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No culpemos a Marina

Israel SandovalEnsayo13 de Abril de 2021

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE BAJA CALIFORNIA[pic 1]

Facultad de Economía y Relaciones Internacionales

Tronco Común

Sandoval Chávez, Israel

011 / turno matutino

Ensayo

No culpemos a Marina

Historia de México

Impartida por Ramiro Jaimes Martínez

Tijuana, B. C., octubre de 2020


NO CULPEMOS A MARINA

La historia de México como la de muchos otros países tienen mezclada la realidad con la ficción. Sean relatos mal narrados, sean leyendas sobre la cosmovisión o de cualquier otro tipo, la historia de cualquier es un cumulo de este tipo de historias. Todo este tipo de historias tienen otro aspecto en común: todas son de carácter fundacional, es decir, sobre el nacimiento de los pueblos. Por ejemplo, Don Carlos Salinas logró la firma del TLCAN a base de una negociación no con embrujos o hechizos cósmicos. Sabemos cómo se logró el TLCAN porque está documentado, en cambio, sobre la gesta militar que llevaría a la independencia de México, desconocemos las palabras claves del cura Hidalgo y nos basamos en conjeturas o en un consenso de historiadores; otro ejemplo en donde se mezcla realidad y ficción es en la figura de El Pípila, del cual se dice que sobre su espalda cargó una loza de piedra para quemar las puertas de la Alhóndiga de Granaditas (aunque curiosamente se omite que el “ejército” de Hidalgo cometió una barbarie sobre las personas que ahí se resguardaba) y así tomar la plaza de Guanajuato.

        Se les conoce como mitos fundacionales porque, como dice Guinea (1989), “no se trata de referencias a los fundadores históricos, (…) sino que encontramos en su lugar construcciones de carácter mítico que distan mucho de reflejar, salvo de un modo muy indirecto, la realidad histórica” (p. 163). Cosas cuya veracidad no podemos probar, pero que dado el contexto quizás pudieron ocurrir. Como se dijo anteriormente, el famoso Pípila no existió o no hay una base sólida para creer que existió, pero su acción está muy dentro del imaginario colectivo. Y es eso, las ideas preconcebidas gracias a los mitos fundacionales sobre lo que vamos a tratar en este texto. El caso particular será el de la mujer más satanizada por la historia que permea al colectivo nacional, La Malinche. Esta mujer, despectivamente llamada La Malinche, nació bajo el nombre Malinalli (y eso es todavía cuestionable), pero que falleció en gracia de Dios como Doña Marina, es considerada como una traidora puesto que se unió al conquistador Hernán Cortés para dar muerte al imperio mexica; también se le llama traidora puesto que al dominar varias lenguas le permitió a Cortés abrirse paso por el México prehispánico hasta Tenochtitlán. Sin embargo, al margen de tales suposiciones, quedan unas preguntas por resolver: ¿en realidad hizo lo que hizo porque quiso? ¿Ella se entregó a Cortés o cómo fue su encuentro? ¿Cómo es posible que ella hablara castellano? ¿Por qué satanizamos su imagen?

Esas serán algunas de las preguntas que se tratarán de resolver en este ensayo y para hacerlo, lo haremos en tres partes, una por cada identidad de la misma mujer: Malinalli, su nombre indígena, Marina, su nombre castellano, Malinche su nombre tristemente célebre. En el primer apartado, con base en evidencia histórica, mostraremos lo que se sabe de Malinalli, su contacto con Cortés y en que fue fundamental. En la segunda sección veremos algunos motivos por los cuales el colectivo social a tratado tan mal a Doña Marina. Finalizaremos este texto con una visión o búsqueda de una para limpiar la imagen de una mujer estigmatizada injustamente. Al final, más allá del carácter informativo de este trabajo, se espera que el lector busque su propia opinión sobre el tema; si este ensayo hace que el lector indague más y mejor que este autor, la finalidad de estas líneas se habrá cumplido.

I. Como pasar de esclava a la ser la señora.

 Cuando se habla de la conquista de México, a la mente vienen los sucesos más relevantes: llegada de Cortés a las costas de Veracruz, Moctezuma mandando regalos a los extranjeros pensando que son los dioses que habrán de cumplir las profecías, el encuentro entre el tlatoani de los mexicas y el futuro conquistador en el Templo Mayor, la masacre por parte de los españoles durante un rito mexica, el episodio de la Noche Triste, el sitio al que es sometida Tenochtitlán y finalmente su caída. De manera general ese conocimiento mínimo existe en cada individuo, sin embargo, cuando se mira un poco en profundidad los hechos sobre la conquista, sale a la luz la existencia de un personaje de origen indígena que es clave para los españoles. A ese personaje la historia oficial le ha conferido el título de traidor. Nos referimos a Malinalli, a quien también se le conoce con el despectivo nombre de La Malinche, nombre que tiene el nada agradable honor de ser el origen del término malinchista.

        Cuando nos dicen que existió alguien que ayudó a los enemigos de su pueblo es natural que nos hierva la sangre por tal bajeza, pero es necesario hacernos una pregunta, ¿en realidad Malinalli era una traidora? La historia oficial nos dice que ella se alió a Cortés, pero ¿cómo fue eso posible? Don Hernán hablaba castellano, Malinalli hablaba una lengua indígena, ¿Cómo se entendieron? ¿Quién aprendió el idioma del otro? Mas allá del notorio problema de comunicación, nos sigue quedando una pregunta en el aire, ¿Malinalli realmente cometió traición? Para responder estas cuestiones es necesario saber quién fue, como fue que llegó a Cortés y en que le fue de ayuda.

