Porque Estudiar Historia
sisirm4 de Junio de 2013
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La formación humanista
Enrique Florescano es un ejemplo de humanista del periodo de transición de los siglos XX al XXI porque durante este periodo ha vivido, se ha formado profesionalmente en el área del conocimiento histórico, lo ha producido y reflexiona sobre las circunstancias que rodean a la construcción del mismo.
Nació en San Juan de Coscomatepec, estado de Veracruz, en 1937. Cuando tenía que decidir por una área de formación profesional, por influencia de los valores familiares se propuso ser un buen abogado, por lo que en 1956, a los 19 años de edad, ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad Veracruzana, en Jalapa. Sin embargo, en esos años se fundó la Facultad de Filosofía y Letras de aquella universidad, la cual introdujo las carreras de antropología, arqueología, lenguas, filosofía e historia y, atraído por la propuesta, a partir de 1958 decidió estudiar, simultáneamente a la abogacía, la carrera de historia.
El ingreso a la universidad primero y luego la nueva temática que abordó le permitieron cambiar su idea del mundo, pues confiesa Florescano: “a mí me atrajo mucho eso y siento yo que fue entonces esta apertura que creó la universidad hacia el estudio de la historia y de las humanidades lo que me cambió a mí porque no solamente llegaron allá profesores que daban esas clases sino que era un ambiente interesado en esto” [Delgado y Macías, 2000].
A pesar del esfuerzo de hacer la doble carrera se dio tiempo para participar en la vida política estudiantil como secretario de acción cultural de la Federación Estudiantil Veracruzana, a través de la cual perfiló tempranamente el perfil de humanista académico, pues fundó la revista Situaciones, una publicación mensual estudiantil de la Facultad Filosofía y Letras; creó el suplemento cultural del Diario de Xalapa, mismo que dirigió hasta 1960, además de organizar numerosas conferencias, mesas redondas y concursos [ www.acadmexhistoria.org.mx ].
Entre 1962 y 1964 realizó la Maestría en Historia Universal en el Colegio de México, al año siguiente recibió una beca del mismo colegio y otra complementaria del Banco de México para hacer estudios de Doctorado en la Universidad de París. En 1967 recibió una beca del gobierno de Francia y con ella realizó la tesis: Les Prix du mais a México 1708-1813, la cual presentó para obtener el grado de Doctor en Historia. Su director de tesis fue Ruggiero Romano, quien junto con los otros dos sinodales: Fernand Braudel y Pierre Vilar le otorgaron el grado por unanimidad y con mención especial el 21 de junio de 1967 [www.acadmexhistoria.org.mx].
Andrés Lira recuerda que a su regreso de Francia, Florescano era un convencido promotor de la historia económica y social a la manera braudeliana, por lo que adoptaba la pose de quien manejaba la última novedad europea y: “... hablaba con aleccionante desdén de la vieja historia política, de la historia de acontecimientos y de la historia patriótica a la que enfrentaba una nueva historia nutrida en las perspectivas y en los métodos de las ciencias sociales” [Lira, 2000].
Sin embargo, la nueva posición que suscribió sólo podía darse por la formación profesional que Florescano obtuvo al relacionarse con algunos de los historiadores europeos más importantes del siglo XX, la cual sirvió como base para que en México, a partir de 1968, el novel historiador desarrollara un caudal de actividades de investigación siempre relacionadas con la historia de México y con la historia de la propia historia; es decir, la historiografía [Lira. 2000].
En 1968 se incorporó como investigador de tiempo completo del Centro de Estudios Históricos del Colegio de México; en 1969 se le otorgó nombramiento como profesor titular del Seminario de Historia Económica de México de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM; desde diciembre de 1970 y hasta 1973 dirigió la revista Historia Mexicana; en febrero de 1971 fue nombrado jefe del departamento de investigaciones históricas del Instituto Nacional de Antropología y en diciembre del mismo año, cuando el departamento cambió a Dirección de Estudios Históricos, él mismo quedó al frente, la permanencia en esta institución llevó a que en 1982 se le nombrara Director General del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Aunque falta hacer un estudio exhaustivo sobre las instituciones creadas para hacer investigación histórica, como el INAH, se dice que como responsable de estudios históricos Florescano promovió la renovación en los temas que se abordaban en el instituto y estimuló el arribo de nuevas generaciones que la practicaran, al tiempo que buscaba la vinculación de los investigadores de las ciencias humanas con las aulas universitarias
Entretanto fue asesor de colecciones, consejero de editoriales como el Fondo de Cultura Económica, miembro de academias y comités de ciencias históricas, organizador de congresos nacionales e internacionales de historiadores, fundador de medios de comunicación como la revista Nexos.
