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Los cambios estructurales del Siglo XIX: la era del progreso


Enviado por   •  1 de Julio de 2019  •  Ensayos  •  2.563 Palabras (11 Páginas)  •  241 Visitas

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Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales

Historia Económica

Ensayo de la Agenda #2

 “Los cambios estructurales del continente europeo durante el siglo 19”

Nombre: María Fernanda Zúñiga Valenzuela

Profesor: Nelson Salazar

Fecha de entrega: 25 de febrero de 2017


Los cambios estructurales del Siglo XIX: la era del progreso

La Revolución industrial a veces ha sido considerada como una catástrofe que profanó el panorama europeo y brindó oportunidades sociales y terribles dificultades físicas a los trabajadores (Ignatieff, 1979). Sin embargo, es una marca importante y beneficiosa de progreso. A pesar de las guerras destructivas y el rápido crecimiento de la población, el nivel de vida material de la mayoría de los países europeos mejoró, y las innovaciones técnicas no solo trajeron recompensas económicas sino que también provocaron un mayor ingenio intelectual (Rodden, 2011). Hoy en día se considera la innovación no solo como un curso económico, sino como un proceso social y cultural influenciado por factores tales como la guerra y la paz y el marco del derecho y las instituciones.

El presente ensayo se constituye por seis partes incluyendo la presente introducción en primera instancia. En segundo lugar, se describen los cambios demográficos que ocurrieron en el siglo XIX y que influenció la dinámica migratoria europea y mundial, junto con la distribución de la población. Posteriormente, se habla de las industrias que más se beneficiaron de los avances tecnológicos de la revolución industrial, que cambios se dieron en el uso de los recursos naturales y que efecto tuvo la demanda de estos sobre la política colonialista europea. Luego, se presenta un contraste con el siglo pasado en cuanto a los cambios que hubo en relación con la educación.  Se prosigue con la exposición del marco institucional de la actividad económica en la Europa del siglo XIX, haciendo hincapié en el marco legal británico; y, tomando en cuenta los pensamientos de Adam Smith y Karl Marx en cuanto a la revolución industrial y su reconfiguración de la realidad económica y social. Por último, se detallan las conclusiones del ensayo en cuestión.

En el siglo XIX se aceleró el crecimiento de la población en Europa, tanto que en 1900 representaban un cuarto de la población mundial. Muchos investigadores asociaron la industrialización como el principal componente que determinó el crecimiento de la población; sin embargo, se dio a conocer que no había correlación entre ambos y que existían otros factores causales que fueron determinantes en el crecimiento de la población, como las mejoras en el transporte y el bajo costo del mismo lo cual permitió la importación de alimentos a gran escala, así también el aumento de la cantidad de tierra cultivada y la productividad agrícola (Cameron & Neal, 2002).  En el gráfico que sigue tomado del libro “El Capital del siglo XXI”, (Piketty, 2014) se muestra cómo después de milenios de baja población mundial, a principios del siglo XVIII se produce un despegue en cuanto a tasa anual de crecimiento de dicha población. Y el verdadero crecimiento exponencial, sin embargo, surge a mediados del siglo XIX y en menos de dos siglos y medio se ha pasado en el planeta de 1000 millones de habitantes a 7000 millones.  Según (Lee, 2003) en su artículo “The Demographic Transition: Three Centuries of Fundamental Change”, al hablar de crecimiento poblacional también entra en juego la disminución de la tasa de mortalidad, que fue debido a la reducción de enfermedades contagiosas e infecciosas, al aumento de las medidas de salud pública, y la mejora de la higiene personal. Además, la mortalidad por hambruna se redujo mediante mejoras en el almacenamiento y el transporte que permitieron la integración de los mercados alimentarios regionales e internacionales, suavizando las variaciones locales en la producción agrícola (Cincotta & Engelman, 1997). Los aumentos seculares en los ingresos llevaron a una mejor nutrición en la infancia y durante toda la vida. Los cambios demográficos en Europa dieron lugar a muchos otros cambios como la estructura familiar, la salud, las instituciones para ahorrar y apoyar la jubilación e incluso en los flujos internacionales de capital y personas.[pic 2][pic 3]

Esto último alude a la migración tanto interna como internacional, ambas que fueron posible gracias al bajo coste del transporte. La mayoría de los emigrantes se trasladaban por mejores expectativas de vida que ofrecía el extranjero, más el hecho de la presión económica que existía en su país; y, una parte huía de conflictos políticos y persecución. Más de 40 millones de personas emigraron de Europa al Nuevo Mundo. Esta migración masiva representó una transferencia de población sin paralelo que tuvo profundos efectos en la distribución mundial de la población, los ingresos y la riqueza (Hatton & Williamson, 1992). Sin embargo, para el desarrollo económico fue mucho más importante la migración interna, ya que se dieron cambios en la concentración de la población en todos los países, siendo el más importante la urbanización (Cameron & Neal, 2002). La población de los países industriales tenía ahora preferencia por las ciudades y las más grandes. Así pues, hubo una distribución de las poblaciones en zonas rurales y urbanas. En las ciudades pequeñas se mantuvo constante el crecimiento de la población, mientras que la proporción en las ciudades más grandes paso a más del 70%. La mayoría del resto de las naciones industriales estaban al menos urbanizadas en un 50%, e incluso las naciones predominantemente agrícolas empezaron a mostrar una tendencia creciente a la urbanización. En las sociedades preindustriales la población vivía en zonas rurales, a diferencia de las naciones industriales.

En la Europa preindustrial, debido al cambio tecnológico y el aumento de la demanda de los recursos naturales, se dio lugar a que recursos que eran desconocidos o de valor nulo adquirieran una importancia crucial, como el gran ejemplo del carbón de piedra. Pese a esto, las demandas de la industria aumentaron en gran medida la necesidad de su uso. Esto repercutió en la busca de nuevos yacimientos, inversión en investigaciones científicas para poder incrementar su explotación. Y cuando se llegaban a agotar los recursos del país, la búsqueda de nuevos recursos se expandía a ultramar, donde se facilitaba la colonización de nuevos territorios, entre ellos zonas de África, Latinoamérica y Asia. La sobreexplotación de los recursos, de acuerdo con (Ramírez & Antero, 2014), trajo como consecuencia, la sobrecarga de los ciclos de vida de los desechos sólidos, líquidos y gaseosos, por lo que se empezó a presentar concentración de desechos, y con el paso del tiempo se ha vuelto perjudicial para el medio ambiente. Del mismo modo, el desarrollo de la tecnología dio lugar a la superioridad industrial de la industria textil del algodón y la fabricación del hierro, donde su base fue el carbón de piedra como combustible industrial y la creciente utilización de la máquina de vapor como fuente de energía mecánica (Cameron & Neal, 2002). Las industrias textiles eran las que más mano de obra empleaban y las más importantes en términos de valor de producción de todas las industrias fabriles en casi todos los países, en consecuencia experimentaron numerosas técnicas secundarias al tiempo que expandían la producción enormemente.

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