Historia Josep Fontana
manudona4 de Junio de 2015
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INTRODUCCIÓN.
Desde que damos los primeros pasos, la Historia se nos presenta confusa, ya que no entendemos qué utilidad puede. Lo único que en un principio conocemos de la Historia es lo que se nos impone gracias al control que sobre ella ejercen los que tienen el poder, lo que nos lleva a tener una imagen irreal, idealizada, manipulada e interesada de ella. En esta obra, Fontana pretende aclarar que debemos partir de este punto idealizado para llegar a comprender la historia tal y como lo hicieron los griegos al formular su historia, una historia nacida para esclarecer las dudas que invaden al ser humano al valorar los acontecimientos de su presente, encontrar así una explicación plausible para lo ocurrido en el pasado.
La Historia es fruto de la necesidad del poder de mantener el control absoluto de todo cuanto le rodea, y basar su realidad en hechos que tengan relación con su contexto, es decir, necesitan la historia para justificar los hechos que están llevando a cabo, para mantener el poder. Con el paso del tiempo, podemos apreciar un uso más afinado de la Historia que el simple servicio al poder. Cambia su concepción y sus fines, hasta convertirse en la mejor herramienta posible para explicar el pasado, comprender el presente de una manera real y concreta, para, de este modo, intentar evitar cometer los mismos errores en el futuro.
Publicado en 1982, esta obra de Josep Fontana provocó un gran revuelo entre los académicos de la época, tanto por el tema tratado como por la forma de hacerlo, pero rápida e inevitablemente, se convirtió en una herramienta indispensable para los enseñantes y, sobre todo, los estudiantes de historia. En este libro, Fontana realiza un paseo por la evolución de la teoría de la Historia, desde su “aparición”, gracias a hombres como Heródoto o Tucídides, hasta el día de hoy, pasando por periodos como el Renacimiento o la Ilustración. Fontana lleva a cabo un análisis crítico y profundo de cada una de las principales teorías de la historia, desgranando a los principales autores de cada período y cada escuela, las influencias que estas reciben, y cómo influyen en las posteriores escuelas y corrientes de pensamiento.
Estamos, en definitiva, ante una obra fundamental a la hora de entender el marco de las relaciones sociales y culturales a lo largo de la historia, y librarnos de los tópicos y prejuicios de una historia que nos presenta la realidad social actual como el resultado “natural” de la evolución de los acontecimientos, mientras que los obstáculos que se cruzaron en su camino, se nos venden como regresivos, y las alternativas a ella como utópicas.
Capítulo 1: Los orígenes.
Desde un primer momento la historia nació para dar legitimidad a lo establecido por el poder, tal y como demuestran los casos de Mesopotamia y Egipto, donde las pirámides y las construcciones monumentales son el mejor ejemplo de ello. En esta idea destacan autores como Herodoto, quien, por primera vez, no se limita a narrar la historia, sino que busca las causas de los acontecimientos y busca el sentido más profundo de la evolución histórica, aunque continúa defendiendo una causalidad divina para los sucesos sobrenaturales o que aún no se pueden explicar, la mayoría de las explicaciones que da a todos los hechos son humanas, laicas y políticas.
Otro autor destacado de esta corriente es Tucídides, quien desafía las leyes que regulan el predominio entre los estados, e interpreta el mundo político que destroza su vida al verse maltratado por aquellos que detentan el poder. Tucídides se centró en estudiar la guerra del Peloponeso, convencido de que era la mayor guerra de la historia, al igual que pensaba que un realizar un estudio concienzudo y exacto sobre el pasado, servía para descubrir las reglas del presente.
En el siglo IV, asistimos a la primera crisis de la historiografía, cuando, debido a las rivalidades sociales que tenían lugar en Atenas, se acaba imponiendo una tendencia conservadora, que proponía nuevos métodos para la sociedad y para llevar a cabo la reconstrucción de la polis, puesto que todos los aplicados anteriormente lo único que habían conseguido era llevar al poder a una nueva clase de líderes procedentes de la burguesía, y eso era algo que los grandes aristócratas no estaban dispuestos a consentir. Lo más relevante de esta cambio fue que se pasó a desligar de la historia la reflexión generalizadora que la había caracterizado hasta entonces, para convertirá en una ciencia política en manos de grandes pensadores como Platón y Aristóteles.
Platón y Aristóteles comparten, en su ideal político, una oposición feroz a la democracia ateniense posterior a Pericles, por lo que proponen formas de gobierno mixtas, donde se combinen oligarquía y democracia, no queriendo decir esto que se opusieran a las formas de gobiernos autoritarias, sino que las veían menos viables en una sociedad como la griega.
