó la mirada para encontrarse con sus ojos avellana. Ella lo miraba suplicante y sus rosados labios entreabiertos por su respiración entrecortada le hacían una dolorosa invitación a lamer ese carnoso labio inferior. Zayn se vio a si mismo reflejado en sus ojos, su rostro rudo y cabello corto antagonizaban fuertemente con los delicados rasgos de ella. ¿Qué hacía un hombre como él, con las orejas, cejas y pezones perforados con una chica como ella en los brazos?

—No puedo —dijo con un último intento de apartarla. —No es correcto.

Ella le rogó con la mirada y se alzó de puntillas para ofrecerle la boca. Él bajó el rostro lentamente, aún esperando que desde atrás de los muebles saltara un montón de sus amigos gritándole ¡Caíste imbécil! Pero nada ocurrió, bueno no exactamente.

Se unieron en un beso ardiente que sorprendió a ambos por su intensidad. Ale se aferró a sus hombros apretando su delgado cuerpo contra él mientras que Zayn la envolvía en sus brazos.

No era correcto.

Cada una de las células de su cuerpo le gritaba que la soltara y enviara a casa. Sin embargo, no podía. No ahora que la tenía así aferrada a su cuerpo.

Deslizó sus manos a lo largo de su espalda embriagándose con el satín de su piel, ansioso por tumbarla en la cama y devorarla por completo. Hacía tiempo que no estaba con una mujer y ella estaba dejando en ridículo a las otras que había tomado, pues hasta ahora no había probado besos más dulces ni piel más tersa.

Le invadió la boca con la lengua gimiendo al sentir su sabor y exhalaciones agitadas. Se besaron largo rato mientras Zayn la sentía derretirse bajo su boca y hábiles manos hasta que abandonó la calidez de sus labios para lamer el rincón de su garganta y más abajo el nacimiento de sus senos aún cubiertos por el encaje.

Ale reclinó la cabeza totalmente sumergida en la dominación diestra de sus labios acariciando sus pechos por sobre la tela. Ni en un millón de años hubiese imaginado que estar con él sería así. Todo el tiempo que lo había planeado se imaginaba arrugando la nariz frente a su cuerpo sudado y apretando los dientes por la repulsión de sus manos engrasadas. ¡Demonios! Que equivocada estaba. En estos momentos lo único que deseaba era que no se detuviera jamás. Y cuando él le desabrochó el brasier y fue descubriendo sus senos de la tela con pequeñas lamidas, no pudo evitar enterrar sus dedos en su cabello y gemir su nombre en una humilde plegaria porque no se detuviera ante nada.

Así era como la deseaba, totalmente enfebrecida por él y dispuesta a dejarse llevar. La levantó del piso instándola a rodearle la cintura con las piernas y gateó con ella en brazos hasta el centro de la cama donde la depositó con cuidado. Se acostó sobre ella y devolvió toda su atención a los picos rosas de sus pezones, torturándolos con la lengua hasta dejarlos fuertemente constreñidos por el placer. Su miembro se apretaba erecto contra la cuna de su sexo, pujando con vida propia por adentrarse en su carne, pero no se dejaría tentar aún.

Tenía que probarla antes.

Volvió a su boca y la dejó acariciarle la espalda bajo la camiseta. Ella gimió con el contacto de su firme cuerpo, todo duro y sedoso. Se quitó la camiseta, sonriendo abiertamente cuando ella soltó un gemido de placer al observar sus abdominales marcados y los majestuosos tatuajes. Le dejó besarle el pecho y se mordió el labio cuando ella jugueteó con sus pezones con la lengua. ¡Dios! Lo haría explotar si seguía así.

Volvió a devorar su boca en un beso posesivo y se dispuso a bajar por sus senos y vientre hasta que llegó al elástico de su tanga. Le lamió el borde del ombligo y las caderas mientras la levantaba suavemente para quitarle la prenda. Le besó la cara interior de un muslo con apasionadas lamidas que fue ralentizando a medida que se acercaba a su sexo. Podía sentirla temblando de anticipación y deseo.

Le encantó.

