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Proganda y clase obrera en la Alemania Nazi


Enviado por   •  20 de Septiembre de 2018  •  Monografías  •  5.587 Palabras (23 Páginas)  •  131 Visitas

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Adoctrinamiento de clases obreras en la Alemania Nazi

Rol de la Kraft durch Freude y Volkswagen


Introducción

El adoctrinamiento de las clases obreras tomó para el régimen nazi una de las preocupaciones esenciales, desplegando para aquello un completo aparataje propagandístico y de programas sociales que trataron de regir y cubrir cada aspecto o momento de la vida, desde el nacimiento, la formación intelectual, constituciones familiares, entre otras. Destaca en este sentido la especial atención que le dedicaron a otorgar un sentido al uso del tiempo libre de las clases obreras y otros grupos sociales, agregando un trasfondo ideológico para la fidelidad hacia el régimen. En este sentido, el objetivo de este informe es plantear la conexión que existe entre las políticas de Estado la creación de una conciencia de pertenencia de las masas hacia el sistema propuesto y como esto influyó en la creación de la Volkswagen como uno de los íconos de la “Kraft durch Freude”, institución encargada de organizar las políticas de estructuración, vigilancia y uniformidad de la población. Para ello, se recurrirá al uso de fuentes y bibliografía de la cátedra, en la medida que estas aporten datos en torno a la contextualización de la época y la identificación de las características principales de los programas que se llevaron a cabo.

Para que estas conexiones pudiesen ser posibles, no solo el contexto interno de Alemania tuvo que ser el preciso, sino que también ser concebidas desde el contexto internacional. En este sentido, se hace importante señalar los efectos de las coyunturas económicas que incidieron en aquella época, aquellas coyunturas que hicieron encumbrar al desempleo como una amenaza tan grande como la guerra misma y que sin ella, irónicamente, no habrían surgido fuertemente las figuras de líderes autoritarios. Estas crisis son las que explican el surgimiento del comunismo, como una alternativa al sistema que se encumbraba como hegemónico en esta época, el mismo motor que llevaría al alza a personajes como Hitler, tomando iniciativas en contra de la expansión de estas ideologías y que sirvieron como canalizadores de fuerzas internas contra un enemigo común.

La Gran Depresión, en apariencia significó un estancamiento, pero sin dudas resultó ser un momento para obtener el impulso necesario para desencadenar una serie de hechos políticos a nivel internacional y local notables, poniendo a prueba las capacidades de la clase obrera y sus sindicatos para responder y tomar acción en relación a los hechos que afectan sus intereses. La devaluación, por su parte, causó dependencia de créditos externos, como en el caso alemán, que arrastró a la población a experiencias traumáticas que prepararon el escenario para los fascismos. El acontecimiento de la caída de la bolsa de New York, el “Jueves Negro”, el 29 de octubre de 1929, puso en evidencia el circulo vicioso en el que había caído la economía mundial, suponiendo el colapso de la economía capitalista, golpeando a gran parte del mundo y poniendo en jaque uno de los polos industriales más importantes como lo fue Alemania, arrastrando problemas del tipo previsional, alimenticio y de identidad, como también de representación.

Por otra parte, el progreso tecnológico que se vive en esta época resulta elemental. Encumbrado como uno de los motores de la modernidad, según Durkheim, el industrialismo y las nuevas fuerzas científicas[1], se encuentran en un pináculo inédito en la historia universal, motivada en parte por la industria de la guerra, pero también motivada por el consumo domestico y civil en general, logrando una aceleración creciente de los mecanismos económicos, pudiendo distinguirse fácilmente en las comunicaciones, el transporte, la salud, el entretenimiento y un largo etcétera. Estos campos de aplicación de la tecnología, serán eficientes herramientas para los gobiernos totalitarios, ya que, así como en su momento la imprenta representaría un gran avance para la difusión de ideas, en estas décadas sería la radio y el cine los medios de comunicación que permiten lograr el adoctrinamiento de forma masiva y efectiva. Como se mencionaba, la guerra resulta ser un gran refuerzo para los avances técnicos, forzando a la mente humana a encontrar soluciones empleando de mejor forma la economía, transformando la forma en que estos conflictos se desarrollan, pero que también forman, en cierto modo, un elemento positivo para elevar el nivel y condiciones de vida de la población.

Alemania hacia la década del 30

El contexto político de la Alemania entreguerras está marcada por el derrumbamiento de la República de Weimar y ascenso del partido Nazi. La situación a grandes rasgos está siempre bajo las condiciones del Tratado de Versalles, como relata Norman Lowe, en la que Alemania se encuentra limitada en cuanto a armamentos y sujeta al pago de reparaciones, siendo el elemento de sentimiento de derrota y deshonor el que marcará a los nacionalistas y el pueblo. A esto se le debe extender la falta de respeto ante el sistema democrático y además cierta admiración por la jerarquía militar, de la cual se aferraban como dirigentes legítimos. Ante esto, no es de extrañar que en el parlamento también existieran problemas de legitimidad, basados en el método de representación proporcional, en el que, a causa de la gran cantidad de referentes políticos, estos no lograsen nunca una mayoría general, debiendo llevar adelante gobiernos basados en las coaliciones, no pudiendo llevar ningún partido su programa a cabalidad, sumado a la poca experiencia que poseían[2]. Esto causó un ambiente de ingobernabilidad, incluyendo brotes de violencia que el gobierno a duras penas podía controlar, tomando como referencia el Levantamiento Espartaquista en 1919 y el Kapp Putsch (golpe de estado) en 1920, que constituyeron instancias de pronunciamiento en torno a convicciones y necesidades por parte de grupos ideológicos, apoyados por milicias alineadas por partidos políticos, aprovechando la situación en la que se encontraban miles de hombres, desocupados después de la guerra. Bajo este contexto asoma la figura de Hitler, figura que atrajo a los Freikorps (regimientos de voluntarios agrupados bajo la consigna anticomunista, y que para ese momento se hallaban desbandados). En este periodo ascienden el número de asesinatos por razones políticas, las cuales quedaban casi en impunidad, destacando en este sentido el intento de golpe de estado por parte de Hitler en 1923, acción por la cual habría sido condenado por al menos 5 años, pero solo haciendo efectiva la prisión por 9 meses, dando cuenta de la alta polarización política e incapacidad del gobierno de concretar sus ambiciones.

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