Jan De Vries ( La Economia En Un Periodo De Crisis 1600 - 1750 )
mikuchan24 de Mayo de 2013
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La amplia expansión económica del siglo XVI con vías comerciales extensivas a cualquier parte del globo, se ultimó en las primeras décadas del siglo y medio. El objetivo, por tanto, del trabajo supone conseguir analizar este periodo de crisis que afectó a la Europa entre 1600-1750 y para ello debemos identificar las causas de la misma y analizar primeramente las características de este siglo XVII.
El volumen copioso de población europea durante el siglo XVI, se estancó y dejó de crecer gradualmente en el siglo XVII. Este vuelco demográfico afectó más enérgicamente a Europa central y a la zona Mediterránea. La tasa anual europea de crecimiento fue de 0,1%, muy por debajo de la del siglo anterior o del posterior si examinamos los índices de natalidad y mortandad. El descenso de la tasa de natalidad tuvo a una doble coyuntura; por un lado, la edad nupcial femenina se demoró hasta cerca de los 30 años, lo que se reflejaba consecuentemente en un menor número de hijos en el matrimonio y, por otro; se observaba una tendencia al alza del celibato. Por otro lado, la índice de mortandad europea se izó a causa de las continuas crisis de subsistencia, con mayor relieve en pueblos de economía cerealista, y a causa de las epidemias de paste bubónica, viruela, tifus y gripe que se sucedieron durante este siglo XVII por toda Europa.
De igual forma, y basándose en lo expuesto anteriormente el volumen económico europeo en esta primera mitad del siglo XVII comenzó a decaer debido a la concatenación de varios elementos o factores. Primero se produjo una crisis de la economía colonial que hizo que el comercio internacional se resintiera de ello y supuso el fin de la gran expansión europea del siglo XVI. El primer escollo comercial se produjo entre 1619 y 1622 como consecuencia del hacinamiento de productos que condujo a una especulación monetaria, es decir, a cambios en los valores del oro y la plata y a emisiones adicionales de cobre. Estas alteraciones de la ley de las monedas tuvieron el efecto de crear un caos monetario. Otro de los factores: las instituciones políticas y sociales de Europa ponían enormes trabas a los comerciantes, los cuales iban acumulando beneficios al haber escasas alternativas para la inversión. En las pocas regiones donde las instituciones apoyaron las innovaciones, hicieron que los mercados internacionales cayeran en sus manos.
Así mismo, la larga depresión económica del siglo XVII no afectó del mismo modo a los países europeos, algunos no se resarcieron jamás en tanto que otros se retrasaron momentáneamente e incluso adquirieron ventajas competitivas.
LA AGRICULTURA
La sociedad europea del siglo XVII era una sociedad rural, esto es, que los estamentos privilegiados, los reyes, aristócratas y clérigos eran estamentos dependientes de la economía campesina. En este siglo, se trató en toda Europa de reorganizar la agricultura, aumentar el poder estatal y renovar las relaciones entre los campesinos y las clases superiores.
En torno a la segunda década del siglo XVII, en casi todas las comarcas europeas crecía el grano como producto básico, y en las áreas más apartadas de las vías de comunicación y de los mercados urbanos, se tendía a la especialización de la cría de ganado. En los [1]puntos centrales de estas zonas especializadas en grano o ganado, se hallaban los grandes mercados como Londres, París, con sus hinterlands, en los que se concentraba una agricultura intensiva orientada al mercado.
No obstante, la producción designada al mercado en la mayor parte de Europa, estribaba en los excedentes de la cosecha que a una familia campesina le quedaba tras haber pagado a las clases sociales superiores diezmos, derechos feudales, y haber aplacado sus necesidades familiares. Por lo tanto, la labor a la que se enfrentaba la economía europea era tratar de incrementar la producción agrícola. El modo más directo de conseguirlo era a través de la extensión de la superficie de la tierra cultivable por medio de deforestaciones, pero no se disponía del capital requerido para ello. Así mismo, se podía aumentar la fertilidad del suelo, lo que implicaba una mayor cantidad de estiércol y un aumento en los rebaños que reducía a su vez la zona arable. El campesino conocía otras opciones como el llamado cultivo alterno, que mejoraba la fertilidad del suelo, y sabía también que podía aumentar la cantidad de estiércol extendiendo la tierra arable si encerraba el ganado en los establos y los cebaba allí.