La sostuvo firmemente de las caderas y se la llevó a la boca con un hambriento gemido. Le lamió apasionadamente los labios y el centro de su sexo hasta tenerla rebosante de humedad. Su sabor almizcle le llenó los sentidos haciéndole perder la noción del tiempo. Podría quedarse así para siempre, haciéndola estremecer con sus largas y apasionadas lamidas. Ale no creyó que algo así pudiese darle tanto placer, siempre pensó que se sentiría horrorizada de tener a un chico con el rostro enterrado entre sus piernas, pero ahora que le veía a él asomado por el monte de su entrepierna mirándola con ojos vidriosos por el deseo no hacía más que empuñar las sábanas y arquear la espalda por el inminente orgasmo que arrasaría con las últimas de sus inhibiciones.

Zayn apresuró sus caricias al sentirla tensarse y hundió su lengua profundamente en ella a la vez que con un pulgar le frotaba el clítoris. Ella se estremeció tan fuerte que tuvo que pasarle el brazo libre por sobre el estómago para mantenerla en su lugar.

Cuando el último de los espasmos abandonó su cuerpo, se levantó y con los ojos fijos en ella se lamió de los labios y dedos su jugo femenino. Entonces le acarició las extenuadas piernas y le quitó las sandalias besándola mientras ella le observaba ávida de más. Zayn bajó las manos hasta su cinturón y con una calma agónica para ella lo abrió y continuó con sus pantalones.

Se puso de pie junto a la cama y se quitó los jeans negros para quedar únicamente cubierto por sus bóxers oscuros. Fijando la mirada en ella, se los quitó esperando que a ella le gustara lo que estaba por ver. Ale abrió los ojos impresionada ante la visión de él completamente desnudo y erecto frente a ella. Era lo más hermoso que hubiese visto en la vida. Su cuerpo era duro y fibroso, dorado por el sol, en el apogeo de su juventud y fuerza.

Se trepó a la cama nuevamente y la cubrió con su cuerpo como una cálida manta. Ella le recibió tierna y receptiva rodeándole las caderas con sus piernas. Ahora la dureza de su sexo se presionaba impaciente contra la humedad de su nido. Zayn le besó los labios nuevamente y se meció despacio hacia adelante y atrás restregando sus carnes. La sintió renovar la humedad de su sexo y alejándose un poco posicionó la cabeza de su miembro en su apretada entrada. Le calmó distrayéndola con sus labios regando besos por su cuello, hombros y senos a la vez que se iba adentrando centímetro a centímetro en sus carnes. Y cuando finalmente se encontró enterrado profundamente en ella, levantó la mirada y le observó intensamente. Ale tenía los labios apretados por el ardor de su intrusión y una diminuta lágrima asomaba por el rabillo de su ojo izquierdo, la que él enjugó tiernamente con un beso.

Se empezó a mover dentro de ella a paso lento, marcando un ritmo cadencioso con sus caderas, pujándose en su interior para luego abandonar su nido y volver a entrar. Ella le acompañó meciendo sus caderas para encontrar sus embistes hasta que se enfebreció nuevamente y se aferró a su espalda mientras una nueva oleada de placer empezaba a recorrerla.

Zayn le sintió remontar el placer cuando volvió a exhalar entrecortadamente y le recorrió la espalda con caricias ansiosas. Le sentía tan bien entre sus brazos, inocente y tímida, aunque receptiva a su toque. Por un momento su corazón se llenó de añoranza soñando en que quizás podría volver a tenerla así nuevamente.

La siguió montando hasta llevarla a otro devastador orgasmo. Ella se aferró a su cuerpo con fuerza al dejarse invadir por el intenso placer, pero él aún no acaba con ella. No cedería a su propio placer hasta tenerla agotada de tantos orgasmos.

Le rodeó la cintura con una mano y la otra la pasó por debajo de su espalda para sostenerla cuando se sentó con ella a horcajadas de él. La instó a sujetarse de sus hombros y con las manos en su estrecha cintura la elevó y bajó sobre su erección repetidas veces. Su cabello castaño ahora se escapaba a mechones de su antiguamente impecable moño, dándole un aura salvaje y sexual a su angelical rostro. Ella inclinó su cabeza hacia atrás aún embelesada por el intenso placer que le proporcionaba. Todo él era una contradicción inescudriñable, siempre le vio casi como un animal indomable y rabioso que atacaba sólo porque sí, sin embargo ahora todo en él hablaba de pasión, paciencia y suavidad.

Se mantuvieron así, haciendo el amor sentados en la cama hasta que después de un nuevo orgasmo de ella él se rindió a su propio placer y se dejó invadir por las pulsaciones que contraían su miembro obligándolo a expulsar su semen dentro de ella.