¿Quién y cómo?

No se sabe a ciencia cierta el año y el lugar donde Malinalli haya nacido; igualmente ocurre con su nombre. Sobre su lugar de origen Riva Palacio (1984) comenta: “Bernal Díaz, que trató mucho a Marina y residió en el Istmo, cuenta que era de Painalla, en la región de Coatzacoalcos, es decir, en la parte norte de dicho istmo de Tehuantepec” (p 246). Aquel lugar, cabe mencionar, estaba fuera de los límites que se le conoce al Imperio Mexica, por lo tanto, se puede inferir que Malinalli no era súbdita de Moctezuma Xocoyotzin, sin embargo, los pueblos de aquel lugar pagaban tributo al tlatoani mexica.

        Sobre su vida antes de llegar a Cortés se sabe poco, pero lo que se sabe es fundamental para entender la complejidad de tal personaje. Malinalli era hija del jefe de aquel lugar. El padre de Malinalli muere y su madre, ya casada con otro hombre, decide dar como esclava a su hija para que sea la familia de su nuevo marido quien herede el cacicazgo. Vendida como esclava, Malinalli llega al mercado de Xicalanco donde sería comprada por mayas quienes vivían en la ciudad de Potonchán. Sería en su estadía como esclava de aquellos mayas que aprendería ese idioma volviéndola políglota, pues hablaba náhuatl y su lengua materna (Riva Palacio, 1984).

En las manos del futuro conquistador.

        En este punto no se sabe qué hace o como vive o quiénes son los amos a los que sirve Malinalli. No es hasta que aparece Hernán Cortés en las costas de Tabasco que de esta mujer se tiene información. Haciendo un breve resumen: Cortés había zarpado de Cuba para adentrarse en el continente. Navegó por la costa de la península yucateca donde encontró a Jerónimo de Aguilar, un español que tiempo atrás había naufragado y que tras haber vivido con mayas aprendió su idioma, por lo que habría de servir de interprete a Cortés (Molina y Rosas, 2013). Siguiendo la navegación por la costa, llegando a las cercanías con Potonchán, pidió a los nativos, a través de Aguilar, que les permitieran reabastecerse. Los nativos respondieron con una negativa violenta, lo cual devino en un cruel y sangriento combate en el cual los españoles hicieron gala de su tecnología armamentista totalmente desconocida para los nativos. Serían estos quienes buscarían llegar a un acuerdo de paz con los españoles. Ofrecieron joyas, oro y un grupo de mujeres para sellar la paz. A su vez, los religiosos que acompañaban a Cortés en su expedición convirtieron al cristianismo a todos los nativos. En el grupo de mujeres que le fue entregado a Cortés se hallaba Malinalli (Riva Palacio, 1984).

        El viaje de Hernán Cortés siguió hasta llegar a un lugar en el cual se funda la Villa Rica de la Vera Cruz, la actual ciudad de Veracruz. Es durante la estadía en aquel lugar que Cortés recibe los primeros emisarios de Moctezuma. Entonces ocurre el evento central de este relato: Cortés pide a Jerónimo de Aguilar que le traduzca el mensaje de los emisarios, pero Aguilar no entiende aquel mensaje ya que ellos hablan náhuatl y el solo conoce el maya. Se dice que alguien de entre los soldados de Cortés descubrió que Marina, nombre que Malinalli recibió tras su bautismo, se entendía con los nativos de aquella zona, los cuales hablaban náhuatl. Al enterarse de esto Cortés, le exigió que tradujera al maya el mensaje de los emisarios de Moctezuma; una vez el mensaje en maya, Jerónimo de Aguilar lo traducía al castellano para Hernán (Riva Palacio, 1984).

Finalmente, Cortés podría abrirse paso por aquellas tierras y comprendiendo los mensajes que Moctezuma le seguiría enviando, así como con los muchos pueblos con los que se fuera encontrando camino a México-Tenochtitlán gracias a sus dos traductores. Durante aquel trayecto, los emisarios del tlatoani seguían llegando, ofreciendo oro y demás piedras preciosas que en lugar de alejar a los españoles más lo atraían a seguir en camino de la capital del imperio. También durante el trayecto y gracias al habla náhuatl de Doña Marina, como ya la llamaba los españoles debido a su nueva importancia en la expedición, se fueron formando alianzas con pueblos que pagaban tributo a los mexicas. Cortés, que para aquel entonces ya sabía que lo confundían con el dios Quetzalcóatl, liberaba a aquellos pueblos del tributo y los convertía tanto en aliados de él como en súbitos al Rey y en cristianos. De todos los pueblos con los cuales Cortés formó una alianza y liberó de tributos, los tlaxcaltecas resultarían una pieza fundamental en el devenir de la conquista (Riva Palacio, 1984). Hay que señalar el resentimiento que los tlaxcaltecas tenían por los mexicas, pues estos los sometían a cargas tribútales severas, tanto de alimentos y objetos de valor como de personas para sacrificio a los dioses.

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