El campesino era conocedor de prácticas para aumentar la producción, sin embargo, se encontraba con un lastre añadido, puesto que las instituciones eran muy reacias a los cambios. Este es el caso de los propietarios de las tierras que temían que sus arrendatarios agotasen el suelo con demasiadas cosechas, así mismo, el dilema más serio lo constituían los [2]campos comunales en los que la tierra se dividía en bandas, siendo una cantidad de ellas para cada cultivador. El uso de este suelo, además, estaba regulado por una asamblea de todos los labradores de la aldea. Esto suponía que para introducir una innovación agrícola, llegar a un acuerdo resultaba muy difícil y llevaba mucho tiempo. Incluso el propio campesino constituía la oposición ya que intensificar los cultivos significaba aumentar su jornada de trabajo.
El campesino para cubrir las enormes presiones económicas a las que estaba sometido, acentuadas durante los siglos XVII y XVIII, provocaron que el campesino tuviera que fijar un nuevo horizonte, hacia el mercado. Así mismo, como el crecimiento de la población se hizo más pausado, la demanda de bienes de consumo de primera necesidad aminoró, por lo que los precios bajaron; mientras que la demanda de productos agrícolas de lujo tendía a aumentar.
Los cambios políticos y las presiones del mercado, muy diferentes según las circunstancias, hicieron que los estados europeos tomaran caminos divergentes en la agricultura, caminos buenos para unos y malos para otros.
España
La agricultura española, había sido incapaz de cubrir las necesidades de la nación desde las tres últimas décadas del siglo XVI. El control real en los precios del grano ocasionó el desinterés del campesino en la producción de este producto, hasta el punto, de que en la década de 1590-1600 fue necesario importar grano. Estos controles se mantuvieron hasta 1756. Por otro lado, la producción de lanas, principal exportación española; se vio beneficiada por la Corona al prohibir ésta cerrar los campos para no perjudicar a los pastos. A cambio de estos privilegios, la Corona recibía una importante fuente de ingresos por parte de la aristocracia, que tenía en sus manos la cría de ovejas. No obstante, la lana fue perdiendo salidas en el comercio internacional y a finales del siglo XVII, los rebaños se redujeron a la mitad. La mendicidad entonces se hizo endémica y grandes áreas de la Castilla rural se despoblaron. En Valencia, donde la agricultura estaba más orientada hacia el mercado y estaba en manos de los moriscos, la expulsión de éstos provocó el hundimiento de estos productos especializados.
En esta época ardua sólo la agricultura catalana prosperó. Las medidas de su asamblea representativa y la existencia de un mercado urbano, condujeron a una estructura agraria de fincas cerradas que permitió gran diversidad de cultivos.
Italia
Sicilia era la región de Italia que producía un mayor volumen de cereales. El incremento de la población en el siglo XVI provocó a su vez el aumento de la demanda, lo que fomentó una deforestación masiva del suelo en beneficio de la tierra para cultivar. La nobleza, propietaria de la tierra, vivía lujosamente en Palermo y no se preocupaba de invertir capital para aumentar la producción sin agotar el suelo. Así mismo en Nápoles, se creó una clase de agricultores dedicados a los cereales y en el siglo XVII cuando cayeron los precios, se pusieron en una difícil situación y se endeudaron. La Iglesia y los grandes propietarios acumularon entonces grandes fincas dedicadas a la cría de ovejas. En el norte de Italia, Venecia, Lombardía y Piamonte disfrutaban a finales del siglo XVI de una agricultura intensiva basada en una fuerte demanda urbana y en grandes dosis de trabajo. Sin embargo, tras el colapso de las industrias urbanas italianas en el siglo XVII, se redujo la demanda de muchas de las especialidades agrícolas de esta región. En resumen, podemos decir que la agricultura italiana a partir de 1650 evolucionó hacia una posición menos orientada hacia el mercado y a una situación política y social más feudal.
Europa Oriental
En Europa Oriental, la crisis se cebó con el campesinado, que pasó de ser colono libre a la condición de siervo en los grandes latifundios cerealistas. Esta transformación se debió al aumento de la demanda de trigo desde el oeste de Europa. A partir de 1620 este sistema se vio amenazado por el descenso de la demanda occidental que aumentó la producción propia. La reacción de los grandes propietarios nobles fue la de reforzar la servidumbre y los latifundios desarrollando una política de bauernlegen: opresión del campesinado, a la que ni la autoridad real ni la burguesía podía poner coto.
Dinamarca
La nobleza también hizo mucho por aprovecharse del boom de los cereales del siglo XVI, sin embargo, en 1660 una serie de circunstancias condujeron a la ruina del estado y el rey Federico III desmanteló el aparato de control de la aristocracia
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