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La Mujer En Roma

AngelicaGarrido8 de Abril de 2013

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LA MUJER EN ROMA

INTRODUCCIÓN

La mujer libre romana estaba sometida a su padre o a su marido y carecía de derechos políticos. Las niñas tampoco recibían la misma educación que los niños, raramente iban a la escuela media y nunca a la superior, aunque algunas alcanzaron un alto nivel cultural gracias a preceptores particulares.

A pesar de todo esto, la mujer disfrutaba de una gran consideración dentro de la familia y desde la época imperial disponía de un grado de libertad, mayor que las mujeres de otras sociedades de la antigüedad. Llevaba una intensa vida social propia (salía a comprar, participaba en banquetes e incluso trabajaba en oficios que no se consideraban femeninos) y acompañaba al marido a actos oficiales o espectáculos.

En el siglo II a.C. Cornelia fue un modelo de matrona romana. Permaneció fiel a su marido Tiberio Sempronio Graco. Se preocupó especialmente de la educación de sus hijos y, a través de estos, tuvo una influencia decisiva en la política romana. Recibía a hombres cultivados en sus 'terturlias culturales', sus cartas fueron publicadas y se le erigió un busto en su honor en Roma.

Muchas mujeres tenían acceso a la educación, bien asistiendo a escuelas elementales o por medio de tutores privados. Tampoco es raro, ni está mal visto, que tengan conocimientos de geometría o filosofía.

También Salustio nos habla de una tal Sempronia que presenta multitud de características que parecerían reservadas a los hombres, el hecho de que es ella la que solicita o toma la iniciativa con los hombres.

Séneca se queja de que muchas mujeres cuentan los años por sus divorcios en vez de hacerlo por los consulados. Por otra parte Ovidio, en su Arte de Amar muestra que conoce la sexualidad femenina y se preocupa porque también la mujer disfrute en el acto sexual.

1.1 Educación

Las niñas de familias acomodadas iban a la escuela hasta los doce años. Después de esta edad pocas mujeres continuaban educándose, con la autorización de su marido o padre, a través de preceptores que les enseñaban los clásicos. Era normal que hubiera mujeres que adquirían una cultura de entretenimiento, como cantar, danzar y tocar un instrumento. Estas actividades artísticas se alaban mucho en las mujeres “honestas”. A los doce años había muchachas que ya estaban otorgadas a un marido, aunque no se hubiera consumado el matrimonio. Una mujer se consideraba adulta a los catorce años, todos la llamaban entonces “señora”. Las familias ricas encerraban a sus hijas en sus casas y las ponían a hilar con rueca y con huso, con lo cual demostraban que pasaban el tiempo sin hacer nada malo.

2.1 Obligaciones

Las señoras ricas no tenían obligaciones como amas de casa porque su marido era quien mandaba sobre los esclavos. Estas mujeres ni siquiera debían esforzarse en vestirse o calzarse por sí mismas porque ese era el trabajo de las esclavas. Sin embargo, la libertad de estas señoras era relativa. Siempre estaban acompañadas, incluso había algunas que dormían con una esclava en su cuarto, para que las cuidaran. La decencia y el cuidado de su rango obligaba a una dama a salir de casa acompañada por sirvientes, señoritas de compañía y un caballero de servicios. Sólo debidamente acompañadas las mujeres tenían derecho a visitar a sus amigas. Las damas muy recatadas salían lo menos posible y sólo se mostraban en público cubiertas por un velo.

3.1 Matrimonio

El matrimonio tenía en Roma distintos nombres: coniugium, matrimonium, connubium, consortium. Para que el matrimonio sea valido hacen falta cuatro condiciones:

-la pubertad: capacidad fisiológica para poder tener hijos. En las mujeres doce años y catorce en los hombres.

-el consentimiento de los esposos: en una primera época el paterfamilias decidía sin la opinión de sus hijos.

“Cualquier animal, cualquier esclavo, ropa o útil de cocina, lo probamos antes de comprarlo; sólo a la esposa no se la puede examinar para que no disguste al novio antes de llevarla a casa. Si tiene mal gusto, si es tonta, deforme, o le huele el aliento, o tiene cualquier otro defecto, sólo después de la boda llegamos a conocerlo…”

Más tarde los matrimonios solían realizarse con el consentimiento de ambos esposos.

- el consentimiento del paterfamilias: si éste se opone, el matrimonio no puede realizarse.

- el connubium: facultad legal para contraer nupcias, o sea, ser ciudadano romano. Los impedimentos para que se celebrara el matrimonio eran los siguientes:

- el parentesco en línea descendiente y ascendiente (padre-hija; abuelo-nieta o viceversa) estaba prohibido. En línea colateral (hermano-hermana) también y estaba, asimismo, prohibido el matrimonio con sobrinos y sobrinos-nietos.

