Pregunta 2
k4milix29 de Octubre de 2013
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EXPLICACIÓN DEL TEXTO DE DAVID HUME
Nociones:
1. Impresiones e ideas.
2. Límite del pensamiento y principio de copia.
Temas:
1. La experiencia como origen del conocimiento.
2. La crítica de los conceptos metafísicos.
NOCIONES 1. IMPRESIONES E IDEAS
1. Clasificación de las percepciones: impresiones e ideas
Para Hume, la experiencia consiste en tener percepciones. Y éstas son de dos clases: unas percepciones son inmediatas, primarias u originarias, y otras percepciones son mediatas, secundarias o derivadas de éstas, es decir, son “representaciones” de las percepciones primarias y tienen lugar por mediación de ciertas actividades mentales, como las de la memoria, la imaginación o la razón. A las primeras las llama Hume “impresiones” y a las segundas “ideas”. La diferencia entre ambos tipos de percepciones es exclusivamente una diferencia de grado de intensidad o vivacidad: las originarias, las impresiones, son más intensas y vivaces que las otras, sus reproducciones o representaciones, las ideas. Esta distinción equivale a la distinción entre sentir y pensar y, aunque puedan darse situaciones dudosas (fiebre, locura, sueño), impresiones e ideas son perfectamente diferenciables porque la más vivaz de las ideas es menos intensa que la menos vivaz de las impresiones .
2. La distinción entre impresiones de sensación y de reflexión
A su vez, las impresiones se dividen en “impresiones de sensación” e “impresiones de reflexión”. Esta división está implícita en el texto. Las impresiones de sensación son los elementos de la experiencia externa: son las sensaciones: calor, frío, o placer y dolor, colores, sonidos, sabores, texturas, formas, tamaños. Estas impresiones de sensación dejan ciertas huellas, imágenes o, mejor, copias en nuestra mente por medio de las cuales nuestra memoria o nuestra imaginación son capaces de re-presentar el calor, el frío, el placer o el dolor: estas copias o re-presentaciones son las ideas (recuerdos o imaginaciones) correspondientes a las impresiones de calor/frío, placer/dolor, etc. Pues bien, la actividad de pensar (elaborar ideas) no produce sensaciones, pero sí sentimientos, emociones y pasiones, es decir: impresiones de reflexión, que constituyen los elementos de la experiencia interna. Por ejemplo, nuestras ideas (recuerdos o imaginaciones) de calor/frio, placer/dolor no nos calientan ni nos enfrían, ni producen placer ni dolor. Pero sí que producen, por ejemplo, al deseo de calentarnos o refrescarnos, o al rechazo o aversión al calor o al frío, o al temor a sufrir por el calor o el frío, o la esperanza de volver a sentir el placer experimentado inicialmente.
3. La distinción entre percepciones simples y compuestas (atomismo psicológico)
Tanto las impresiones como las ideas pueden ser simples o compuestas. Según Hume, nuestras percepciones son unidades separables, diferenciables unas de otras, independientes las unas de las otras. Algunas de estas unidades pueden ser mentalmente analizadas o descompuestas en unidades inferiores hasta llegar a ciertas unidades que ya no serán analizables o descomponibles. Estas percepciones “atómicas” son, por decirlo así, los “ladrillos” de los que se compone el edificio del mundo de la experiencia. (principio del “atomismo psicológico”).
4. Asociación de ideas: causas, tipos y leyes de la asociación.
Ahora bien, ni nuestra experiencia inmediata, ni nuestro pensamiento son series o conjuntos caóticos de percepciones simples, sino que ambos tienen lugar ordenadamente y este orden es el resultado de una asociación, composición o síntesis de percepciones simples que dan lugar a series o conjuntos de percepciones compuestas.
Las causas de la asociación son dos: (1) el curso regular de la Naturaleza que suele presentar ciertos conjuntos de impresiones sucediéndose de forma “coherente” y “constante” y (2) ciertas cualidades originarias de la naturaleza humana que capacitan a la memoria y a la imaginación para registrar y para asociar entre sí percepciones semejantes, percepciones contiguas espacio-temporalmente y percepciones que se presentan constantemente en determinado orden de sucesión, habituando a la mente a esa regularidad. Evidentemente, si el curso de la Naturaleza no fuera regular, es decir, si ciertos conjuntos de impresiones no se repitiesen con cierta frecuencia, no podría haber orden alguno en la experiencia. Pero si careciésemos de memoria o de imaginación no podríamos registrar esa repetición, o no podríamos ir más allá de la experiencia actual e inmediata estableciendo relaciones (de identidad, semejanza, contigüidad, causa-efecto, contrariedad, grados de cualidad, proporción numérica) entre unas percepciones y otras. Estas relaciones no vienen dadas como tales en las impresiones, sino que las establece nuestra imaginación dejándose guiar por cierta “fuerza suave” (gentle force) en virtud de la cual ciertas percepciones “atraen” a otras y se asocian a ellas.
