Walden Dos Burrhus Frederick Skinner

Walden Dos

Burrhus Frederick Skinner

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Psicólogo y filósofo social.  Nació en la rural Susquehanna, Pensilvania, Estados Unidos. Formó parte del Colegio Hamilton en Nueva York con la intención de convertirse en escritor; más tarde comenzó a interesarse por los comportamientos y acciones de las personas, lo que le llevó a estudiar psicología en la Universidad de Harvard.

Condujo un trabajo pionero en psicología experimental y defendió el conductismo, que considera el comportamiento como una función de las historias ambientales de refuerzo. Escribió trabajos dónde propone la ingeniería social^[1] y el uso extendido de técnicas psicológicas de modificación de conducta, principalmente el condicionamiento operante, para mejorar la sociedad e incrementar la felicidad humana.

El conductismo es la ciencia del comportamiento según John Broadus Watson^[2], uno de los primeros en definir el objeto de estudio de la psicología. Para él la conducta es reductible a movimientos musculares y activación de las glándulas, como lo es también el pensamiento.

Para Skinner , el condicionamiento operante es un estudio sobre el aprendizaje humano, sobre cómo aprende a comportarse. Defiende que el conjunto de comportamientos de todo ser humano no es más que un compendio de acciones aprendidas debido a que, cuando fueran ejecutadas las primeras veces en su vida, darían como resultado un beneficio, una recompensa, un premio real o emocional.

Se llama Walden Dos porque toma como referencia a Walden, un ensayo escrito por Henry David Thoreau^[3] en el cual narra su brote personal de desobediencia civil (cuestiones impositivas) por el que abandonó su vida en la ciudad y se lanzó a la vida en el bosque. Estas obras tienen un cierto paralelismo, sólo que cambia la “rebelión” causada por cuestiones anárquicas o económicas por una “rebelión” impulsada por la querencia del hombre de ser mejor.

¿Es posible una sociedad perfecta?

El clima social, caracterizado por la superación de la gran depresión de los años 30 y la victoria en la guerra, se ensombreció considerablemente durante la posguerra. Skinner escribió: “El conductismo me atrajo porque, como Watson, creía que un mejor conocimiento de la conducta humana nos ayudaría a superar nuestros problemas”. 

Poco después de la Segunda Guerra Mundial, Skinner abordó la cuestión de la utopía y la sociedad ideal.

Se centró en describir las leyes generales que rigen la conducta voluntaria, de tal manera que el objeto de estudio de la psicología y la forma en cómo conciben la conducta es entendido de diversos modos, según el enfoque conductista del cual sea parte.

Insiste en que el “conductismo” no es la ciencia del comportamiento, sino la filosofía sobre la cual se basa dicha ciencia. Una ciencia del comportamiento, de la misma rigurosidad de la física moderna, es tan “humanista” como pueda serlo cualquier otra disciplina; ciencia y humanismo no tienen por qué oponerse, pero hay pautas culturales que consideran que estudiar científicamente al hombre implica destruir los valores humanos más preciados.

Podría considerarse un libro de ficción desde el momento en que habla de algo que no existe, pero las premisas en las que se basa son palpables: aúna el condicionamiento operante y la ingeniería social. Es decir, es ficción basada en teoría real que pretende crear un campo de experimentos que en la realidad no pueden llevarse a cabo por cuestiones éticas, pero que de comprobarse las teorías, se convertiría en un libro realista.

Se relata el viaje ficticio que el propio Skinner como protagonista hace a una pequeña sociedad fundada con el objetivo de llegar a ser excelente: libre de pensamientos envidiosos, agresivos, vagos e individualistas.

La maravillosa villa de la que se habla es una especie de comunismo libre de opresión y militarismo. Todos los miembros son felices, trabajan cuatro horas al día y no tienen mucha preocupación por sus hijos, toda la comunidad cuida de ellos. En cuanto al trabajo, ganan créditos por realizarlo, funcionando como una especie de motivación para seguir realizando bien las cosas y de buena manera, podía entenderse también como un tipo de recompensa a un esfuerzo y principalmente generaba reconocimiento.

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