Volvió a recostarla en la cama y cubrió su agotado cuerpo con sus sábanas negras. Ella premió su preocupación con una débil sonrisa antes de cerrar los ojos y entregarse a un sueño profundo. Zayn le observó por unos minutos antes de rendirse al sueño también, se veía extremadamente hermosa entre todo el desastre de su asquerosa vida. Sí tan sólo pudiese tener una mujer así para él, pero no. No se atrevería a mirar tan alto.

A la mañana siguiente Ale se despertó desorientada al encontrarse aún en la habitación de Zayn. Claro que no había planeado pasar sus buenas horas en la cama con él, mucho menos quedar tan agotada como para perder la noción del tiempo y quedarse toda la noche. Se levantó en silencio y se vistió rápidamente con la esperanza de no despertarlo. ¿Qué le diría? ¿Gracias por darme mis primeros orgasmos y espero hagas un buen uso del dinero que bien te ganaste? Era mejor así, irse en silencio y cada uno de vuelta a lo suyo.

Se vistió el abrigo y con una última mirada a su primer amante, le dejó a un solitario despertar.

Zayn despertó con la alarma del despertador, ya eran las siete de la mañana y si no se levantaba pronto volvería a llegar tarde a la escuela. Abrió los ojos y los clavó en el techo cuando recordó lo ocurrido anoche, miró a su lado casi rogando que ella siguiera ahí, pero estaba solo en la cama. Se sentó restregándose el rostro con las manos y miró alrededor de la habitación para clavar los ojos en el montón de billetes sobre su cajonera.

La verdad lo golpeó.

Él sólo había sido un medio para un propósito.

Se levantó de la cama y se metió al agua fría. Mientras el chorro lavaba de su cuerpo las señales del sexo, pensaba en la tontería que había hecho. Golpeó duramente las lozas de la ducha odiándose a sí mismo por dejarla tomar su dignidad. Por unos cuantos polvos había convertido su cuerpo en un objeto a adquirir. Había vendido su orgullo y respeto por no resistir la tentación de una piel tersa y ojos suplicantes.

Se vistió maldiciendo y montó su moto para irse a la escuela. Al llegar ahí, aún en contra de su voluntad la buscó con la mirada, pero no la vio. Maldición, ahora viviría preocupado por toparse con ella en cualquier segundo. Se regaño a sí mismo por la estupidez de sus acciones y pensamientos. Se había enorgullecido por entumecer tanto sus emociones que nada ni nadie le importaba y de la noche a la mañana una estúpida chiquilla le había arrebatado de toda cordura.

Caminó en silencio al interior del edificio en dirección al sector de los casilleros y se detuvo frente al que sabía le correspondía a ella. Mirando hacia los lados se cercioró de que nadie lo observaba y desde su bolsillo extrajo un sobre que deslizó por entre las ranuras. Se volvió por el pasillo y subió las escaleras en dirección a la clase a la que ya iba tarde. Cuando entró el salón el profesor no se molestó en llamarle la atención, sino que simplemente evitó encontrarse con su mirada y continuó hablando.

Ale no había asistido a clases el día anterior. Se había sentido incómoda y tensa, sin saber asimilar correctamente lo ocurrido la otra noche. Si bien ella había ido hacia él, ahora estaba confundida respecto a lo ocurrido entre ellos, pues siempre creyó que sería insignificante y carente de emoción alguna. Ella estaba enamorada de su novio y acudió a Zayn sólo porque pensaba que de esa manera podría proyectarse con Steven. Sin embargo, lo vivido en la cama de aquel chico había sido todo lo opuesto a lo que esperaba. Él había sido tan apasionado, gentil y generoso con sus caricias que le había regalado una experiencia inolvidable. Ahora le parecía casi imposible volver a verle como un chico cualquiera, cada vez que se lo topara no podría evitar recordar su rostro contrayéndose de placer segundos antes de correrse dentro de ella.

Ale se giró sobre la cama y hundió el rostro en la almohada para ahogar un agudo chillido. ¡Demonios! No se suponía que fuese tan atractivo desnudo ni mucho menos que fuese tan hábil en la cama. Sintió que el rostro se le encendía con el recuerdo de sí misma perdida en la neblina del placer. ¿Cómo es que termino metida en esto? Ah, sí, ella y sus brillantes ideas…

Bueno, por mucho que se muriera de la vergüenza por volver a verlo debía ir a clases hoy porque no podía perderse del examen de lengua, así que evitando darle más vueltas al asunto se bajó de la cama en dirección al baño.

