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INDIGENAS CUERPO Y ALMA

camilahr2 de Octubre de 2013

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INDÍGENAS DE CUERPO Y ALMA

México, orgulloso de su pasado indígena, parece avergonzarse de su presente

indígena. Los edificios del gobierno están cubiertos con pinturas murales y

esculturas que alaban el heroísmo de los indígenas, mientras que los museos

albergan exquisitas joyas, cerámica y artefactos encontrados en las ruinas

prehispánicas. Pero los indios mismos, los descendientes directos de ese

"glorioso pasado", siguen siendo una raza conquistada, víctimas de la peor

pobreza y discriminación que se pueda encontrar en México hoy día.

Han perdido la mayor parte de sus tierras comunales, su cultura ha sido asediada

y erosionada por la "civilización" e incluso se les ha robado su pasado.

El México moderno, que ha desenterrado sus raíces indígenas y elevado el

indigenismo a símbolo de identidad nacional, tiene poco espacio para los

indígenas del presente.

Sin embargo, la fuerza y resistencia de su visión religiosa y cultural del mundo

han contribuido a conservar una identidad indígena independiente. Desde la Conquista, todos ellos han estado librando una batalla contra la asimilación y la desaparición. Su mera existencia es un tributo a su decisión de sobrevivir.

Los indígenas buscaron refugio en las montañas, selvas y desiertos, pero las comunidades indígenas más grandes fueron absorbidas gradualmente por la economía colonial, ofrecieron, mano de obra gratuita y barata para las haciendas, las minas y, más adelante, las fábricas pequeñas. Hubo, ocasionalmente, rebeliones indígenas, siempre sofocadas con la perdida de muchas vidas, pero las diferencias lingüísticas y culturales entre los grupos indígenas evitaron que surgiera cualquier movimiento nacional.

Oficialmente, se consideraba que los indígenas eran menores y la ley los protegía, pero en la práctica eran tratados como inferiores, y se acostumbraron a ser tratados así.

La aceptación de la Virgen de Guadalupe como deidad indígena no sólo lo establecía su cristianismo formal sino también concedía a la iglesia española un instrumento más para controlar a sus distantes feligreses.

Después de la independencia la suerte de los indígenas se deterioró. Muchos lucharon -y murieron- en la guerra de independencia y el los constantes levantamientos y conflictos que siguieron, pero no tenían voz alguna en cuestiones de estado. Constituían la fuerza de trabajo necesaria, pero pocos mexicanos del siglo XIX consideraban que la nueva nación debía encontrar un lugar especial para los indígenas. El concepto más progresista era considerarlos un obstáculo para la modernización del país y buscar su integración destruyendo su “atrasada” cultura. Cuando Benito Juárez, el único indígena de sangre pura que jamás gobernara a México, desmanteló el sistema tradicional de las tierras comunales para acelerar la incorporación de los indígenas, meramente los hizo más vulnerables a la explotación. “De entre los blancos que determinaron la historia del país –escribió un historiador mexicano- Juárez fue el más blanco de todos”.

Después de la Revolución, la ambivalencia de México hacia su pasado y presente indígenas empezó a brotar. Una intensa búsqueda por una identidad nacional condujo a la idealización del indígena. “Somos indígenas de cuerpo y alma. El idioma y la civilización son españoles”.

“Desde la Conquista o incluso desde tiempos prehispánicos, el indio ha sido abnegado, sumiso, indiferente al bien y el mal, inconscientemente, su alma reducida a una trama rudimentaria, incapaz siquiera de sentir esperanza. El indio no ha dado un paso adelante en siglos, sin idealismo, esperanza o aspiraciones, sin sentir orgullo de su raza, afectado por una docilidad mortal e irritante, las masa de indígenas es para México un peso y una carga.”

Como secretario de Educación a principios de los años veinte, Vasconcelos pensaba que la educación en español era el único instrumento para preparar a los niños indígenas para que entraran al entorno occidental “Fuera un miembro civilizado de una comunidad moderna.”

A finales de los treinta el presidente Cárdenas reconoció que los indígenas necesitaban que se les prestara atención especial. Al acelerar la reforma agraria, indirectamente fortaleció la base territorial y la identidad cultural de muchos grupos.

“El programa para emancipación del proletariado es cualquier país, pero no se puede ignorar que las circunstancias especiales de su clima, sus antecedentes, y sus necesidades le confieren una fisonomía social peculiar” Cárdenas. Nuestro problema indígena no está en mantener al indio como indio, ni en “indigenizar” a México, sino que radica en cómo “mexicanizar” al indígena al mismo tiempo que se respeta su sangre, se conservan sus sentimientos, su amor por la tierra y su inquebrantable tenacidad.

