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La Era Del Imperio


Enviado por   •  13 de Noviembre de 2012  •  1.877 Palabras (8 Páginas)  •  419 Visitas

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La era del imperio, 1875 - 1914

Eric Hobsbawm

La razón y la sociedad

Una forma diferente de pensar, lo entonces impensable, era rechazar de plano la razón y la ciencia.

Las disciplinas heterodoxas ya no eran, como en otro tiempo, supuestas ciencias como la frenología, homeopatía, espiritismo y otras formas de parapsicología, a las que se adherían aquellos que se sentían escépticos respecto al saber convencional del establishment, sino hicieron algunas contribuciones importantes al arte de vanguardia, su impacto en las ciencias naturales fue muy poco importante.

El autodidactismo y el autoperfeccionamiento, fueron unas de las funciones más importantes de los nuevos movimientos obreros y uno de los mayores atractivos para sus militantes. Unos de los atractivos fundamentales del marxismo por sobre las otras ramas del socialismo era precisamente que se trataba de una “socialismo científico”. Darwin y Gutenberg, inventor de la imprenta, eran honrados entre los radicales y socialdemócratas en la misma medida que Tom paine y Marx. Las palabras de Galileo “y sin embargo se mueve” eran citadas constantemente en la retorica socialista para indicar el triunfo inevitable de la causa de los trabajadores.

Las masas se habían puesto en movimiento y estaban siendo educadas. El mismo hecho de que las masas no estuvieran pasivas y se hubieran educado, impulso hacia adelante a la vanguardia de

la vieja ciencia, incluso que al mismo tiempo que su base en la retaguardia se preparaba para la reorganización. Desde el punto de vista de esos hombres y mujeres, si existía alguna crisis no era de la ciencia ni la filosofía, sino la del mundo de quienes vivían gracias a los privilegios, la explotación y la superstición. Y en el mundo que quedaba fuera de la democracia occidental y el socialismo, la ciencia significaba poder y progreso en un sentido todavía menso metafórico. Significaba la ideología de la modernización, impuesta a unas masas rurales atrasadas y supersticiosas por los científicos, unas elites políticas ilustradas de oligarcas inspirados por el positivismo.

En la mayor parte del mundo, ocupado por las razas no blancas, la religión era todavía el único lenguaje para hablar sobre el cosmos, la naturaleza, la sociedad y la política y sancionaba y formulaba todo aquellos que la gente pensaba o hacia.

El lenguaje ideológico puramente secular no atraía en absoluto a las masas, para las que una ideología puramente secular era del todo incompresible. Sería absurdo pensar que en 1914 la religión había retrocedido significativamente con respecto a 1870 o 1780.

En los países burgueses, la religión tradicional estaba retrocediendo con una rapidez sin precedentes, tanto entre las masas como en su condición automática de la urbanización, pues era indudable que la vida en la ciudad

estimulaba la piedad con menos fuerza que la vida de campo, siendo ese fenómeno más acusado, en las grandes ciudades que en las pequeñas. Las ciudades perdieron religiosidad cuando los inmigrantes de las zonas rurales, donde la piedad era más acusada, asimilaron al atmosfera escéptica y religiosa del medio urbano. El termino anticlerical aparición en Francia en el decenio de 1850 y el anticlericalismo se convirtió en un elemento fundamental de la política del centro y la izquierda de Francia a partir de mediados de la centuria, cuando la masonería comenzó a estar bajo el control de los sectores anticlericales.

El anticlericalismo, paso a ser un factor esencial en la política de los países católicos por dos razones fundamentales: porque la Iglesia católica había optado por el rechazo total de la ideología de la razón y el progreso y, en segundo lugar porque la lucha contra la superstición y el oscurantismo unió a la burguesía liberal y a la clase obrera, en lugar de dividir al capitalismo y al proletario. El caso Dreyfus, provoco la separación de la Iglesia y el Estado.

Una de las consecuencias de esa lucha, fue la rápida aceleración de la descristianización. En 1899, en la diócesis de Limoges solo el 2,5% de los niños. En definitiva, en la mayor parte de Europa el progreso y la secularización, caminaron de la mano y ambos avanzaron tanto más rápidamente cuanto que las Iglesias fueron

perdiendo el status oficial que les otorgaba las ventajas del monopolio.

El movimiento en la dirección contraria era realmente poco intenso: algunos anglicanos de clase alta que se convertían a la fe más vigorosa del catolicismo, estetas fin de siècle que se sentían atraídos por el ritual lleno de colorido y, tal vez, sobre todos aquellos individuos defensores de la irracionalidad para quienes el mismo absurdo intelectual de la fe tradicional demostraba su superioridad, frente a la simple razón, y algunos reaccionarios que apoyaban el gran baluarte de la tradición antigua y de la jerarquía aunque no creyeran en él.

El beneficiario natural de esa combinación de democratización y secularización fue la izquierda política e ideológica, y fue en su seno donde florecieron las viejas creencias burguesas en la ciencia, la razón y el progreso.

El heredero más impresionante de las antiguas certezas (trasformadas política e ideológicamente) fue el marxismo, el corpus de ideología y doctrina elaborado tras la muerte de Karl Marx. El propio Kautsky, comenzó considerando la teoría marxista de la historia como “no otra cosa sino la aplicación del darwinismo al desarrollo social” y en 1880 afirmo que el ámbito de la ciencia social el darwinismo enseñaba que “la transición de una concepción antigua a otra nueva del mundo se produce de forma inevitable.”

Karl Marx,

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