ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Trabajos Forzados


Enviado por   •  9 de Septiembre de 2014  •  2.707 Palabras (11 Páginas)  •  171 Visitas

Página 1 de 11

Leonardo Leon: Historiador. Profesor de la Universidad de Valparaíso y de la Universidad de Chile.1

1 Este trabajo fue realizado gracias al financiamiento otorgado por el Proyecto "Espacios de sociabilidad y tipos humanos en la frontera mapuche de Argentina y Chile, 1800-1900", Fondecyt 100012

Extracto: “RECLUTAS FORZADOS Y DESERTORES DE LA PATRIA:

EL BAJO PUEBLO CHILENO EN LA GUERRA

DE LA INDEPENDENCIA, 1810-1814”.

Capitulo 2:

RECLUTAS FORZADOS Y DESERTORES

DURANTE LA PATRIA VIEJA, 1810-1814

La ambigua situación que se creó con la instalación de la Primera Junta Nacional de Gobierno en septiembre de 1810 comenzó a definirse a medida que los miembros más radicales de la elite plantearon la independencia del país. El motín de Figueroa (abril de 1811) y el movimiento del 4 de septiembre del mismo año trazaron con mayor claridad la vía autonomista, al mismo tiempo que reforzaron la necesidad de contar con un ejército propio que respondiera a la voluntad de las autoridades revolucionarias. En ese contexto, el gobierno patricio se impuso la tarea de formar una fuerza armada, redistribuyendo los antiguos regimientos en tres batallones de reciente formación y sumando a ello el disciplinamiento de los regimientos de milicianos de Santiago. A fines de octubre de 1811, se publicó un bando llamando a todos los "hombres libres" a presentarse a los nuevos cuerpos, amenazando que quienes se negaran "lo reconocerán como enemigo de la sociedad que lo abriga". A fines de aquel año, y en los momentos en que Carrera se disponía a imponer su gobierno dictatorial sobre los distritos del sur, el jefe de Estado reconoció la lentitud con que se llenaban las plazas de los regimientos recién creados. Explicando esta morosidad, Carrera señalaba: "Quizá proceda de que los comisionados hacen violencia para alistar, o que la gente campestre, engañada o tímida antes de resolverse, presume que viene a ser mortificada"31.

La temprana resistencia demostrada por el bajo pueblo a participar en la nueva institucionalidad obligó al reclutamiento forzado de labriegos, peones y jornaleros a las filas del ejército. En mayo de 1813, cuando el general realista Antonio Pareja ya había tomado posesión de las provincias del sur, el gobierno patriota dispuso una orden de "alistamiento militar" de todos los chilenos adultos "en estado de que sus valientes brazos y ardientes deseos de salvar al Estado no queden inútiles por falta de armas y disciplina..."32 Como medida complementaria, se ordenó imprimir papeletas de reclutamiento que se repartirían a oficiales y soldados "a fin de que las personas que se encontrasen sin ellas, sean castigadas conforme a la criminalidad, que es el que un habitante de Chile manifiesta indiferencia en los apuros de la patria". El empadronamiento de la población flotante apuntaba no tan solo al aspecto bélico, sino también a controlar los movimientos de la amplia masa peonal. Con el propósito de facilitar el disciplinamiento militar de las tropas, se ordenó el cierre de las tiendas porque, según argumentó la autoridad, "no sería justo que cuando la mayor parte de los comerciantes cierren sus tiendas por asistir a dichos ejercicios y servir a la Patria, otros permaneciesen en ella perjudicando a los buenos ciudadanos". De esa manera, pulperías y chinganas, los típicos centros de la sociabilidad popular, quedaron sometidos a la ley marcial, como una nueva forma de coartar los espacios que usaba la plebe para rehuir de la acción estatal. Aún más significativo, el artículo tercero ordenaba la recolección de armas, especialmente "las que retengan los ciudadanos particulares", si bien la medida se extendía también a soldados y oficiales. Esta orden reafirmaba la voluntad del nuevo Estado de ser el único detentador legítimo del poder armado, excluyendo de su posesión al resto de la sociedad"33.

Durante aquellos años, ser soldado de la Patria significaba para los peones dejar atrás el anonimato que les caracterizó durante más de dos siglos. Por ese mismo motivo, y como un medio de incentivar un sentimiento de apego a las nuevas instituciones, una de las primeras medidas adoptadas por el gobierno independiente consistió en introducir banderas, uniformes y emblemas que generaran un lazo de identidad entre los reclutas y sus respectivos regimientos. Sin embargo, la falta de recursos redundó en un continuo incumplimiento de estas reglamentaciones. "No es ya tolerable el abuso que se ha hecho hasta hoy del reglamento de uniformes y divisas", puntualizó Carrera en un decreto de septiembre de 1814, notando que "la falta a su cumplimiento ocasiona una confusión y desarreglo perjudicial a todas sus clases..."34 De allí en adelante, los sargentos y cabos que no cumplieran con la obligación de vestir sus atavíos serían rebajados al grado de soldado raso y estos, de ser sorprendidos sin sus respectivos trajes, serían expulsados del ejército. No obstante, la realidad era bastante distinta, pues a la cabeza de los bandos combatientes surgían ejércitos improvisados, sin oficiales preparados ni con la suficiente disciplina que permitiera mantener cohesionadas sus fuerzas. La anarquía institucional, de otra parte, mermaba la capacidad logística y el poder militar de los patriotas. "El ejército desnudo, las armas en muy mal estado, sin plata, víveres, ni auxilios", escribió un oficial de las fuerzas comandadas por OHiggins en los críticos meses de marzo y abril de 1814, "escasos del todo y la tierra que pisábamos enemiga, porque la poseía el godo. Así fue que nos habilitamos con las bayonetas, marchábamos con cuanto pillábamos y se amansaban yeguas, potros y hasta burros para montar la tropa"35.

La escasez de pertrechos, la miseria de los recintos y el desarrollo de un ambiente de corrupción habían sido un mal crónico en el ejército colonial apostado en la frontera del río Biobío durante casi tres siglos, pero a partir de 1810 estos problemas se agravaron. "Los problemas del Ejército de Chile", escribió Valdés Urrutia en un artículo reciente sobre el tema de la deserción, "consistieron en bajos sueldos, pago irregular y condiciones de operación -sobre todo en el sur- de díficil superación"36. Al respecto, a fines de la Patria Vieja, cuando el desbande de las fuerzas patriotas era casi un hecho consumado, el propio OHiggins escribió al gobierno de Santiago: "Todos los soldados están descalzos... tampoco hay tabaco ni donde comprarlo... la desnudez en el ejército es grande;

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (16.9 Kb)  
Leer 10 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com