Conferencias De La Educacion

El destacado pedagogo A. Makarenko plantea en estas conferencias lo que según el, debe ser el objeto primordial de toda educación, tanto lo que se obtiene en las escuelas como lo que se imparte diariamente en el hogar: hacer del niño un futuro adulto productivo, disciplinado, inteligente, pero sobres todo, feliz útil a la sociedad. Esta obra amena y de fácil comprensión, está dirigida a todos los padres y educadores.

Makarenko considera que el buen ejemplo de los padres es determinante para la formación del niño, por lo que la conducta social de los niños no es más que la manifestación del comportamiento paterno.

Al respecto su manifestaciones categóricas nos llevan a confirmar lo que no son los cursos formales, ni los discurso dirigidos a los hijos los que determinan su actuación, sino las actividades que se fomenten en el hogar, la atención personal y el modelo de padres que se presentan en la vida practica. Al mismo tiempo, la educación debe ser correcta sobre el comienzo, ya que afirma Makarenko es más fácil educar que reeducar luego.

Hay una diferencia entre el origen de los objetivos de los que habla Makarenko por un lado y los que señala la pedagogía norteamericana por otro. Los primeros fueron concebidos por el propio campo del quehacer educativo, como producto de una necesidad real y sentida, mientras que los segundos fueron trasladados de un campo ajeno a la educación (la mayoría de los programas por objetivos en norte América han surgido en industria y posteriormente han sido extrapolados a la escuela).

Por otra parte, educar al niño corriente y normal es mucho mas fácil que reeducarlo, señala Makarenko, y recomienda a los padres que “eduquen a sus hijos de tal modo que no sea necesario más tarde reformar”.

Estas demandas rebelan parte de las angustias y los desvelos que tuvo que pasar en la “colonia Gorki” en su lucha muchas veces desesperada, por devolver a la sociedad hijos útiles.

En el “aquí y ahora” el termino reeducar significa un problema cardinal por las dramáticas condiciones que alcanza y que ha hecho que, actualmente, no sean pocos los centros de readaptación social, o los consejos tutelares que el estado o la iniciativa privada an abierto para recluir a los menores detenido por robo, drogadicción, violencia, falta a la moral, prostitución, vagancia, mal vivencia, etc.y al hablar de estos pequeños infractores pensamos en niños y adolecentes fuera de la ley, pero nos olvidamos que esos pequeños desadaptados sociales son las víctimas de los factores como la desorganización e inestabilidad familiar, su paupérrimo estado económico, la ignoracia de los padres o simplemente un ambiente social corrupto. De aquí que los reclamos que Makarenko hacia los padres de la familia de aquella “nueva sociedad” deben escuchar los padres da la sociedad en que vivimos.

Makarenko cuestiona que los padres que asientan su principio de autoridad sobre bases falsas, persiguiendo como único fin el que sus hijos obedezcan. Señala que la autoridad por la autoridad misma, o la obediencia misma fomentara una educación incorrecta. A los efectos indica varios tipos de autoridades falsas de los padres: autoridad de la represión, que consiste en el castigo frente al cumplimiento; autoridad del distanciamiento: la lejanía en el tratado con los hijos, creyendo que al conservar las distancias el niño tendrá más respeto por sus padres; autoridad de la jactancia, el cual los padre se jactan permanentemente de su importancia frente a sus hijos; autoridad de la pedantería: la practican los padres que están convencidos que su palabra es sagrada; autoridad del razonamiento: los padres agobian a los niños con interminables enseñanzas y explicaciones; autoridad del amor: la más difundida que enseña a los niños desde la más temprana edad como es posible ganar a los demás aparentando afecto, y formar egoístas, mentirosos e hipócritas; autoridad de la bondad, autoridad del soborno etc.

En definitiva explica Makarenko ahí equivocación de los padres al prodigar dureza o al prodigar blandura. La asistencia paterna ha de ser discreta y oportuna. No solucionar todos los problemas del niño pero tampoco dejarlo huérfano de ayuda. Colaborar con él y conducirlo atentamente y formar parte también de la conciencias del deber que como ciudadanos deben tener los padres.

Para Makarenko, como para el hombre nuevo soviético, la palabra disciplina pasa a tener una significación mayor que la que tenía antes de la revolución, cuando disciplina era sinónimo de obediencia ciega. Makarenko exige que solo se comprenda por qué y para que se debe cumplir un orden, sino que una vez entendida su finalidad, se sienta la necesidad de realizarla lo mejor posible, al mismo tiempo que pide que se aplique en cada acto de vida, sin esperar resoluciones ni ordenes, la iniciativa y la voluntad creadora de cada individuo.

La conducta disciplina en esta forma se moldea en la interacción familia-sociedad. Tanto en la familia como en la sociedad, el orden no se consigue con medidas disciplinarias, sino con un adecuado sistema educativo que tenga en cuenta todas las influencias que actúan sobre el niño y sobre el individuo.

Los movimientos pedagógicos surgieron en nuestro siglo, como una respuesta a los tipos de educación aplicados a las escuelas no escapan a la atención de Makarenko, de dichos movimientos surgen teorías cuyo problema sustancial es el manejo de la disciplina. Para los apegados a la pedagogía tradicional lo importante es la disciplina impuesta en la que el maestro determina la conducta que el alumno debe observar; mientras que en otro extremo se muestra la escuela “libertaria” representada por A. S. Neill y sus experiencias en la escuela Summerhill, con las que trata de demostrar el valor de una escuela no autoritaria, autogestionada por los alumnos.

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