Al llegar a la escuela se encontró con Fer, su mejor amiga, quien la estaba esperando en la entrada ansiosa por contarle acerca de su cita con el mejor amigo de Steven. La escuchó parlotear mientras iban a los casilleros a sacar sus libros y casi inmediatamente al abrir el suyo, Ale notó un sobre cerrado que se deslizó hasta el piso. Se agachó con seño fruncido y casi lo vuelve a dejar caer cuando vio lo que contenía. No había necesidad de contarlo para saber que él no se había quedado con un centavo.

¡Mierda! Esto lo complicaba todo. En su plan perfecto el pago más que una transacción significaba que lo ocurrido no tenía nada que ver con afectos, pero ahora que él lo había rechazado se temía que tal vez se acercara a ella en busca de algo más. ¿Cómo diablos les explicaría a sus amigas si la veían hablando con Zayn? Se moriría de la vergüenza y no habría forma de excusarse.

Tenía que obligarle a tomar el dinero, era la única forma de mantener esto como algo intrascendental para ambos.

—¿Qué es eso, Ale? —le preguntó Fer curiosa.

—No es nada, sólo unos documentos.

—¿Segura? Te pusiste pálida.

—En serio, olvídalo —le sonrió y tomando sus libros se encaminaron al salón.

A la tarde, ya estaba casi terminando el tiempo de almuerzo cuando Ale levantó la mirada de su plato para encontrarse con Zayn comiendo en un solitario rincón. El chico mantenía los ojos bajos inmerso en quizás qué pensamiento. Le dio pena verlo solo, aunque supuso que él lo prefería así de todos modos, puesto que no acabas viéndote así de temible si lo que quieres es fraternizar. Sus amigas reían y echaban bromas mientras que ella disimuladamente seguía mirándole de vez en cuando. En uno de esos momentos él levantó su oscura mirada y la clavó directamente en ella. Ale se sobresaltó con la intensidad de sus ojos, aunque era una mirada vacía, como si ella fuese una extraña con la que sólo cruzaba su mirada por accidente. Eso, por estúpido que pareciera, le dolió.

Esperó a que sus amigas terminaran de comer y cuando el timbre sonó indicándoles que debían volver a clases, se demoró intencionalmente para poder acercarse a él sin que ellas la vieran. Se paró incómoda junto a su mesa y mirando hacia otro lado, como si no estuviera realmente hablando con él, dijo en voz baja:

—¿Por qué no tomaste el dinero?

—No lo necesito —le respondió sin levantar la mirada, aún masticando su emparedado.

—Sabes que no es cierto.

—Disculpa, pero ¿cuándo empezó eso a ser de tu incumbencia? —levantó los ojos y la miró molesto.

Ale se dio cuenta de que este no era el chico con el que había estado la otra noche, sino el antisocial rabioso de siempre.

Zayn se puso de pie, elevándose sus buenos centímetros por la cabeza de ella y pasó por su lado con la bandeja en las manos, ahora ignorándola. Cuando se volteaba, accidentalmente chocó con una chica que Ale creyó reconoció como la chica nueva.

Toda de negro igual que él, parecía salida de una película de vampiros. Vestía unos ajustados pantalones negros y un corsé rojo sangre que hacía juego con sus uñas.

La chica le sonrió ampliamente y quedó mirándolo como a una cena apetitosa. Zayn en vez de alejarse como lo hacía con todo el mundo, le sonrió de vuelta y se disculpó por la torpeza. Ale sintió que los ojos se le salían de rabia cuando los vio irse conversando, ¿cómo se atrevía este imbécil a dejarla con la palabra en la boca? ¡Más encima por ese espantajo! Miró hacia abajo a su impecable jeans de diseñador y camiseta ajustada a juego, no había manera que encontrara a esa ridícula más atractiva que ella.

Salió del comedor echando humo hasta que de pronto recobró la cordura. ¿Qué demonios le importaba con quién hiciera amistad? Vamos, ella misma había fijado las reglas. Lo ocurrido sólo había sido un acuerdo con el fin de proyectar su relación con Steven, no debía dejarse llevar por la impresión que Zayn había causado en ella la otra vez. Sacudió la cabeza y volvió a caminar con decisión, no se dejaría dominar por sus emociones.

