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Problemas del conocimiento historico


Enviado por   •  23 de Agosto de 2018  •  Síntesis  •  2.885 Palabras (12 Páginas)  •  211 Visitas

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Para una Historia renovada:

     “Hemos de renovar nuestro utillaje teórico y metodológico para que nos sirva para volver a entrar en contacto con los problemas reales de los hombres y las mujeres de nuestro tiempo, de los que la historia académica, incluyendo sus variantes postmodernas, nos ha alejado.  Necesitamos superar la fractura que en la actualidad existe entre la memoria del pasado que los hombres y las mujeres construyen para organizar sus vidas –estableciendo puentes desde la propia memoria personal y familiar hacia un pasado más amplio, en una visión construida con experiencias, recuerdos de gente de otras generaciones, lecturas, imágenes recibidas de los medios de comunicación, etc.- y la historia que se enseña en las escuelas, que la gente común ve como un saber libresco ‘sobre la política, los reyes, las reinas y las batallas’.

    Una nueva historia ‘total’ deberá ocuparse de todos los hombres y mujeres en una globalidad que abarque tanto la diversidad de los espacios y de las culturas como la de los grupos sociales, lo cual obligará a corregir buena parte de las deficiencias de las viejas versiones.  Habrá de renunciar al euro-centrismo y prescindirá, en consecuencia, del modelo único de la evolución humana con sus concepciones mecanicistas del progreso.” [Extraído de FONTANA, Josep, La historia de los hombres: el siglo XX.  Barcelona, Crítica, 2002, Cap. 8. “En busca de nuevos caminos”, pp. 188-9.]

*¿Sobre qué transformaciones se piensa la renovación del conocimiento histórico?  ¿Qué supone esto en cuanto a sus protagonistas?

Los usos del pasado:

“… la historia en malas manos –lo hemos visto repetidamente- puede convertirse en una terrible arma destructiva.  (…) millones de hombres y mujeres han muerto a causa de que ellos u otros, han creído fabricaciones sobre el pasado con los cuales los han alimentado políticos, periodistas, fanáticos –y también malos historiadores.  

    Por desgracia no se puede decir que esto sea cosa del pasado.  La historia está presente hoy, por regla general, en la base misma de los prejuicios que se usan para justificar las más diversas formas de opresión y de exterminio, con el pretexto de superioridades raciales o de civilización, laicas o religiosas.  Hemos hablado antes de casos como el de Ruanda.  Se podría decir algo semejante de los conflictos de Yugoslavia, de Palestina o de la visión de los ‘talibanes’ de Afganistán que, convencidos de haber sido ellos quienes habían acabado con la Unión Soviética –olvidando las causas internas del declive ruso y la parte que en sus propias victorias correspondía a la ayuda que recibieron de Estados Unidos-, pensaron que había llegado el tiempo de emprender una nueva guerra santa a escala planetaria y de reanudar la expansión que el Islam experimentó en los siglos VII y VIII.

La propia persistencia del racismo se basa ante todo en planteamientos históricos. (…)

    Pero aún hay una falsificación más grave: la que nos pide que aceptemos las cosas como son, sin hacer ningún esfuerzo por cambiarlas, en nombre de las ‘leyes de la historia’ que han conducido al triunfo anunciado e inevitable del liberalismo y de la globalización.

    Conscientes de la trascendencia que pueden tener estas visiones del pasado que nutren las memorias colectivas, no es lícito que nos desentendamos del problema de los usos de la historia en nombre de una imposible neutralidad –académica o posmoderna- que, por otra parte, no impedirá que ‘los poderes’ sigan haciendo un uso adoctrinador de ella.  En las circunstancias confusas y difíciles del presente, a los historiadores nos corresponde combatir, amados de razones, los prejuicios basados en lecturas malsanas del pasado, a la vez que las profecías paralizadoras de la globalización.  De este modo contribuiremos a limpiar de maleza la encrucijada en que nos encontramos y ayudaremos a que se perciban con mayor claridad los diversos caminos que se abren ante nosotros y a que entre todos escojamos los que puedan conducirnos al ideal de una sociedad en que haya ‘la mayor igualdad posible, dentro de la mayor libertad posible’.” [Extraído de FONTANA, Josep, La historia de los hombres: el siglo XX.  Barcelona, Crítica, 2002, Cap. 8. “En busca de nuevos caminos”, pp. 203-4.]

