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Iraq Y Sus Circunstancias

LHAA197316 de Marzo de 2014

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Artículo Revista Ejército

Título: Iraq y sus circunstancias

Cte. Francisco José Berenguer Hernández, profesor de la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas, Departamento de Estrategia, CESEDEN

Paseo de la Castellana 61, Madrid 28071

913482675/8152675

Resumen del Artículo

En el conflicto de Iraq los actores regionales son numerosos. Se realiza un breve análisis del impacto sufrido y las posiciones actuales de los países fronterizos con Iraq, es decir, Kuwait, Arabia Saudí, Jordania, Siria, Turquía e Irán, concluyendo con la consideración de la importancia que su participación ha de tener en el proceso de pacificación y estabilización para que dicho proceso tenga éxito y la situación final deseada duradera.

IRAQ Y SUS CIRCUNSTANCIAS

El título de este artículo parafrasea la muy conocida sentencia de José Ortega y Gasset en la que plasmó brillantemente el hecho de que no es posible entender la vida desentendiéndonos de las circunstancias en las que ésta se desarrolla. Esta verdad no es aplicable exclusivamente a las personas, sino que resulta evidente al referirnos a las naciones. Efectivamente no es posible entender una nación, y más concretamente el conflicto que en ella pueda estar en desarrollo, sin atender e intentar comprender las circunstancias que constituyen su entorno. Estas circunstancias, como es lógico al referirnos a un ente tan complejo como es una nación, son muy diversas, pero de entre todas ellas hay una que es probablemente determinante. Nos referimos a las naciones que comparten frontera con la nación en cuestión, en definitiva los estados vecinos.

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En el caso del conflicto que se ha venido desarrollando en Iraq desde el derrocamiento de Sadam Hussein los actores regionales con capacidad de intervención, de un modo u otro, y sobre todo de influencia en la marcha de los acontecimientos, son numerosos. Este conjunto, a los efectos del presente artículo está formado por los Estados propiamente fronterizos y no por aquellos que formando un conjunto más amplio han participado en las Cumbres de Ministros de Asuntos Exteriores de los Países Vecinos de Iraq celebradas hasta el momento. Se trata de Kuwait, Arabia Saudí, Jordania, Siria, Turquía e Irán, que conforman indudablemente un conjunto complejo en el que se incluyen naciones con características muy diferentes desde los puntos de vista étnicos, políticos, económicos, demográficos y, un factor muy importante en esta zona del mundo, religiosos.

Durante los veinticuatro años (de 1979 a 2003) que Sadam Hussein controló con mano de hierro todos los resortes del poder Iraq se constituyó, a su vez, en un actor principal de la política regional. Su actuación contribuyó sin duda en alto grado a la inestabilidad de la región como se demuestra por el hecho de que Iraq entró, de una manera u otra y con diferentes grados de intensidad, en conflicto con la mayoría de sus vecinos. En realidad sólo Jordania y Turquía se libraron de las “atenciones” del régimen iraquí, por lo que no sorprende que en la actualidad algunos de los vecinos estén de algún modo devolviendo la visita.

En cualquier caso las naciones próximas a Iraq, como no podía ser de otro modo, han desempeñado un papel destacado y, como veremos en algún caso protagonista, desde la intervención de la coalición multinacional en 2003 hasta nuestros días en el aún inconcluso conflicto iraquí. Y lo que es más importante, muy probablemente desempeñarán un papel principal tanto en la resolución de dicho conflicto, como en la estabilización del país y en la definitiva reconstrucción y reconciliación nacional por venir.

En un análisis pormenorizado y comenzando por la frontera sur de Iraq, el Estado de Kuwait presenta una particularidad con respecto al resto de países. 2

Durante la Primera Guerra del Golfo1 la Coalición Internacional obtuvo finalmente un amplio consenso entre las naciones árabes, con la notable excepción de Jordania. En cambio la Segunda Guerra no obtuvo el mismo apoyo de la comunidad árabe, por lo que los países limítrofes que resultaban lógicamente los más afectados por la teórica amenaza que el régimen iraquí representaba para la estabilidad y paz de la región no entraron a formar parte de la coalición que derrocó a Sadam, oponiéndose algunos de ellos de forma manifiesta a la intervención por considerar que suponía un mayor riesgo para la estabilidad de la región que la continuación de un régimen que se mostraba debilitado con respecto a épocas anteriores y, en gran medida, controlado por la comunidad internacional. No sucedió así con Kuwait que fue el único en sumarse a la coalición liderada por los Estados Unidos. Es cierto que en su caso la amenaza que Sadam Hussein representaba no se había quedado en un plano meramente teórico2, a lo que hay que sumar probablemente el reconocimiento hacia las naciones que habían contribuido decisivamente a la liberación de su territorio años atrás, principalmente Estados Unidos. Fruto de esta política y como apoyo expreso al proceso desencadenado, Kuwait y el gobierno de Iraq surgido de la intervención comenzaron el proceso para normalizar sus relaciones diplomáticas en agosto de 2004, tras catorce años de ruptura.

