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Un rayo de razón para el Nacionalismo Chileno para el siglo XXI

javierandradeMonografía26 de Febrero de 2017

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El contexto histórico de los albores del siglo XXI

La crisis generalizada que vive la República deviene de una forma política y económica que hizo crisis desde la década del 60 del siglo pasado, donde el régimen de partidos llevó a la división de la comunidad nacional y al enfrentamiento, una vez más, entre connacionales por la vía violenta.

Un estatismo burocrático, una aparente libertad económica sin emprendimientos (más que todo sometimiento a la banca), la ausencia de representación política de la ciudadanía y la nula participación social hicieron que los partidos políticos, transformados en grupos de poder, subordinaran a sus propios intereses políticos e ideológicos al sistema de autoridad del Poder Político del Estado. Es lo que ha beneficiado a los gobernantes y a la clase política en general, generando una nueva estirpe social y de poder absoluto.

La política dejó de ser un instrumento ciudadano para diseñar y construir su futuro como pueblo, con acceso a más libertad, dignidad, justicia, participación y desarrollo integral de la nación y sobre todo a la mayor integración real y armónica. Lo que los chilenos demandan es acceso a la propiedad y a los servicios que garantizan el cumplimiento de los valores humanos y a la igualdad de oportunidades para lograr sus objetivos de realización personal y proyectarlo al proyecto de vida de cada individuo con su familia.

Esta forma de democracia de partidos que nos rige, es sucesora del parlamentarismo liberal que causó una injusticia generalizada después de la Guerra Civil de 1891, causó la crisis institucional de 1973. El quebrantamiento fue tan profundo que derivó a los riesgos de una guerra civil generalizada, y hoy un desenfreno escandaloso por esquilmar a la nación de todas sus riquezas.

Superada la crisis por la intervención cívica-militar se inició un proceso para crear una Nueva Institucionalidad.

Sin embargo, después del plebiscito de 1988, la democracia de partidos fue restaurada por el acuerdo socialista - liberal.

Chile ha rechazado los abusos y la corrupción de la clase política en general. Los chilenos demandan un mayor equilibrio entre la política, el derecho y la moral, pero la responsabilidad mayor debe recaer en quienes facilitan que esto suceda, es decir debe acusarse a quienes no participan en elecciones, quienes eligen por orden de partido, a quienes les da lo mismo el devenir, a quienes profitan del Estado, a quienes no tienen razonamientos de Estado-Nación-Patria-Justicia- Deberes y derechos- y sobre todo a aquellos de baja moral.

Esta demanda se puede lograr con nuevas fuerzas políticas y mayor participación social en la misión permanente de hacer de Chile una Nación respetada, querida y solidaria.

Como nación dotada de cultura e identidad debemos poner el Poder Político al servicio de la chilenidad, con principios y valores que son propios de nuestra forma de ser forjada en la convivencia histórica nacional.

Como fundamento esencial del orden político, debemos considerar que la paz social y el desarrollo colectivo dan origen a una justicia social como base inexorable de la vida en comunidad.

Jamás hay que olvidar que el peso y rigor de la ley no se basa en su fuerza, sino en la capacidad de la norma en lograr la Justicia, aún contra la misma norma, el ser humano es lo principal.

Lo anteriormente señalado indica el deber de que todo chileno nacionalista debe conceptualizar, fundamentar y defender su decisión de vida.

En nuestro país, Chile, los nacionalistas se agrupan tras lideres y/o propuestas específicas, que generalmente son vinculadas a  contextos del siglo XIX y XX, pero es muy complicado hacerlos entender que debe tenerse un lenguaje común para desarrollar el ideario Nacionalista que Chile se merece, ante este déficit creemos necesario comenzar con un acercamiento a la Doctrina, la cual debe tenerse como base y que puede ser complementada según los lineamientos que se persigan.

Sin embargo, esperamos que todos los que lean con interés estas páginas repliquen, repliquen, compartan y difundan el mensaje que comenzaremos a desarrollar, en beneficio a la unidad del Nacionalismo Chileno con ideas sólidas y sin tener que dar explicaciones por lo que otros en tiempos de guerra o de hambruna hicieron en Europa, este ideario se razona sobre la base de una multiculturalidad y de recuperación de la identidad nacional, fruto de un crisol donde se fundieron razas, culturas y cosmovisiones, dentro de un territorio de más de 4.300 kilómetros de longitud y territorialidad tri continental.

Las menciones que se dan son un trabajo personal de compilación documentaria que sirvió de causa basal para su escritura. Donde los caudillos creen tener supremacías, la razón y el conocimiento es la frontera a sus aventuras personalistas y ajenas a la unidad.

