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Las rebeliones del pueblo Guaraní contra los conquistadores españoles

calula2518 de Marzo de 2015

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Las rebeliones del pueblo Guaraní contra los conquistadores españoles

Entre 1537 y 1616 se registraron veinticinco rebeliones de los indios Guaraní contra la invasión de la dominación española. No querer trabajar para los españoles y al mismo tiempo reafirmar sus tradiciones religiosas amenazadas, fueron las dos principales causas. El levantamiento del cacique Oberá en la región de Guarambaré, por el año de 1579 es un caso paradigmático de lo que fueron muchos de los movimientos de liberación Guaraní.

Por Bartomeu Meliá (*)

Los movimientos de resistencia activa contra la invasión de la dominación española por parte de los indios Guaraní fueron mucho más numerosos que lo que deja entrever la historiografía tradicional, que habla sobre todo de “alianza hispano-guaraní” y de mestizaje. Entre 1537 y 1616 los documentos históricos registran nada menos que veinticinco rebeliones de los Guaraní contra la colonización española (Necker 1979: 249-54). Y lo curioso es que la mayoría de estos movimientos y rebeliones presentan una típica estructura profética.

El mismo año en que fue implantado formalmente en el Paraguay el sistema de la encomienda, en 1556, surge el primer movimiento mesiánico de que se tiene noticia documental; un movimiento que apela al revivalismo de la tradición religiosa guaraní.

“Tenemos nueva que entre los indios se ha levantado uno, con un niño que dice ser Dios o hijo de Dios, y que tornan con esta invención a sus cantares pasados, a que son inclinados de su naturaleza: por los cuales cantares tenemos noticia que en tiempos pasados muchas veces se perdieron, porque entretanto que dura, ni siembran ni paran en sus casas, sino, como locos, de noche y de día, en otra cosa no entienden, sino en cantar y bailar, hasta que mueren de cansancio, sin que quede hombre ni mujer, niño ni viejo, y así perden los tristes la vida y el ánima” (CI 1877:632).

Se refiere probablemente al mismo movimiento el conquistador Domingo Martínez, candidato a clérigo, en su carta del 2 de julio del mismo año de 1556.

“Son tan crédulos entre ellos que, con haber tanto tiempo que algunos de ellos son bautizados y vienen aquí cada día de fiesta, si una vieja o un indio, el más malaventurado entre ellos, se levanta y dice que es Dios, o dice que no es bautizado si él no los bautiza, luego la tierra se despuebla toda para ir a él a se tornar a bautizar o a oir su palabra como Dios. Y así ha acontecido, pocos días ha, que fue menester justicia en algunos de ellos, y luego la cosa cesa…” (CI 1877: 625-26)

El clérigo Martín González, enemistado con el obispo De la Torre desde la llegada misma de éste a Asunción, atribuye el levantamiento indígena a que el obispo “echó a los indios de la doctrina”. Pero tanto en la carta de Martín González como en la de Domingo Martínez, el levantamiento surge en el contexto de una opresión que los indios consideran intolerable y a la que intentan responder ya sea con resistencia pasiva al trabajo, ya con la huida al monte, a su libertad y a sus tradiciones.

El encomendero Martínez, por ejemplo, se desesperaba al no conseguir que las indias trabajen tanto y como él quisiera. Despechado, achaca a las indias que “su gloria no es sino echar a perder a los cristianos, y destruir cuanto hay, sin más cuenta y razón, de que si les preguntan por ello, y dicen ellas erua (=erungua), que es como quien dice no sé, y sacarlas de allí, aunque lo sepan, después que dicen no, aunque las desuellen, es por demás (CI 1877: 626).

“Viendo estos naturales su trabajo no tener fin, antes ahora doblarse, este verano sé que se quieren ir de aquí, y estoy cierto que se irán más de dos mil…” (CI 1877: 667)

Los fenómenos libertarios se dieron seguramente entre los Guaraní ya antes de la confrontación con el mundo colonial, siendo manifestación de la especial estructura de profetismo de los chamanes guaraní. Pero la dimensión contestataria sin dudas se acentúa cuando los trabajos impuestos por el régimen colonial se hacen más continuos e insoportables; y muy concretamente a partir de la encomienda que es un sistema que pretende someter no solo a los individuos (mujeres y esclavos), sino a las comunidades con sus caciques y familias. La teoría y la práctica de la encomienda se basa en un dominio político en vistas a la explotación económica.

Durante décadas los Guaraní cantarán la epopeya de su libertad amenazada en sus danzas de liberación; y la represión colonial será despiadada.