NOCIONES 2. LÍMITES DEL PENSAMIENTO Y PRINCIPIO DE LA COPIA
1. Dos límites del pensamiento: el principio de no contradicción y el principio de copia
Nuestro pensamiento (nuestra capacidad de formar, asociar, relacionar ideas) se halla doblemente limitado. Por un lado, el principio de no-contradicción nos impide pensar o imaginar lo que implica contradicción lógica, es decir: nos es imposible unir ideas que, en virtud de su propio contenido, se excluyen mutuamente (círculo cuadrado) o separar ideas que se implican mutuamente (triángulo de tres lados). El principio de no-contradicción es el principio fundamental de las “ciencias formales”, de la lógica y de la matemática, si bien sus “verdades” (la “relaciones de ideas”) no son, para Hume, más que leyes psicológicas de nuestra mente, no leyes objetivas de un orden de ideas independiente de nuestra mente.
El otro principio limitador de nuestra mente es el “principio de la copia”: la imaginación puede “crear” ideas nuevas, pero siempre a partir de ciertos materiales preexistentes que no ha podido crear, sino que ha debido recibir como impresiones. El poder “creador” de la imaginación se reduce al poder de aumentar, disminuir, unir, separar y trasponer ideas, pues todos los materiales del pensar o imaginar derivan de la experiencia externa o interna o, dicho de otro modo, toda idea es copia de una impresión.
2. Dos argumentos a favor del principio de copia
Hume defiende este principio de la copia mediante dos argumentos. El primer argumento afirma que nadie puede exhibir una idea, por muy compuesta y sublime que sea, que no sea copia de alguna impresión compuesta, o que no pueda resolverse, por análisis, en ideas simples que sean copias de impresiones simples. Toda idea simple es copia de una impresión simple y toda idea compuesta, o es copia de una impresión compuesta, o ha sido compuesta a partir de ideas simples que sí son copias de impresiones simples. Hume pone como ejemplos las ideas de “montaña de oro” y de “Dios”, que son ideas compuestas a las que no corresponde ninguna impresión, pero que han sido formadas a partir de otras ideas más simples (“montaña”, “oro”, “ser personal”, “bondad”, “sabiduría”, etc.) a las que sí corresponden impresiones
El segundo argumento dice que sabemos que las ideas son copias de impresiones porque:
(1) quienes carecen de algún sentido (ciegos, sordos) y no pueden tener cierto tipo de sensaciones (colores, sonidos), tampoco pueden formar las ideas correspondientes (idea de verde, o de un acorde de guitarra);
(2) carecemos de ideas de objetos de los que no hemos recibido antes ninguna impresión de sensación (el vino para negros y lapones), del mismo modo que carecemos de, o nos es muy difícil formar, ideas de pasiones o emociones que no hemos tenido nunca (idea del amor antes de habernos enamorado);
(3) no podemos concebir el tipo de ideas que podrían tener seres dotados de sentidos o facultades distintos de los nuestros.
3. El principio de la copia: principio psicológico y criterio de verdad
El principio de la copia es, al mismo tiempo, un principio psicológico explicativo del origen de nuestras ideas y un principio filosófico (gnoseológico) de la justificación de nuestras ideas “verdaderas”, o, dicho de otra manera: el criterio empirista del significado y de la verdad, según el cual el significado de una idea es la impresión o impresiones de las que es deriva y es copia y sólo son “verdaderas” aquellas ideas que copian o reproducen exactamente el contenido de las impresiones de las que derivan. Conforme a este criterio empirista de verdad, todas nuestras ideas simples son verdaderas porque son copias de nuestras impresiones simples. Pero no sucede lo mismo con nuestras ideas compuestas. Aunque todas ellas estén compuestas de ideas simples (que sí son copias de impresiones simples), no todas ellas son copias de impresiones compuestas y, por tanto, no todas ellas son verdaderas. Las ideas de “montaña de oro” y de “Dios” son ideas compuestas, pero no son copias de impresiones compuestas: nadie ha visto nunca una montaña de oro, ni a Dios. Por tanto, no son ideas verdaderas de acuerdo con el principio de la copia como criterio de verdad. Son el resultado de la composición, aumento, transposición, etc. llevadas a cabo por la imaginación sobre la base de otras ideas, cuyos elementos, en última instancia, sí derivan de impresiones. Son, por tanto, ideas falsas hechas a partir de ideas verdaderas. El problema va a ser que, con este criterio,
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