- la afinidad: estaba prohibido casarse con familiares de la esposa.

- otros: prohibición de casarse entre patricios y plebeyos por la Ley de las XII Tablas hasta que la Ley Canuleia lo permitió.

Cualquiera de estas condiciones originaban la nulidad del matrimonio.

3.2 La ceremonia en el matrimonio

Antes de la celebración del matrimonio, se hacían los esponsales (sponsus, sponsa). No debe hacerse antes de que los contrayentes tengan menos de siete años. Los esponsales no obligan al casamiento. El novio enviaba la arra (una cantidad de plata o un anillo) a la novia y se celebraba una comida familiar y la sponsa recibía regalos.

Había distintos tipos de matrimonios:

• Ad manus: el marido tenía el poder sobre su esposa. Éste podía conseguirse por:

-la convivencia de un año.

-por una ceremonia religiosa (poco a poco fue desapareciendo).

-por la venta de la mujer, o mejor dicho, por la venta de la potestad sobre ella.

• La manus se extingue por la muerte de uno de los cónyuges.

- sine manu: servía para proporcionar hijos por consentimiento de ambos pero sin unión de sangre.

La mujer pertenece a su primitiva familia y no pasa a la de su marido.

“Con indigna injuria me afliges, ¡oh padre! Porque si creías que Cresfonte era malo, ¿por qué me casabas con él? Pero, si es hombre de bien, ¿por qué quieres forzarme a abandonarlo? Creía entonces que era bueno, erré; después lo conocí, y habiéndolo conocido, me aparto de él...”

Para este matrimonio no hacía falta ceremonia alguna o formalidad alguna, por lo que era difícil demostrar su existencia. La ceremonia de la boda tenía que ser en una fecha adecuada, por ejemplo, mayo era un mal mes, y para ello había que consultar los auspicios.

“No fue momento adecuado de antorchas ni para la viuda, ni para la virgen. La que se casó, no duró mucho. También por esta causa (si tienes en cuenta los refranes). Las perversas se casan en el mes de Mayo., dice el vulgo…”

La víspera de la boda la novia recogía sus juguetes y los consagraba a un dios (Venus, los Penates domésticos, la Fortuna Uirginalis,...), luego dejaba sus vestidos de niña y se vestía el traje nupcial: una túnica blanca que llegaba hasta los pies (regilla) y un cinturón que la ceñía con un nudo especial (nodus Herculeus). La casa se adornaba con guirnaldas y flores. La novia se hacía un peinado especial y se echaba un velo que no cubría el rostro excepto en ciertos momentos. A la novia la acompañaba una matrona que sólo había conocido a un hombre (uniuira).

El padre de la novia realizaba un sacrificio para consultar los auspicios. Si estos eran favorables, los dioses bendecían la unión. Se firmaban los testimoniales del contrato matrimonial en presencia de diez testigos.

La matrona (pronuba) unía las manos derechas de los esposos y un niño, entre ambos, que sostenía una antorcha, personificaba al dios Himeneo. Se realizaba un sacrificio de un buey o de un cerdo y después se celebraba la cena nupcial en casa de la novia.

Por último, se acompañaba a los novios a la casa y la novia era raptada del brazo de sus padres de forma fingida, como ocurría en Grecia. Tres jóvenes, cuyos padres estuvieran vivos, llevaban junto a la esposa el huso, la rueca y una antorcha de espino blanco encendida en casa del padre de la novia.

¿Quién eres tú?.

y la esposa respondía:

Dónde tú eres Cayo, yo soy Caya…

Los acompañantes la levantaban para que no tocara el umbral con el pie y el marido la recibía entregándole el agua y el fuego, símbolos del hogar. Al entrar, la novia rezaba a los dioses de su nueva casa. El cortejo se disolvía y la pronuba conducía a los recién casados a la alcoba. Allí daba unos últimos consejos a la novia y se marchaba.

Al día siguiente, la novia ya era considerada matrona:

“Se llama propiamente matrona a la señora casada con un varón, mientras dura su matrimonio, su nombre deriva de matre…”

Finalmente el rito acababa en una comida a la que asistían sólo los más íntimos de ambas familias, en la casa del novio. Los efectos del matrimonio son evidentes desde el primer día:

- la esposa participa de la condición social del marido pero no pierde su cualidad de plebeya o de liberta, si es que lo es cuando se casa con un patricio.

- el marido controla la dote y, si hay separación, no está obligado a devolverla. La dote es habitual y, si la joven no la lleva al matrimonio, es como si fuera una concubina

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