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La doctrina y el territorio del Estado mexicano en el siglo XX


Enviado por   •  17 de Noviembre de 2011  •  Trabajos  •  2.558 Palabras (11 Páginas)  •  680 Visitas

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“La doctrina y el territorio del Estado mexicano en el siglo XX”

El territorio es un elemento esencial del Estado; es el espacio sobre el que se encuentra instalada la comunidad nacional. Se considera el segundo elemento del Estado, situado en la doctrina clásica detrás de la población y antes del gobierno u organización política.

La noción de territorio, al decir de De Rousseau, abarcando su contenido tanto lo que indica la aceptación etimológica y ordinaria del término, como el espacio aéreo situado sobre la superficie del Estado, noción que siguiendo al autor citado, jurídicamente ofrece el inconveniente de confundir las de espacio y territorio, lo que puede conducir a calcar los regímenes jurídicos del mar territorial y espacio aéreo sobre el del territorio propiamente dicho.

La moderna doctrina reconoce la importancia de este elemento para la construcción jurídica del concepto de Estado, puesto que sobre él se instala el primero de los elementos citados, la población, constituida en comunidad nacional.

En el Estado moderno el territorio presenta dos caracteres: estabilidad, en el sentido de que la colectividad nacional se instala en él de manera permanente, y limitación, entendido como que viene especialmente determinado por límites señalados de manera precisa y difícilmente variables, las fronteras, en cuyo interior ejercen su actividad la población y el gobierno, si bien se hace necesario señalar que este carácter ha sido modernamente no tenido en cuenta por la llamada teoría del Estado fluido, de raíz soviética, y por la teoría hitleriana del Estado dinámico de fronteras móviles, de conocidas consecuencias ambas en su aplicación práctica.

Entre todas las teorías jurídicas formuladas para intentar explicar la relación existente entre el Estado y su territorio, destacan aquellas que ven en el territorio simplemente un elemento constitutivo del Estado, el objeto mismo del poder estatal, un límite geográfico a la acción de los gobernantes y, finalmente, un título de competencia que justifica la acción estatal.

El territorio como elemento constitutivo del Estado. Rousseau resume esta teoría, de importante influencia en la doctrina francesa del Derecho público interno, diciendo que el territorio es un elemento subjetivo del Estado personificado, que forma parte integrante de su naturaleza y se halla afectado de modo exclusivo al ejercicio del poder público. El propio autor citado no considera aceptable la teoría expuesta al principiar en una confusión entre condición y elemento y fundarse en la personalidad del Estado considerada como postulado. Además de ello esta teoría se muestra imposibilitada de explicar gran parte de los fenómenos y situaciones que en Derecho Internacional pueden afectar al territorio estatal.

El territorio como objeto mismo del poder estatal. En función de la interpretación del poder estatal como un derecho real de propiedad o común un derecho real de soberanía, se hace necesario un estudio diferenciado de la teoría conocida como del territorio-objeto. La primera interpretación, residuo del Estado patrimonial, es rechazable por idénticas razones que esta concepción del Estado, al confundir los conceptos de dominium e imperium. Pero también lo es la segunda interpretación por cuanto para su admisión es necesaria la de la ficción de la personificación del Estado como titular de derechos subjetivos, así mismo como porque, al decir de Duguit, el imperium significa un poder de mando no ejercitable sobre un territorio, sino sobre personas y los hechos que realicen.

La Teoría del territorio límite. Concibe esta teoría al territorio como el perímetro dentro del que se ejerce el mando del Estado, el límite material de la acción efectiva de los gobiernos, según Duguit o, con Carré De Malberg, el marco dentro del cual se ejerce el poder estatal. Fácilmente puede criticarse la anterior teoría, pues el territorio, además de límite, proporciona al Estado un título positivo de competencia sin el que no queda habilitado para actuar.

Mientras que en la Teoría de la competencia. Dominante en la actual literatura jurídica, considera al territorio como la porción de la superficie terrestre sobre la que se aplica, con posibilidad real de ejecución, el ordenamiento jurídico del Estado, y ello por integrarse de manera plena en la moderna concepción de las prerrogativas estatales como conjunto de competencias atribuidas a los detentadores del poder público y sus agentes para la realización de funciones de interés social. Explica esta teoría las funciones territoriales entre Estados como simples transferencias de competencias, siendo capaz de adaptarse a toda situación territorial que se presente gracias a la ductilidad de dicha noción de competencia.

Ahora en el territorio mexicano se tiene que enunciar el poder durante el régimen de Porfirio Díaz que había establecido con el territorio una relación estrecha mediante el valor de la unión, que se tradujo en el nombramiento de jefes políticos provincianos, en el énfasis que se le da al nombre oficial del país: Estados Unidos Mexicanos, y en la ejecución de la obra pública fundamental de este régimen, los ferrocarriles. Todo tendía a solidificar y legitimar un poder nacional, central fuerte. El Estado ejercía plenamente su poder a través de su capacidad de decisión sobre el territorio, por lo que disponía de él, de acuerdo a los intereses de la nación, en gran medida los intereses del centro geográfico y político del país, ligados a los del exterior.

Una vez depuesto aquel gobierno, al tomar el poder los grupos revolucionarios y, más tarde, al consolidarse su poder e irse conformando el Estado-Nación mexicano revolucionario, el territorio es considerado con un fuerte acento mítico y simbólico. Se desarrolla un discurso, por una parte, que lleva a cabo una metonimia entre territorio y nación, basada en la soberanía y en el ejercicio del poder estatal para disponer de cada una de sus partes y escalas geopolíticas. El Estado concibe al territorio como un elemento fundamental en el proyecto de Nación, que a partir de entonces y hacia el futuro, se proponía tener. Es decir, que en esa génesis, el Estado revolucionario mexicano, toma en cuenta principalmente a la escala nacional del territorio, proponiendo una amplia perspectiva a futuro, que, a través de las leyes y la educación, incorporaría a la identidad nacional. Estos principios y valores subsisten el resto del siglo XX. Durante la lucha armada iniciada en 1910, el territorio era el escenario de lucha y luego fue elemento de la patria a transformar. La obra realizada por el Antiguo Régimen porfirista, tendiente a unir el territorio nacional mediante una red de ferrocarriles, fue fundamental.

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