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POLÍTICA Y SOCIEDAD DEL CAMPESINADO EN EL SIGLO XIX.


Enviado por   •  30 de Marzo de 2016  •  Ensayos  •  2.736 Palabras (11 Páginas)  •  307 Visitas

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POLÍTICA Y SOCIEDAD DEL CAMPESINADO EN EL SIGLO XIX

Introducción

El presente ensayo trata de explicar el orden rural que se pretendía implantar una vez concluidas las rebeliones que datan del siglo XIX, desarrollando el papel de los campesinos, la comunidad y en sí la política campesina.

    Para ello desarrollaré  tres ejes: división de élites, desigualdad social y división de instituciones.

    Identificar los rasgos de lo que somos hoy como país representa uno de los mayores retos para comprender qué es México, y es que parece que no existe memoria histórica que haga caer en cuenta a la población de su pasado para que sea capaz de comprender su presente y, eventualmente, estar conscientes de lo que puede ser su futuro.

    Los mexicanos estamos sumergidos en ello; es un problema que venimos arrastrando desde la época de la conquista. Pero para fines prácticos, empezaré a partir del momento en que se constituye la república.

Desarrollo

    Una vez concluidas las rebeliones que abarcan los periodos de la Independencia hasta la República, en los asuntos políticos sólo se ven involucradas ciertas élites que dejan atrás la participación de los pueblos.

    Para los políticos del siglo XIX el campo era un sector prácticamente invisible con respecto a política nacional.  Esta visión era natural para ambos grupos, tanto para los políticos como para los campesinos e indígenas, a decir por la eterna discriminación de estos últimos.

    Se llegó a tal indiferencia que hechos relevantes ocurrían y eran tan normales que no causaban interés alguno. Señala Otero:

[…] Los indios seguramente han visto entrar al ejército norteamericano con la misma indiferencia con que veían antiguamente entrar los ejércitos españoles cuando estos dominaban el país, y con la misma calma con que después de la independencia han visto ir y venir a nuestras tropas en nuestras continuas revoluciones interiores.

                                                          (c.p.: Escalante F., 2014, pág. 55).

    Existía una desigualdad social evidente; desde el hecho de presentar tal actitud de indiferencia se puede reafirmar que los indígenas estaban excluidos completamente: “los indios estaban, no ya marginados, sino excluidos de raíz” (Escalante F. 2014, pág. 56). Considerando la presencia de esta exclusión, es comprensible que la política sólo estuviera en manos de grupos elitistas.

    Incluso durante la época colonial la relación entre el Estado y la población estaba concebida por una influencia divina, un prototipo social inalcanzable que justificaba la desigualdad social.

    A pesar de las dificultades presentadas, los campesinos hacían política, no precisamente “formal”, pero forjaban esfuerzos para luchar y hacer notar sus intereses comunitarios, que dirigían al Estado. Evidentemente tenían una vida política muy activa, pero los asuntos de los grandes políticos no eran de su interés.

Comunidad como estructura política

     La idea errónea que nos hemos formado sobre el carácter marginado de los campesinos tiene que ver con abusos que han sufrido algunos grupos de este sector. Sin embargo, el ámbito del campo trasciende estas concepciones ambiguas: aunque es cierto que había haciendas débiles, conflictos y despojos de tierras, también es imperativo considerar que había grupos que lograron organizaciones estables, trabajaron exitosamente su tierra y lograron establecer haciendas fuertes y cooperativas.

     Debemos estar ciertos de que la historia no debe ser vista a partir de un solo ángulo, sino desde todos aquellos puntos desde los que es pertinente analizarla, con el fin de comprender realmente los hechos y contextos que deseamos averiguar.

   

     Para comprender la moralidad de los pueblos es preciso tener consciencia de que su estructura estaba conformada por comunidades. Estas representaban un núcleo de organización que daba fuerza a los campesinos y, a su vez, lo que daba fuerza a estas comunidades era la autonomía de gobierno y el completo control sobre sus tierras. Y para lograr sostener esta unidad, eran imprescindibles valores entre los habitantes de las comunidades que les permitieran mantenerse en cohesión; así entonces, podemos comprender que la lealtad resultaba una práctica primordial.

     Sin embargo, debemos mencionar que no son estructuras inquebrantables. En cuanto a división de instituciones se refiere,  las comunidades se sumergen en una tendencia de lenta desintegración a causa de las políticas y las relaciones de mercado.

     Aun así los pueblos resistieron, y aunque las comunidades eran distintas, se desarrolló paralelamente una ética de subsistencia cuya principal finalidad era evitar los problemas que pudieran agraviar a la comunidad, siendo una preocupación primordial evitar la hambruna. Además, a través de este sistema de garantía de subsistencia fue posible establecer un orden dentro de las comunidades.

    Aunado al orden, el concepto que se tiene sobre justicia está estrechamente relacionado con la reciprocidad ya que se considera el principio básico de la moral. Por esta razón los campesinos sentían mayor seguridad manteniendo vínculos personales con los hacendados y caciques, concibiendo al Estado como amenaza más que como garantía.

    En el caso mexicano se observa una tradición que data en épocas de la conquista, basada en aceptar una inferioridad frente a los altos grupos de poder, siendo catalogados con ideas paternales y dotados para resolver  conflictos. De ahí que en la actualidad los mexicanos se muestren pasivos ante las decisiones tomadas por el gobierno.    

    Una constante fue el cobro excesivo de impuestos a los pueblos campesinos, creando una imagen de Estado extorsionista en donde tal vez el problema principal radica en el modo de cobranza en donde se desinteresaban por completo de las necesidades de cada miembro.

    Por otra parte, al hablar sobre las luchas campesinas en defensa de las tierras, las comunidades pretendían defender primordialmente el autogobierno: “La comunidad intenta mantener su cohesión y su seguridad” (Escalante F., 2014, pág. 63).

    Una vez establecido el régimen republicano, como primera demanda se hizo un esfuerzo por implementar municipios. En primera instancia se vieron como amenaza, ya que despojaba del poder autónomo a cada comunidad para subordinarla a un Estado central. Encima, los ayuntamientos no se hacían presentes en todos los pueblos y los mestizos hicieron de figura de autoridad en muchos de estos. Escribe Rodolfo Pastor sobre Oaxaca en Campesinos y reformas: la mixteca:

 La constitución del municipio no era, desde la perspectiva de los pueblos, más que el violento despojo de sus prerrogativas políticas y la abolición de la segregación racial, supuestamente ´humillante´ para el indio, parecía una artimaña para entregar sus gobiernos en manos de los mestizos (c.p.: Escalante F., 2014, pág. 64).

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