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Tema- Los borbones y el virreinato del rio de la plata


Enviado por   •  2 de Mayo de 2017  •  Apuntes  •  9.065 Palabras (37 Páginas)  •  446 Visitas

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Causas de la creación del Virreinato del Rio de la Plata

Después de la muerte de Felipe II las deudas se fueron aumentando debido a la intervención de España en la Guerra de los Treinta Años, la prosecución del conflicto con Francia durante el decenio posterior al tratado de Westfalia, y las rebeliones en Cataluña, Andalucía, los Países Vascos, Portugal, Sicilia y Nápoles. Las guerras en que participó España en cumplimiento de la política de los Habsburgos, casi siempre enfrentada a Francia pero también contra el Portugal, siempre apoyado por Inglaterra y, al principio, también por Francia. Durante todo el siglo XVII los herederos de Felipe II siguieron por el rumbo tan perjudicial para España que ya habían escogido sus antecesores. Sucesivas bancarrotas desde la época de Carlos V habían puesto a España al borde de la ruina. Las guerras, la falta de visión económica, el retroceso de la actividad productiva, los gastos que reclamaba el mantenimiento de la flota de Indias, las pérdidas de oro y plata provocadas por la acción de piratas y de contrabandistas tanto de ultramar como de la propia España, las depreciaciones monetarias y la inflación fueron factores contributivos en esa decadencia. Como temían que a la muerte de Carlos II se produjera un importante desequilibrio de fuerzas en Europa, Guillermo III de Inglaterra y Luis XIV convinieron en 1698 un primer plan de repartimiento en virtud del cual España y sus colonias pasarían a manos del príncipe elector de Baviera; como éste murió antes que Carlos II, fue necesario adoptar otro plan, conforme al cual su sucesor sería el archiduque Carlos de Austria, hijo del emperador Leopoldo I. La diplomacia francesa optó sin embargo por persuadir a Carlos II de que testara en favor del duque de Anjou, nieto de Luis XIV, que subió al trono con el nombre de Felipe V (1700-1746). España dejó de lado a la dinastía de los Habsburgos para integrarse en la de los reyes borbónicos. Felipe V se vio envuelto de inmediato en la guerra de la Sucesión española, a raíz de la cual España fue invadida por ingleses, holandeses, alemanes y portugueses y tropezó con resistencias civiles en Cataluña, Aragón y Valencia. En virtud del tratado de Utrecht (1715), España perdió Gibraltar, Milán, Nápoles y Sicilia, mientras que Inglaterra tomó posesión de parte del Canadá y pudo arrancar de España el tratado complementario en virtud del cual logró, como hemos visto, un papel preponderante en el tráfico negrero.

No había en España otra cosa que deterioro de la industria, la agricultura, la moneda, la tesorería, la administración y la autoridad real. Inglaterra se había convertido en la principal potencia marítima, y España pronto estuvo comprometida en una nueva guerra a causa de su pretensión de conseguir tronos italianos para dos hijos de Felipe V, lo que provocó la alianza de Inglaterra, Francia y Holanda para evitarlo. España tuvo que enfrentarse a una nueva coalición, compuesta de Inglaterra, Francia, Prusia, Holanda, Suecia y Dinamarca. Desprovista de recursos suficientes para actuar en demasiados frentes, España no había estado en condiciones de proteger sus posesiones coloniales contra invasiones e incursiones extranjeras, y esto había contribuido a su exclusión momentánea o permanente de varios territorios de América Central y las Antillas. Librados a sí mismos, asfixiados por el monopolio, sometidos al capricho de una clase gobernante no menos corrupta que la que había en España, los dominios americanos restantes estuvieron más dispuestos, como su abastecimiento dependía de la débil capacidad productiva y comercial de España y ésta no contaba de todos modos con suficientes navíos para asegurarlo, a hacer del contrabando su tabla de salvación, aprovechando para ello las oportunidades creadas por los emprendimientos mercantiles de holandeses, ingleses, portugueses y franceses. Felipe V no había prestado hasta entonces suficiente atención a la rehabilitación de España, pese a todos los problemas acumulados allí, no sólo por efecto de las crisis financieras y económicas, sino también a causa de la desintegración política debida al excesivo poder de la nobleza y de la Iglesia, la agitación de regiones empeñadas en preservar sus fueros y el grado de autonomía de que gozaban pese a la constante presión por lograr la unidad del país, los grandes latifundios improductivos, la paralizante influencia de la Mesta, industrias en decadencia cuando no en pañales, y una administración caótica. El rey decidió promover la industria, el comercio, la agricultura y la ganadería peninsulares y comenzó a centralizar la toma de decisiones en sus secretarías de despacho. Pero el fenómeno más decisivo fue la reconsideración de todas las orientaciones económicas anteriores. Esa fue la mayor contribución del despotismo ilustrado inaugurado por los Borbones.

En el siglo XIII, en el contexto de la perdida de la mayor parte de sus dominios europeos, España concedió especial importancia a sus posesiones americanas. La dinastía de los Borbones emprendió una serie de reformas, conocidas como reformas borbónicas, tendientes a reformular el vínculo con sus colonias. Sus objetivos eran dar más flexibilidad al comercio y fomentar la economía para aumentar los ingresos de la Corona, y reorganizar la administración del vasto territorio americano para evitar la corrupción y el contrabando. Esta política tenía además el propósito de combatir la intromisión de otras potencias europeas en las posesiones españolas. Las principales reformas fueron: el reemplazo del lento y complicado sistema de flotas y galeones por el de navíos de registro, barcos autorizados a comerciar con américa. El reglamento para el Comercio Libre de España e Indias, que autorizaba a catorce puertos españoles y diecinueve americanos a comerciar entre sí. El aumento de los impuestos que gravaban el comercio interno del territorio americano, a favor de los intereses de la metrópoli. La creación de dos virreinatos a partir de la subdivisión de los existentes: el virreinato de Nueva Granada (1739) y el Virreinato del Rio de la Plata (1776).

La región del rio de la plata dependía del virreinato del Perú. Este virreinato era demasiado extenso y sus autoridades tenían problemas para controlar las regiones, más distantes de Lima. La atención de los asuntos judiciales también se complicaba, porque el tribunal más cercano era la Audiencia de Charcas en el Alto Perú. Para enfrentar la expansión portuguesa que en 1680 había fundado la Colonia del Sacramento en territorios que le pertenecían a España y combatir el contrabando, la Corona decidió establecer una nueva jurisdicción. Así en 1776 Carlos III ordeno crear el Virreinato del Rio de la Plata, que abarcaba las actuales repúblicas de la Argentina, Bolivia, el Paraguay, el Uruguay, parte del estado brasileño de Rio Grande del Sur y una salida al pacifico, hoy perteneciente a chile. Esta decisión que otorgo a Buenos Aires la condición de capital del nuevo virreinato, significaba que la Corona asignaba importancia a la salida por el océano atlántico, por lo que los historiadores consideran que forma parte de lo que denominan proceso de atlantizacion del espacio colonial.

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