Zayn se sintió triunfador cuando se alejaba de Ale con esta chica. Eso le demostraría que, al igual que ella, lo ocurrido no había significado nada para él y que no necesitaba su maldito dinero.

Loy parecía una chica agradable y rápidamente se dieron cuenta de lo mucho que tenían en común. Está sí sería la chica adecuada por la cual desarrollar emociones, del mismo estrato socioeconómico, familia desequilibrada y actitud rebelde, no podían ser más compatibles si lo desearan. Sin embargo, por alguna extraña razón, no dejaba de pensar en Ale y como le gustaría que fuesen igual de compatibles.

Los días pasaron lentamente, Ale le ofreció el dinero nuevamente en un par de ocasiones más, el que él rechazó de las maneras más irrespetuosas y ofensivas para Ale, tanto así, que tras el último intento no volvió a siquiera fijar su mirada en él. Aunque extrañamente cada vez que se topaban en un pasillo ella estaba hablando de su novio y lo maravilloso que era, cosa que le hacía hervir las tripas a Zayn. Igual él no perdía oportunidad de pasearse abrazado de Loy frente a Ale, esperando que ella se molestara al verlos.

Había estado saliendo con la chica estos días y realmente le gustaba, pero no podía dejar de sentir celos de Ale y su ridículo novio. Ella le gustaba más que cualquier otra chica y no dudaría en estar con ella si así lo decidiera Ale, pero no iba a rogarle. Dios sabe que él no rogaba por nada, así que si ella no dejaba su estúpida actitud de chica popular no tenían nada más que hablar al respecto.

Esa tarde Ale iba de camino a su salón conversando con Fer cuando sintió las risotadas. Se volvió intrigada para ver a Zayn y la chica esa, estrechamente abrazados y riéndose entre ellos. Loy le susurraba algo al oído mientras que él sonreía y le besaba el costado del cuello. Entonces ella lo tomó de la mano y lo guió dentro del armario de suministros. Justo cuando iban entrando él levantó los ojos y la vio observándolos, la amplia sonrisa se borró de su rostro mientras la chica lo tiraba hacia el interior y cerraba la puerta tras ellos. Ale sintió como se formaba un hoyo negro en su pecho colando todo el calor de su cuerpo, dejándole nada más que un helado vacío. Siguió caminando con su amiga, en un intento de no mostrar sus sentimientos, pero le fue imposible. Fingió que había olvidado algo en su auto y la dejó para dirigirse al estacionamiento.

Ahí al llegar frente a su auto, arrojó su mochila al piso y apoyando la frente en la puerta del auto, sollozó en silencio. Las cálidas lágrimas rodaron por sus mejillas, enrabiada consigo misma por la ola de celos que la atravesaba de lado a lado. Ella misma deseó que las cosas fuesen de este modo, sin embargo, verlo con ella en los brazos y la certeza de que se acostaba con ella la estaba matando.

—No es lo que piensas —le escuchó decir desde su espalda.

Valentina se enjugó las lágrimas rápidamente.

—¿Disculpa? —le respondió evadiendo su mirada a la vez que se agachaba para recoger su mochila.

—No me he acostado con ella. No aún, al menos.

—No tienes por qué darme explicaciones.

—Vamos, Ale —le dijo tomándola del brazo y encontrando sus miradas. —Esto no tiene sentido.

—Suéltame, Zayn. Vuelve con tu chica y déjame en paz.

—Me importas, ¿por qué crees que la dejé para venir a consolarte?

—Yo no necesito que me consueles. Así que puedes volver y hacer lo que quieras con ella.

—¿Realmente eso es lo que quieres? ¿Quieres que me la tire en mi cama como lo hice contigo?

Valentina le cruzó el rostro con una rabiosa cachetada.

—¡No vuelvas a mencionar lo ocurrido entre tú y yo nunca más!

—¿Por qué? ¿Por qué te mueres de vergüenza de haberte acostado conmigo o por lo mucho que te gustó? —ella volvió a levantar su mano para golpearlo, pero él la atrapó en el aire.

—Basta. Basta, Ale.

—¡Suéltame!

—Te dejaré si así lo quieres, pero sabes que es un error. Sabes que con él no sentirás lo que conmigo.

—¿Y quién te crees ahora? ¿De cuándo predices el futuro?

