MAQUINARIA E INDUSTRIA, ACUMULACION ORIGINARIA
marlonguerrero1817 de Febrero de 2015
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La maquinaria empleada por el capitalismo no persigue ni mucho menos el objetivo de ayudar al proletario a hacer más rápida si actividad, su finalidad como la de todo otro desarrollo de la fuerza productiva de trabajo es simplemente rasar las mercancías, acotar la parte de la jornada del trabajo en que el obrero necesita trabajar para sí, y, de ese modo alargar la parte de la jornada que entrega gratis al capitalista. Es un medio para la producción de plusvalía.
Estas palabras que vienen en la primera parte del capital, capitulo trece, quieren decir, como hemos visto anteriormente y en otros cursos, que el capital no es un sistema para el bien de la sociedad, es un sistema que solo beneficia al capitalista y el objetivo de este sistema es tener mayor ganancia.
Es un sistema en que se intentara tener mayor plus trabajo que es el excedente del trabajo que son las horas o productos que le salen gratis al capitalista. Con la creación de máquinas esto era posible, infiriendo que al principio de este proceso se tenía que invertir obviamente, pero al hacer la inversión de estas máquinas, se podía dejar de contar con “x” cantidad de trabajadores y desprenderse de otros para que esta inversión fuera equilibrada pues como he mencionado el capitalismo no es un sistema que quiera hacer rico al proletariado si no al capital mismo.
La máquina que arranca la revolución industrial sustituye al obrero que maneja una sola herramienta por un mecanismo que opera con una masa de herramientas iguales o parecidas a la vez y movida por una sola fuerza motriz, cualquiera que sea la forma de esta”. Esto fue uno de los grandes conflictos que surgió en esta época de industria pues se prescindía de ya de obreros calificados para realizar una u otra actividad, con esto queremos quiero decir, que la fuerza de obra se abarataba pues como lo dice el mismo Marx para el capitalismo el obrero solo es un fuerza motriz que utiliza una herramienta para realizar una mercancía. Pero cuando llega la maquina a un mundo donde existía la manufactura el capitalista solo podía hacerse esta pregunta ¿Qué me beneficia más, tener un obrero que hace 20 mercancías en una hora y le tengo que pagar o una máquina que hace 60 mercancías en el mismo tiempo, que tiene un costo pero a la larga será redituable? Con una lógica bastante obvia de un ejemplo muy simple y burdo la respuesta es sencilla para una doctrina en donde la intención es generar una mayor ganancia. A pesar de que la industria su base técnica fue la manufactura, conforme esta fue creciendo y se fue requiriendo menos de estos obreros con una alta calidad de las mercancías se fueron olvidando pues este régimen la calidad no es el ideal primordial.
En el capitalismo, en la gran industria se fue mejorando cada máquina, de hecho se supone cada máquina era la mejora y la utilización de recursos naturaleza de herramientas anteriores que con la llegada de nuevas innovaciones estas eran sustituidas hasta el punto donde la gran industria no tuvo más remedio que apoderarse de su medio característico de producción de la máquina y producir maquinas por medio de máquinas.
Consecuencias de la gran industria:
a) Apropiación por el capital de las fuerzas de trabajo excedentes.
El trabajo de la mujer y del niño
La maquinaria, al hacer inútil la fuerza del músculo, permite emplear obreros sin fuerza muscular o sin un desarrollo físico completo, que posean, en cambio, una gran flexibilidad en sus miembros. El trabajo de la mujer y del niño fue, por tanto, el primer grito de la aplicación capitalista de la maquinaria. De este modo, aquel instrumento gigantesco creado para eliminar trabajo y obreros, se convertía inmediatamente en medio de multiplicación del número de asalariados, colocando a todos los individuos de la familia obrera, sin distinción de edad ni sexo, bajo la dependencia inmediata del capital. Los trabajos forzados al servicio del capitalista vinieron a invadir y usurpar, no sólo el lugar reservado a los juegos infantiles, sino también el puesto del trabajo libre dentro de la esfera doméstica y, a romper con las barreras morales, invadiendo la órbita reservada incluso al mismo hogar.
El trabajo que realizaban un obrero ya no era necesario expuesto con la anterior cita del capital, el trabajo de la mujer o del niño tal vez sin menos preciar géneros, no era de lo mejor pero era más barato, pues no se necesitan de conocimientos previos para realizar una actividad, algo que era mucho más conveniente para el capitalista.
b) Prolongación de la jornada de trabajo
Si la maquinaria es el instrumento más formidable que existe para intensificar la productividad del trabajo, es decir, para acortar el tiempo de trabajo necesario en la producción de una mercancía, como depositaría del capital, comienza siendo, en las industrias de que se adueña directamente, el medio más formidable para prolongar la jornada de trabajo haciéndola rebasar todos los limites naturales. De una parte, crea nuevas condiciones, que permiten al capital dar rienda suelta a esta tendencia constante suya, y de otra, nuevos motivos que acicatean su avidez de trabajo ajeno.