  • ¿Cómo caracteriza Fontana  las “malas historias”? ¿En qué han derivado?
  • ¿Quiénes intervienen o han intervenido en su formación? ¿Qué papel deben cumplir los historiadores académicos?

 

El control político en la investigación histórica:   Las clases dirigentes y el poder del Estado suelen apelar al pasado de manera explícita: la tradición, incluidas en sus componentes culturales específicas: la continuidad, la historia, son invocadas como fundamento de principio de su dominación. Para Bossuet, la monarquía absoluta del rey cristianísimo era el desenlace y consecuencia del pueblo judío hasta la revelación cristiana.  Para Hegel, el Estado prusiano era el producto eminente de toda dialéctica de la historia.  El Guomindang de Chang-kai-sek decíase abiertamente heredero del tradicionalismo de Confucio y combatía el comunismo en nombre del pasado chino.  El llamamiento a la autoridad del pasado desempeña la misma función en la filosofía reaccionaria de los monárquicos franceses de 1815…. o en los conservadores musulmanes contemporáneos.

    Más cerca de nosotros, el poder político del degaullismo se fundaba entre otras cosas, en una hábil apropiación del pasado de Francia, presentado como la cosa común del pueblo francés.  Las palabras “permanencia”, “continuidad”, “tradición”, “herencia” se repetían sin cesar en el discurso histórico degaullista, con la intención de reforzar el prestigio y la autoridad del general: una “Francia” considerada desde un punto de vista absoluto, una Idea omnipotente bajo cuya dependencia hay que colocarse dócilmente, y en nombre de la cual se aceptan todos los sacrificios.  

[J. CHESNEAUX, ¿Hacemos tabla rasa del pasado?, 30-31  Cit por SÁNCHEZ JIMÉNEZ, José, Para comprender la Historia.  2ª ed. Estella, EVD, 2000, p. 199.]

     

  • ¿Qué relación establece el texto entre Historia, historiadores y clase política?  
  • Reflexiona sobre los ejemplos que allí aparecen teniendo en cuenta su carácter de invención.
  • ¿Crees que todos los sectores de la sociedad quedan incluidos? ¿Por qué?

La Historia ¿para qué?

Prólogo a la última edición[1]: “Este libro se escribió hace dieciocho años y ha tenido una suerte mucho mejor de la que su autor pudo nunca prever para él.  No sólo por el número de ejemplares vendidos, sino, sobre todo, por la recepción que tuvo por parte de aquellos para quienes realmente se escribió.  Porque si los medios académicos lo acogieron en silencio o incluso con hostilidad –lo cual era lógico y previsible, dado lo que tenía de provocación- los testimonios de aprecio recibidos de lectores, tanto de España como de América Latina, compensaron con largueza el esfuerzo realizado.  Cuando en 1989 Iris, una joven profesora de historia del norte de la Argentina que vivía en un poblado cercano a Jujuy –donde su marido trabajaba como maestro de niños, hijos de campesinos de sangre indígena o de mineros bolivianos  retirados por las enfermedades de su oficio-, me dijo que mi libro le había ayudado a entender el sentido de su trabajo y me trajo, para que se lo dedicara, un ejemplar del libro que mostraba signos inequívocos de un uso frecuente, me sentí feliz porque me dí cuenta que había conseguido lo que quería: que había escrito este libro para personas como ella y que el aprecio de esta clase de lectores era una recompensa mucho mejor que la que jamás pudiera darme el mundo académico.

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