En 1948, se creó el Instituto Nacional Indigenista (INI) que haría las veces de banda transmisora del resto de la sociedad a las comunidades indígenas. Por medio de los cuales promovía la enseñanza del español, los programas de vacunación, las técnicas agrícolas modernas y los nexos económicos más estrechos con las poblaciones mestizas vecinas.

Con el presidente Echeverría, se seguía pensando que los indígenas eran víctimas del sistema socioeconómico del país, en lugar de ser herederos de una identidad cultural propia. “Mientras los indígenas de México no participen en la vida cívica, intelectual y productiva del país serán extranjeros en su propia tierra, expuestos al abuso de aquellos más y excluidos de los beneficios de la civilización. Hablamos de mexicanizar nuestros recursos naturales, sin darnos cuenta que también es necesario mexicanizar nuestros recursos humanos.

En consecuencia las inversiones nuevas se destinaron a construir escuelas, clínicas de salud y caminos en zonas indígenas, mientras que el INI expandía su red de centros coordinadores, pasando de doce en 1970 a setenta a 1976.

Echeverría tenía un propósito nacionalista mayor al promover el respeto por los indígenas, considerando incluso que la campaña era un símbolo de respeto de la nueva identificación del gobierno con el Tercer Mundo. Sin embargo, la cultura y el folklore indígenas se hicieron más visibles y fueron aceptados por las clases medias urbanas.

La política viable que veían los marxistas, implicaba introducir a los indígenas a la economía monetaria, proporcionándoles servicios de salubridad, educación, técnicas agrícolas modernas y trabajo.

El gobierno debería reconocer a México como una sociedad multiétnica y conceder a los indígenas mayor autonomía para dirigir sus propios asuntos. En otras palabras, el desarrollo social no tenía por qué implicar integración cultural.

López Portillo: “México se distingue del resto del mundo por nuestros grupos étnicos”. “Es muy doloroso ver, conforme va uno subiendo por la sierra, que se pueden encontrar con grupos de indígenas, ah donde han huido de la injusticia y la esclavitud.” La idea que López Portillo tenia de la integración de los indígenas era que estos debían contribuir a la cultura nacional – en lugar de rendirse a ella- y, por consiguiente, ayudar en la lucha por “la identidad nacional y la independencia nacional”

El paternalismo del gobierno, de los antropólogos, de los partidos políticos y de las iglesias nos ha quitado iniciativa –dijo De La Madrid Apolinar de la Cruz, vocero del Consejo Nacional de Pueblos Indígenas- ha corrompido a generaciones, ha opacado nuestra conciencia étnica y de clase. En razón del paternalismo, incluso las obras y los servicios públicos nos empobrecen y endeudan más que lo que nos benefician. Y si ello no fuera suficiente, el paternalismo se convierte en un círculo vicioso: pretende protegernos hasta que estemos listos para actuar por cuenta propia pero evita que desarrollemos la capacidad para cuidarnos solos.

Debemos respetar su cultura y se forma de vida. Crear una cultura nacional no significa imponer la uniformidad. Más bien, significa reconocer la diversidad y la riqueza de las expresiones que componen la cultura mexicana. Ustedes son parte de la cultura mexicana. Si perdemos algo de la cultura huichol, no solo se perderán los huicholes, perderemos todos.

México se había sentido avergonzado de que los mejores trabajos académicos sobre las culturas indígenas del país hubieran sido efectuados por científicos extranjeros y, casi como mecanismo de defensa, los académicos de izquierdistas de México, con frecuencia, les acusaban de ser agentes de la CIA o saqueadores de las ruinas prehispánicas de país.

Cárdenas pensaba que el protestantismo podría abrir una brecha en las barreras impuestas por el catolicismo para llegar a la modernización de los indígenas. De hecho, sus misioneros fueron los primeros en escribir muchas de las lenguas indígenas y, así, efectuaron una importante contribución lingüística. Pero las pequeñas comunidades indígenas, donde las creencias religiosas católicas y semipaganas forman parte esencial de toda una concepción de vida, las conversiones dividieron a los pueblos y erosionaron su estabilidad cultural.

Cuando el gobierno abandono su objetivo de integrar a los indígenas, se consideró que el Instituto Lingüístico de Verano estaba, según las palabras de un documento del INI de 1981, “cometiendo etnocidio y expropiación cultural”. Por presiones de antropólogos y del Consejo de Pueblos Indígenas, en 1979 se revocó un convenio con el Instituto que tenía cuarenta años de existir. A principios

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