En estas aparece Polibio, el cual quería una historia que no se limitara a ser una mera investigación del pasado, sino que fuese también, un medio de formación política, para lo que considera oportuno devolverle el carácter de herramienta de análisis social que había perdido a raíz de la crisis del siglo IV. De este matiz de herramienta social, brota la diferencia entre la historiografía grecorromana y la cristina, puesto mientras esta cree en la existencia de un esquema determinado por designio divino que marca la evolución histórica y deja fuera a la sociedad de cualquier mérito en los cambios, la historiografía grecorromana busca la explicación a todos los fenómenos históricos en los hechos de la sociedad.
Esta “divinización” de la historiografía cristiana, conlleva a que la historia que se realiza en la Edad Media sea una historia obcecada con el juicio final, a pesar de todos los esfuerzos que lleva a cabo la Iglesia para intentar combatir el uso de las profecías y los modelos proféticos como llave para poder interpretar el futuro inmediato. Con el paso de los años y los siglos, este punto de vista tan divinizado va perdiendo fuerza, y ya en la Baja Edad Media se va abandonando poco a poco la historiografía centrada en Dios y su mandamiento divino, para centrarse en el florecimiento y crecimiento de las grandes ciudades y del mundo capitalista.
Capítulo II: Del Renacimiento a la Ilustración.
La mayor novedad de este período es la de abandonar el pensamiento de la historia como resultado de la acción de la providencia, para pasar a verla como un relato de actividades humanas sin más inspiración que los motivos humanos.
En estas aparece una de las figuras más relevantes del estudio de la historia como es Nicolás Maquiavelo, quien defiende la utilización política de la historia como herramienta indispensable para llevar a cabo el arte de gobernar racionalmente. La mayor ambición de Maquiavelo era la elaboración de un cuerpo doctrinal político que fuese elaborado a partir de la historia y que se pareciese al que habían recopilado los comentaristas de la ley civil.
En esta época también aparece la figura de Francesco Guicciardini, que, al igual que le pasó a Tucídides, se ve “obligado” a hacer historia para reflexionar sobre su propia suerte en el ámbito de la política. Guicciardini no es partidario de la tiranía, sino que es un firme defensor de la libertad moderada, el mismo modelo que los Médicis pretendían construir, y no es partidario de que todos puedan gobernar, sino de que gobierne las personas que sean aptos para ello y lo merezcan, ya que considera que es más seguro vivir bajo la tutela de unos cuantos capacitados para realizar las labores de gobierno. Básicamente, defiende un gobierno con apariencia de democracia bajo un control oligárquico. En oposición a la idea de Maquiavelo, Guicciardini se muestra contrario a la idea de hacer interpretaciones globales del pasado, y la posibilidad de que mediante su estudio se pueda predecir el futuro, lo que evidencia los diferentes puntos de vista de uno y otro, Maquiavelo tiene pensamiento utópico y Guicciardini realista.
La referencia de pensamiento histórico en esta época son los humanistas florentinos, con un pensamiento que sería duramente criticado y combatido por la Iglesia de la contrarreforma, la cual condenaba su carácter laico, y por las monarquías absolutas que lo repudiaban por llevar el republicanismo por bandera.
Fuera de Italia aparece Jean Bodin, un teórico francés que divide la historia en tres campos de estudio: las sagradas manifestaciones divinas, la natural (Referida a la naturaleza) y la historia humana (La referida a las gestas del hombre en la sociedad).
En España, el interés por la evangelización de los indios obliga a realizar un profundo estudio sobre las culturas que pretendían destruir, y convirtió a los evangelizadores en precursores de la antropología moderna.
Acabado el Renacimiento, le toca el turno a la Ilustración, que no recibe el impulso renovador del Renacimiento, por culpa de las numerosas críticas y trabas que este recibe, no queriendo decir con esto que la Ilustración partiera desde cero, y tuviera que elaborar de nuevo un proyecto de historia, viéndola como herramienta del análisis de la sociedad. Es decir, no hay una evolución cultural normal que nos lleve desde Maquiavelo a, por ejemplo, Montesquieu por el camino de la historiografía, pero hay corrientes subterráneas y paralelas que los enlazan, y hacen que la influencia del florentino en el francés, como en otros pensadores posteriores, es innegable, y se puede apreciar como las ideas del republicanismo renacentista y sus concepciones históricas, se mezclan con los avances en otros campos
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