Panorámica del Cuzco, antiguo centro del Tahuantisuyo
hardwell0602Trabajo2 de Mayo de 2014
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EL HABITAR DEL HOMBRE MÍTICO AMERICANO
Por Marta Traina
Panorámica del Cuzco, antiguo centro del Tahuantisuyo, del imperio incaico, lugar donde se consumó el habitar al cual alude el artículo que aquí presentamos.
El hombre moderno vive sumergido en la aceleración de un tiempo frágil, evanescente. Se refugia en la ciudad para eludir el miedo a la muerte y la trascendencia de fuerzas superiores, las de la naturaleza, que no comprende plenamente y que, en último término, no puede controlar. Frente a este habitar moderno, se alza el habitar mítico del hombre americano explorado a través de los pensadores Héctor Murena y Rodolfo Kusch. En este rico artículo, Marta Traina recorre muchas de las nociones esenciales de la construcción del espacio sagrado entre los antiguos incas a fin de contraponerlo al endeble habitar, sin dioses ni ritos ancestrales, de las sociedades modernas.
El objetivo de este escrito consiste en observar, a la luz del concepto de habitar que desarrolla Murena (1) el modo de habitar de los pueblos americanos previos a la conquista europea. Se intentará esbozar la articulación entre el conjunto de significaciones según las cuales se organiza la vida de una comunidad, puesta de manifiesto en la forma de habitar la ciudad. Desde la experiencia de lo urbano se intentará atisbar los supuestos y valores que caracterizan a una civilización.
INTRODUCCIÓN
TIEMPO SAGRADO, MITO E HISTORIA
A la llegada de los conquistadores europeos a la región andina, los pueblos nativos presentaban un desarrollo civilizatorio heterogéneo. La calificación de salvaje, aplicada indiscriminadamente a todo grupo de nativos, resulta inadecuada al momento de describir al pueblo Inca. El "Imperio del Sol", contaba con una organización en estamentos sociales estratificados, representación política y administración de bienes, y un destacable desarrollo en ingeniería y arquitectura, así como en medicina y astronomía. La civilización inca (s.XII AL s.XVI) corresponde al tipo de sociedades tradicionales. Estas sociedades elaboran sus principios, modelos de conducta, prácticas sociales y religiosas, pautas comunitarias y familiares en virtud del mito, como parte y fundamento de la cultura.
El mito es la revelación del origen secreto de las cosas. El mito es origen de la vida y base de la organización política, social y cultural inca. En él se expresa una realidad superior. (2)
El inca comparte con el hombre arcaico su visión del tiempo. Se vive en un tiempo lineal, terrenal y cronológico, un tiempo donde la vida surge y se extingue, donde el hombre transcurre sujeto a necesidades y padeceres fortuitos; pero este hombre mortal sabe de otro tiempo: el tiempo de la creación, de la eternidad, el tiempo en que las fuerzas creadoras de la naturaleza dieron origen al universo y sus criaturas. Cuando el universo era caos y fue necesario la intervención heroica de seres sobrenaturales que dieran orden al mundo, dividiéndolo en cielo y tierra. Y es a través del rito que el hombre puede reconciliarse con esas fuerzas creadoras y recuperar el tiempo sagrado.
El mito es siempre el relato de una creación, de cómo una realidad vino a la existencia, una realidad total como en el caso del mito cosmogónico (explicación del origen del universo, la creación perfecta), o sólo un fragmento de realidad. La recreación del mito a través de la práctica ritual conduce al hombre al contacto con las fuerzas superiores, al tiempo sagrado de la creación del cosmos.
El hombre constituido por el mito necesita recrearlo, recuperar el sentido de cada uno de sus actos en la repetición ritual, la renovación de la historia sagrada. (3)
El territorio inca, con su amplitud
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