El Trabajo desarrollado de investigación, difusión y gestión lo ha hecho acreedor a premios nacionales como el Fray Bernardino de Sahagún, el de Ciencias Sociales, el de Ciencias y Artes, así como internacionales de la talla de las Palmas Académicas y el nombramiento de Caballero de L´ordre National du Mérite del gobierno francés, la beca Guggenheim y el nombramiento como profesor de la Cátedra Simón Bolivar de la Universidad de Cambridge, Inglaterra. Desde 1990 es Investigador Nacional Emérito del SNI y recientemente la Universidad Veracruzana le otorgó el Doctorado Honoris Causa.
A partir de 1973 ha sido director de tesis de licenciatura, maestría y doctorado, con lo que ha contribuido en la formación de nuevos historiadores, entre sus discípulos tenemos a Margarita Loera Chávez, Gisela Von Wobeser, Alejandra Lajous, Francie R. Chasen y Cecilia Rabel, entre otros; ha asistido a congresos nacionales e internacionales en América Latina, Europa, Estados Unidos y la exURSS; ha sido conferencista y profesor invitado en universidades de México, Estados Unidos, Inglaterra, Irlanda y otros países.
La historia y su importancia
Como pudo apreciarse con los datos anteriores, el camino de trabajador intelectual recorrido por Florescano ha sido largo, por lo que un estudio de su obra requiere de mayor seriedad y tiempo, aquí sólo presento algunas notas y apuntes.
Para el autor, la historia es lo hecho por los hombres y, ya sucedido, es un proceso real que determina en mayor o en menor medida el presente, porque lo modela desde el pasado a través de variadas líneas, las cuales pueden reconocerse en la herencia de las formas de interactuar entre los hombres y entre éstos y la naturaleza; Florescano dice que los hechos históricos pasados influyen en el presente: “...prolongando fragmentos o estructuras completas de sistemas económicos y formas de organización social y política de otros tiempos, introduciendo en el presente las experiencias y conocimientos que de su obra ha ido acumulando el hombre en el pasado” [Florescano, 1981:105].
Con esa relación directa de los hechos acaecidos con el acontecer presente como premisa, pues aquellos desembocan siempre en los hechos actuales, Florescano ha dedicado prácticamente la mayor parte de su vida a la reconstrucción del pasado, así lo demuestra la cantidad de obras publicadas: en 1969 publicó en español su tesis doctoral con el título Precios del maíz y crisis agrícolas en México (1708-1810); tres años más tarde dio a conocer su texto: Estructura y problemas agrarios de México (1500-1821), aunque en 1976 modificó el título y la estructura de la obra, que apareció como: Origen y desarrollo de los problemas agrarios de México y fue publicada por la editorial ERA con la intención de acercar a la población no especializada el conocimiento histórico y así ser congruente con sus creencias sobre la función de la historia, como veremos más adelante [Florescano, 1986: 11].
Once años después, en 1987, la editorial Joaquín Mortiz dio a conocer el trabajo Memoria mexicana. Ensayo sobre la reconstrucción del pasado en la época prehispánica, que por su impacto fue reeditada con correcciones y aumento por parte del Fondo de Cultura Económica, traducida al inglés y editada por la Universidad de Texas.
En 1991 presentó al público mexicano el balance de la producción historiográfica sobre las distintas épocas de la historia de México a través del trabajo titulado: El nuevo pasado mexicano, texto que por cierto recibió muchas críticas de otros historiadores nacionales porque señaló que entre 1960 y 1990 la mayoría de nuevas aportaciones sobre el pasado mexicano provenían de los historiadores extranjeros.
En la intensa búsqueda del pasado realizada por Florescano, otras cuatro temáticas resaltan: la primera relacionada con las concepciones históricas de la época prehispánica a través de dos textos, Tiempo, espacio y memoria histórica entre los mayas y Memoria indígena, publicadas en 1992 y 1999, respectivamente. La segunda aborda aspectos del proyecto liberal de nación y la creación de símbolos nacionales que para tal efecto hicieron los políticos e intelectuales del siglo XIX, temas que dio a conocer mediante dos libros: el primero publicado en 1997 con el título: Etnia, Estado y nación, ensayo sobre las identidades colectivas en México y La bandera mexicana, de 1998. El tercer tema se conoció primero como
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