Pero tras esa intervención inicial y ante la evolución de los acontecimientos desde la caída de Sadam hasta la fecha, la posición de Kuwait, que mantiene en su territorio una de las grandes bases militares norteamericanas en la zona, ha derivado hacia una postura más crítica hacia Estados Unidos ante la inestabilidad que la política regional norteamericana ha fomentado, y, por tanto, más próxima a la del resto de la comunidad árabe. No obstante tanto Kuwait como el resto de los países que integran el Consejo de Cooperación del Golfo3 es objeto de los esfuerzos norteamericanos por limitar la creciente influencia iraní en la región, como ha quedado demostrado tras la visita realizada por el

1 Se considera como tal la iniciada el 2 de agosto de 1990 con la invasión de Kuwait por las fuerzas armadas iraquíes. Como respuesta una coalición internacional liderada por Estados Unidos y bajo mandato de la ONU atacó al ejército iraquí, prolongándose el conflicto hasta el 28 de febrero de 1991, fecha en la que Iraq se rindió.

2 De hecho parte del territorio y las costas kuwaitíes aún se encuentran sembradas de minas iraquíes.

3 Kuwait, Bahrein, Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Omán.

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presidente Bush el pasado mes de enero y que ha tenido su consecuencia más llamativa en Kuwait en el anuncio de la próxima compra de misiles Patriot4. A pesar de este importante acuerdo el gobierno kuwaití manifiesta su “apoyo a una solución pacífica de la crisis nuclear” que protagonizan Estados Unidos e Irán, lo que coloca a Kuwait como aliado norteamericano pero de ninguna manera incondicional.

El Reino de Arabia Saudita ha sido tradicionalmente uno de los aliados más sólidos de Estados Unidos en la zona, aunque los atentados del 11-S han enfriado un tanto esta relación. En cuanto a la intervención en Iraq mantiene una posición similar a la expresada anteriormente al hablar de Kuwait, pero con la gran diferencia de que Arabia Saudita es, sin ningún género de dudas, un referente de primer orden para el mundo musulmán en general y muy especialmente para la comunidad árabe, situación que constituye uno de los pilares de la acción exterior saudí5. En este sentido ha expresado con claridad que deben ser los iraquíes quienes decidan su propio destino, pero lo cierto es que la posición saudí actual no es fácil.

Por un lado los lazos religiosos y étnicos que unen a la comunidad sunita de Iraq con Arabia Saudita son evidentes, por lo que ha acusado en diferentes momentos a los grupos armados chiítas cercanos a Irán de los ataques sufridos por dicha comunidad. Pero no es menos cierto que actualmente la insurgencia que desestabiliza Iraq se alimenta fundamentalmente de elementos afines a Al Qaeda de inspiración sunita. Como consecuencia tanto el gobierno iraquí como otras instituciones decisivas en la pacificación y estabilización del país están controladas y nutridas mayoritariamente por chiítas apoyados por las fuerzas de la coalición, lo que tiene el efecto de incrementar notablemente la capacidad de influencia iraní en Iraq, circunstancia no deseada por los saudíes.

4 Sistema de defensa aérea y anti-misil de segmento terminal.

5 ”Defend Arab and Islamic issues in the international arena through continuous support by all political, diplomatic, and economic means”.- Declaración formal del Ministerio de Asuntos Exteriores del Reino de Arabia Saudí, enero 2008.

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Pero en el otro platillo de la balanza se encuentra el hecho indudable de que el triunfo de la insurgencia y el deterioro de Iraq hacia un estatus de “Estado fallido” supondría un incremento notable de la amenaza terrorista yijadista y desestabilizadora en el propio territorio saudí, víctima habitual de atentados y violencia de este signo. Por tanto, el único escenario final aceptable para Arabia Saudita sería probablemente un Iraq estable, soberano, capaz de controlar sus fronteras y, al mismo tiempo, alejado de la influencia iraní. Una ecuación de difícil resolución.

Las actuaciones más recientes del gobierno saudí se encaminan a prevenirse del establecimiento final de un escenario distinto del deseado y se concretan en dos líneas de actuación. La primera consiste en fortalecerse contra el aumento de la influencia iraní en la zona, por lo que tras la reciente gira del presidente Bush se ha convertido, una vez más, en el principal beneficiario de la importante venta de armas acordada con varios países del área. No obstante,

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