En primer lugar, en la maquinaria cobran independencia la dinámica y el funcionamiento del instrumento de trabajo frente al obrero. Aquél se convierte, de suyo, en un perpetuum mobile, que produciría y seguiría produciendo ininterrumpidamente si no tropezase con ciertas barreras naturales en sus auxiliares humanos: su debilidad física y su obstinación. Considerado como capital y en función de tales como el autómata, la maquinaria encuentra en el capitalista conciencia y voluntad. Las máquinas nacen, pues, dotadas de la tendencia a reducir a la mínima resistencia las barreras naturales reacias, pero elásticas, que les opone el hombre. Esta resistencia tiende, además, a ceder ante la aparente facilidad del trabajo para la máquina y ante la intervención del elemento femenino e infantil, más adaptable y flexible.
Como sabemos, la productividad de la maquinaria está en razón inversa a la magnitud de la parte de valor que transfiere al producto. Cuanto mayor sea el período durante el que funciona, tanto mayor será también la masa de productos entre los que se distribuya el valor por ella incorporado, y menor la parte que añada a cada mercancía. Ahora bien; es evidente que el período activo de vida de la maquinaria depende de la magnitud de la jornada de trabajo o duración del proceso diario de trabajo, multiplicada por el número de días durante los cuales se repite este proceso.
El desgaste de la maquinaria no corresponde con exactitud matemática, ni mucho menos, al tiempo durante el cual se la tiene funcionando. Y, aun supuesto esto, una máquina que funcionase durante 7 años y medio, por espacio de 16 horas al día, abarcaría un período de producción igualmente grande y no añadiría al producto total más valor que si trabajase durante 15 años a razón de 8 horas diarias solamente. No obstante, en el primer caso el valor de la máquina se reproduciría con doble rapidez que en el segundo supuesto, y el primer capitalista se embolsaría en 7 años y media la misma cantidad de plusvalía que el segundo en 15.
El desgaste material de toda máquina es doble. Uno proviene del uso, como en el caso de las monedas, que se desgastan al circular de mano en mano; otro procede de su inacción, como la espada inactiva, que se oxida en la vaina. Este segundo desgaste responde a la acción corrosiva de los elementos. El primero está más o menos en razón directa con el uso de las máquinas; el segundo, hasta cierto punto, opera en razón inversa.
Pero, además del desgaste material, toda máquina se halla sujeta a lo que podemos llamar desgaste moral. Las máquinas pierden en valor de cambio en la medida en que pueden reproducirse máquinas de la misma construcción a un precio más barato o construirse otras mejores que les hagan la competencia
Esto significaba que ahora la competencia como en el antiguo sistema fabril no era el hombre por el hombre si no se tornaba una drástica competencia del hombre contra la máquina.
c) Intensificación del trabajo
La prolongación desmedida de la jornada de trabajo que trae consigo la maquinaria puesta en manos del capital, provoca al cabo de cierto tiempo, como hemos visto, una reacción de la sociedad, amenazada en su nervio vital, y esta reacción acaba imponiendo una jornada normal de trabajo limitada por la ley. Y ésta, a su vez, hace que se desarrolle y adquiera importancia decisiva un fenómeno con el que ya hubimos de encontrarnos más atrás, a saber: la intensificación del trabajo.
Se incremente la jornada laboral, algo que solo es posible con las maquinas pues con un determinado tiempo el obrero se cansa de realizar una trabajo, algo que la maquina no se cansa, y puede mantener un trabajo uniforme y constante. Pero lo que aún no me queda claro es que esta intensa jornada de trabajo era mala también para la misma máquina pues su la vida de uso que estas poseen y creo que las que poseían en aquellos tiempos era aún menor de lo que son hoy muchas de las nuevas máquinas, así que también tenían que costear un mantenimiento, con lo que sin querer llegue a lo que el mismo capital expone, al haber más maquinas se utiliza personal más capacitado, pero ahora no encaminadas a la producción si no al cuidado y uso de estas máquinas por lo que se podía aumentar la jornada de trabajo.
Estas eran las consecuencias, mismas que provocaron la creación de muchas leyes para poder tener una “igualdad” de parte del
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