—Sabes bien que es verdad. Me extrañas, me quieres de nuevo.

—No es cierto. Y para tu información mis padres andan de viaje fuera de la ciudad y Steven irá a pasar la noche conmigo a mi casa. Está noche voy a estar con él.

Zayn se le quedó mirando con expresión dolida, casi como si de repente lo hubiesen apuñalado en el centro del pecho y no pudiese recobrar el aliento. Ella abrió el auto y se alejó sin volver a mirarlo. Fue un tonto al interpretar su mirada apenada con sentimientos hacia él. Se había imaginado que ella de alguna manera había albergado sentimientos por él y por eso bajaba la mirada cada vez que pasaba con Loy junto a ella, pero resulta que sólo había sido su imaginación. Ella no deseaba estar con él en absoluto, sino que se preparaba para acostarse finalmente con el imbécil de su novio.

Ale no pudo dejar de lamentarse mientras conducía a su casa. Maldito fuese Zayn por hacerla sentir así y maldita fuese ella por desearlo. Si tan sólo pudiese retroceder el tiempo, jamás lo habría elegido. Zayn había echado a perder todos sus planes. Ahora en vez de estar ansiosa por estar con Steven no hacía más que anhelar dar la vuelta y regresar con él a su desarreglado cuarto para encerrarse con él por semanas enteras.

Cuando finalmente llegó a su casa, notó que Steven ya había llegado y le esperaba en el porche con mirada ansiosa. Ale, se pasó las manos por el cabello en un intento de no verse tan desastrosa y bajó del auto con su mejor cara de felicidad.

Steven la saludó de un fuerte abrazo y le besó para luego susurrarle que no podía esperar por entrar a la casa. Ale sólo le sonrió y le guió hasta la puerta de entrada. En cuanto cerrasen la puerta tras ellos, Steven la tomó por la cintura y la acorraló con su cuerpo contra el muro más cercano. Le tomó la boca y le besó rudamente mientras le recorría el cuerpo con manos severas.

Ale no pudo evitar tensarse al comparar cuan diferentes eran entre sí, mientras que Zayn buscaba complacerla con sus caricias, Steven solo parecía querer complacerse a sí mismo.

¡Dios! Tenía ganas de salir corriendo.

“Puedo hacerlo”, se dijo obligándose a continuar. Sin embargo, cuando escuchó a Steven desabrochándose los pantalones la realidad le golpeó con fuerza.

No podía.

No lo haría.

—¡Por favor suéltame! —le dijo empujándolo lejos.

—¿Qué diablos te pasa? —le respondió Steven evidentemente molesto.

—No puedo hacerlo. No quiero.

—¿Cómo que no quieres? ¿Qué acaso tengo cara de imbécil? Me haces venir hasta aquí ofreciéndome pasar la noche contigo y ¡ahora simplemente no quieres!

—Lo siento mucho, de verdad —le dijo alejándose más de él y temerosa de su reacción.

—¡No eres más que una puta malcriada!

—¡Pues, lo siento, pero esta puta no quiere acostarse contigo!

—Piénsatelo bien porque si salgo por esa puerta sin haberte cogido no volverás a verme jamás.

—Mira que difícil me lo pones —Ale fingió cara pensativa por un momento y luego le abrió la puerta.

—Debí imaginármelo, eso me pasa por andarme con adolescentes mimadas—le respondió antes de marcharse con un portazo que remeció las bisagras.

Ale se arrojó al sillón sintiéndose aliviada. Había sido una mentira todo este tiempo al pensar que llegaría a alguna parte con Steven. Él sólo había estado interesado en una cosa y al saberse rechazado no había demorado un segundo en desenamorarse de ella instantáneamente.

Eso le enseñaría a elegir mejor la próxima vez.

Zayn, mientras tanto, se paseaba como un animal enjaulado de un extremo al otro de su habitación. No dejaba de imaginársela desnuda entre los brazos de ese bastardo. Casi podía verla con el cabello enmarañado y los labios irritados de tantos besos mientras que le recibía dentro de su cuerpo.

—¡Maldita sea! —grito enfurecido, a la vez que pateaba los muros.

Se volvería loco si no dejaba de pensar en ello. Incluso por un segundo se le cruzó la idea de llamar a Loy y hacer lo suyo con ella allí en su habitación. Sin embargo, no sería justo para la chica… tampoco para él, puesto que estaba seguro que no haría más que compararla con Ale.