“El antiguo Paraguay habitado por los indios Guaraní fue durante dos siglos la tierra de elección de mesías y profetas indígenas. Ninguna otra región cuenta con tantos movimientos de liberación mística… Su multiplicación en el momento en que conquistadores y jesuitas establecen su dominación y se esfuerzan por destruir la antigua civilización, se explicaría por la desesperación que se apoderó de los Tupinambá y de los Guaraní. Esta desesperación lo habría animado a escuchar a los profetas que se levantaban entre ellos y que les ofrecían como solución la huida hacia la tierra-sin-mal o la venida próxima de una edad de oro.

Rebeliones guaraníes contra la represión colonial

Ya se ha hablado del levantamiento de 1556, el primero de carácter mesiánico del que se tiene noticia; había habido otros alzamientos, en 1539 y en 1543, pero en ellos este aspecto no está documentado (Necker 1979: 249-50).

En 1559, con el lema “Libertad y guerra sangrienta contra los españoles” se produce una nueva rebelión en la comarca de Acahay o Acaraiba (Díaz de Guzmán 1943: Lib. III, Cap VIII). En 1561 surge otra en el Guayrá, acaudillada por “caciques poderosos de la provincia encomendados en Asunción” (Díaz de Guzmán 1943: Lib. III, Cap XI).

En 1568 “era grande la rebelión de la tierra” (Aguirre 1949-51, II: 169-70).

“Mandó Cáceres que no se envíen los indios Yanaconas ni de respartimiento a la yerba, porque estando bautizados hablan herejías y rebelan los demás indios” (Provisión del 30 de diciembre de 1569) (Ibid).

Los indios de la comarca de Yeruquisaba (que significa precisamente “lugar del canto y de la danza) y de la de Tanimbú, en la cuenca del Jesui, “estaban encomendados a los vecinos de la ciudad y volvían a sus idolatrías, profanando el santo bautismo que habían recibido”. Era el año de 1577 (Aguirre 1949-51, II: 195-96)

Un año después aparece nueva rebelión, que se dice instigada por los “payés” y “hechiceros”, quienes “con palabras heréticas infaman el santo bautismo y fe católica” (Aguirre 1949-51, II: 199).

Los indios de Acahay, Tebicuary y Ybytucurusu se rebelaban otra vez en 1589.

“Por causa de ciertos cantores que con sus cantos los hacen cometer alguna ceremonias y ritos con que se apartan del servicio de Dios y no vienen a servir a sus encomenderos” (Aguirre 1949-51, II: 210).

En 1591 y 1592 se tuvo que acudir a la pacificación de los indios del Paraná (Aguirre 1949-51, II: 212). No querer trabajar para los españoles y al mismo tiempo reafirmar sus tradiciones religiosas amenazadas, son las dos principales características de las rebeliones indígenas, de las que se han enumerado aquí sólo algunas más significativas.

El resplandor de un profeta: Oberá

El levantamiento de Oberá en la región de Guarambaré, por el año de 1579, teniendo en cuenta cómo se procesaba la historia de la conquista española en tierra de los Guaraní, no es un caso ailado de resistencia contra la colonia. Más aun, puede considerarse como un paradigma de lo que fueron muchos de los movimientos de liberación Guaraní.

La historia de Oberá es conocida principalmente a través de los malos versos del arcediano Martín Barco de Centenera, quien dice haber actuado personalmente en la acción punitiva contra el principal seguidor de Oberá, Guaycará (Barco de Centenera 1602: Canto XX).

El padre Pedro Lozano, años más tarde, al historiar la conquista del Paraguay no hace sino retomar, en prosa, los datos del poema de Centenera (Lozano 1873-75, III: 210-32)

Oberá aparece como indio bautizada que en uno de los pueblos de indios encomendados a los españoles habría escuchado las enseñanzas religiosas impartidas por el sacerdote Martín González. Intérprete de la opresión en que vivían los Guaraní, Oberá, con su rara elocuencia, verdadero señor de la palabra, ofrecía a su gente que “los libertaría de la sujeción de los españoles” (Íbid.: 211).

Oberá, como digo, se llamaba,

que suena resplandor en castellano:

en el Paraná grande éste habitaba,

el bautismo tenía de cristiano:

más la fe prometida no guardaba,

que con bestial designio a Dios, tirano,

su hijo dice ser, y concebido

de virgen, y que virgen lo ha parido.

La mano está temblando de escribillo,

más cuento con verdad lo que decía,

con loca presunción aquel diablillo,

que más que diablo en todo parecía.

Los indios comenzaron a seguillo

por todas las comarcas do venía,

atrajo mucha gente así de guerra,

con que daños hacía por la tierra.

Dejando, pues, su tierra y propio asiento,

la tierra adentro vino predicando:

no queda de indio algún repartimiento,

que no siga su voz y crudo mando,

con este impío pregón y mal descuento

la tierra se va toda levantando,

no acude ya al servicio que solía,

...

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