El desarrollo de los temas explicitados debieran servir de bases  argumentativas para lograr alinear pensamientos comunes y ha generar unidades estructurales, pues solo de esa forma sería posible optar a la generación de un frente unitario propio a una nueva ideología sectorial territorial, el “Nacionalismo Chileno del siglo XXI”.

Primera premisa

Los derechos y el poder de la Nación

Los deberes y derechos del hombre son anteriores al Estado y tienen su origen en la naturaleza trascendente de la persona humana; estos deberes y derechos deben asegurar la dignidad del individuo sin sesgo de género, condición social, ni política, en una libertad respetuosa de las libertades de los otros y de la Nación misma. Así también, el Estado es el responsable de potenciar el desarrollo de sus habitantes y de generar los encuentros multiculturales para integrarlos a la comunidad nacional e incrementar la riqueza nacional a través del uso de esos derechos.

El poder de la Nación subyace en sus habitantes y Organizaciones Sociales y Estatales, considerando a la familia como pilar social. Entre los derechos de las personas se proclaman el derecho a nacer, el derecho a crecer, el derecho a educarse, el derecho a trabajar, el derecho a la propiedad y el derecho a realizarse.

¿Cómo se adoctrina?, no hay respuesta en el cómo, pues los derechos y el poder de la Nación son esencialmente doctrina.

¿Cómo llevarlos a la sociedad?, cada individuo de la Nación consiente, debe sumarlos a su ser y transmitirlos como doctrina pues debe estar garantizado en las normativas del Estado de Derechos del ciudadano Chileno.

Segunda premisa.

Nación y Estado

La concepción de un país único en territorio, con continuidad y proyección llamado Chile, nombre y designación que jamás deberá ser modificada, pues genera la perpetuidad visionaria de sus habitantes.

La patria la constituyen el pueblo integrado, el territorio, la multiculturalidad arraigada en el territorio y la soberanía.

Nación es unidad de destino en lo universal de la Patria entera.

El pueblo es el soberano y sus cuerpos sociales organizados, públicos y privados son corresponsables de la solvencia moral de los chilenos.

La Nación debe estar dotada de un Estado que sea capaz de lograr el bien común sobre la base de ser el promotor del desarrollo, el custodio del derecho, el conductor político de la nación y el realizador histórico de su destino.

El Estado es la institucionalización de la forma de convivencia del pueblo y en ella los cuerpos sociales tienen un rol principal en los fines que se dan las personas para vivir en comunidad.

Toda propuesta para reformar el Estado debe tener una forma política y una forma económica.

El Estado debe permitir la representación legítima de la soberanía, contribuir al cumplimiento de los fines de la nación y estar permanentemente al servicio de los intereses superiores de la patria.

El Estado, jamás debe ser un botín electoral, para aquello la Patria a través del pueblo en expresión soberana debe custodiar y sancionar de forma legal o en rebeldía si es que la opresión política se intenta perpetuar oligárquicamente.

Tercera premisa

Nacionalidad y Cultura.

El Nacionalista, se misiona a la tarea de hacer de Chile una Nación próspera y perpetua en los tiempos, para ello la tarea es de todos los que cohabitan el territorio nacional tri continental e insular, como así de aquellos que por diversas razones habiten fuera del territorio. Por tal razón, creemos fundamental la formación de las nuevas generaciones con los principios y valores de la nacionalidad y la cultura chilena construida en los tiempos, y practicarlos en forma permanente, es decir, asumir una forma de vida que irradie dichos valores, razonamientos y entereza. La práctica habitual y coherente de dichos valores construyen identidad, dicha identidad es fortalecida por las experiencias que surgen de la relación de las personas con nuestro medio geográfico natural que es parte del universo que nos pertenece como miembros de la humanidad.

Se debe considerar que el vehículo de acción es la Educación, destacando la educación pre escolar y la educación primaria, momento donde la inocencia de los educandos funde en acero y diamante el amor por la Patria, sin cuestionamientos políticos, religiosos o decretados. Este es el momento de construir el temple de la Nación, a través de sus hijos. Estos hijos al ser educados con conocimientos sólidos y dotados de validez, formación valórica en el desarrollo de etapa escolar.

El desarrollo de las habilidades y actitudes, logrará a descubrir vocaciones y talentos que posibiliten la integración de las nuevas generaciones al mundo de las artes, la ciencia, la tecnología y de las culturas originarias; considerando como base un modelo educativo propio como Nación, potenciando al pilar social fundamental que es la familia, primer soporte valórico, y modelo de proyección de la Patria. Esta forja de valores da la oportunidad a que hombres y mujeres sean capaces de generar formas de vida donde el ser y el valor existan al interior de cada persona, en su espíritu, en su esencia y en su verdad.

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