Encendió un nuevo cigarrillo y siguió con su rutina de felino en cautiverio. Debería odiarla en este momento, pero lo único que lograba hacer era rogar porque Valentina finalmente entendiera la estupidez de sus acciones. Se sentó sobre la cama e intentó ver un poco de televisión, pero era en vano, nada podría distraerle en este momento.

Horas más tarde finalmente se quedó dormido, sólo para desertarse de un salto cuando la alarma del despertador le avisara que ya eran las siete de la mañana. Se había quedado sobre la cama con una lata de cerveza en la mano, la que por suerte ya estaba vacía cuando se rindió al cansancio. Se precipitó al baño y tras una rápida ducha salió a todo lo que daba sobre su moto en dirección a la escuela.

Debía hablar con ella, necesitaba saber que había ocurrido anoche. Lo cual era obvio, pero rogaba por estar equivocado. Ella no podía haberse acostado con él… no, no podía.

La buscó desesperado por los pasillos hasta que finalmente la encontró guardando sus libros en el casillero. Corrió hasta ella para enfrentarla.

—¿Lo hiciste? —le gritó tomándola fuertemente de los brazos y arrinconándola contra el casillero.

—¿Qué diablos te ocurre? ¡Suéltame ya!

—Dime, ¿lo hiciste? ¿Te acostaste con él? —le siguió gritando.

—No es de tu maldita incumbencia —lo empujó para alejarse.

Zayn la siguió y sostuvo de un brazo para no dejarla alejarse más. Volvió a ponerse frente a ella para insistirle con su pregunta.

—No te dejaré tranquila hasta que me respondas.

—¿Acaso no ves que estas armando un escándalo? Todo el mundo nos está observando —le dijo avergonzada.

—Lo único que me importa es saber si lo hiciste o no.

—No voy a responder.

—¡Y un demonio que no lo harás!

Ale forcejeó contra él, pero le fue imposible soltarse de su agarre. Quería golpearlo por hacerla pasar esta vergüenza, pero más que nada lo odio por obligarla a decirle la verdad.

—Dilo ya de una vez.

—No… —dijo ella en un susurro. — No pude hacerlo. ¿Estás feliz ahora? —le dijo irónica.

—Claro que lo estoy. ¿No lo estás tú?

Ella se quedó en silencio.

—¿No estás aliviada también? —le preguntó remeciéndola un poco.

—Sí. Sí, lo estoy.

Zayn la abrazó fuertemente sin importar los cuchicheos de los chicos a su alrededor y de cómo les afectaría todo este espectáculo. Entonces le tomó el rostro en las manos y antes de que ella pudiese reaccionar, le besó apasionadamente. Todo el pasillo se elevó con susurros de ¿viste eso? ¡Oh, Dios no lo puedo creer! y ¡miren a esos dos!, pero no les importó sino que siguieron besándose hasta que les faltó el aire.

—Ale, casi me vuelvo loco ayer imaginándote en la cama con ese imbécil.

—Juro que lo intenté, pero no fui capaz… no eras tú.

—Testaruda hasta el final —le dijo apretándola contra él. —Te dije que no sería igual.

—Dios, Zayn, todo esto ha sido una locura.

—No puedo negarlo. Sólo a ti se te ocurriría un plan tan absurdo, aunque debo agradecerte. De otro modo nunca hubiésemos estado juntos.

—Estaba tan equivocada respecto a todo.

—Ya no importa. Ahora sólo necesito que me digas que me darás una oportunidad.

—Sabes que sí. No he podido sacarte de mi mente. Algo ocurrió esa noche, Zayn. Entre tú y yo —le dijo apoyando su frente en su pecho.

—¿Ah, sí? ¿Algo cómo qué? —le preguntó sólo para molestarla.

—Sabes a lo que me refiero —respondió sonrojándose. —Creo… creo que me enamore de ti.

Ella levantó su mirada para regalarse una tímida sonrisa.

—¡Te sonrojaste! —se burló él.

—No te burles.

—Cariño, después de lo que hemos hecho juntos decirme que me quieres no debería sonrojarte. Vamos, —le dijo tomándola de la mano — necesito hacerte el amor o explotaré.

Ella se sonrojó aún más por la audacia de sus palabras, pero así era él y a decir verdad así era como le gustaba.

-FIN-

...

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