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EL ALMA DE LA TOGA


Enviado por   •  23 de Octubre de 2013  •  1.352 Palabras (6 Páginas)  •  267 Visitas

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EL ALMA DE LA TOGA

Todo empieza con término muy importante, “Quien no dedique su vida a dar consejos jurídicos y pedir justicia en los tribunales, será todo lo licenciado que quiera, pero abogado, no.

Un abogado no solo es quien sabe de las leyes, conjunto a eso operan la conciencia, el hábito, la educación, el engranaje de la vida, el “ojo clínico”, mil y mil elementos que, englobados, integran un hombre, el cual, por su oficio se distingue de los demás. En el abogado la rectitud de la conciencia es mil veces más importante que el tesoro de los conocimientos, ya que lo que al abogado importa no es saber de Derecho, sino saber de la vida.

Los hombres no llevamos más fuerza que la que Dios nos da, es por eso que hombre debes fiar principalmente en sí. Ésto es fundamental en un abogado, ya que si nos detenemos cinco minutos a oír el vocerío y las criticas de los demás, estamos perdidos. Por eso es que fiar en sí, vivir la vida propia, seguir los dictados que uno mismo se imponga y desatender lo demás hace a un buen abogado. Un consejo importante es que después de adoptada una resolución, no es lícito vacilar o retroceder por miedo a la critica, ya que el viandante que se detenga a escuchar los ladridos de los perros, difícilmente llegará al término de su jornada.

En otros oficios humanos actúan el alma y otros elementos materiales y externos, en la abogacía actúa el alma sola, por que cuanto se hace es obra de la conciencia y nada más que de ella ya que no se cimenta en la lucidez del ingenio, sino en la rectitud de la conciencia. En la abogacía la inteligencia es insustituible, pero más aún son la conciencia y el carácter.

La justicia es fruto de una sensación y la sensación es un simple reflejo del cuerpo doctrinal que el jurista lleva en su alma, lo cual es utilizado como vehículo que lo condice a la justicia. El abogado no solo no esta obligado a no mentir, sino que la verdad es su norma y esto es otra forma de alcanzar la justicia. Habrá situaciones a las que no habrá otra opción que utilizar una “chicana” pero hay que tratar de que cuando ésta se utilice sea benefactora para la mayoría de la sociedad. El abogado es el sacerdote de la justicia y ésta a su vez es la expresión material de la libertad.

Todos sabemos que el abogado está obligado a guardar secreto y sabemos muy bien que el no guardarlo es un delito. En la guarda de este secreto, el abogado puede encontrarse con tres conflictos: Conflicto con su propia convivencia, conflicto con el interés particular ajeno y conflicto con un grave interés social.

El abogado actúa sobra las pasiones, las ansias, los apetitos en que se consume la Humanidad, la fórmula para coordinar todos nuestros estados de ánimos es “Los había defendido como propios, y los había sentido como ajenos”. Los patrimonios de alma no se alquilan ni se venden, por que el pleito dura un día y el abogado dura toda su vida.

El cliente tiene derecho a reclamar el servicio, pero no a imponer el disparate. Ya que esto ocasionaría que el abogado dejara a un lado su independencia, sin embargo debemos en esforzarnos en hacer por nosotros mismos los trabajos, ya que el cliente tomará en cuenta, al buscarnos, todas nuestras condiciones, desde la intimidad ética hasta el estilo literario.

La palabra es un elemento importante en el Derecho ya que si no hay palabras brota la violencia, y dicen que los hechos tienen mas fuerza que las palabras, pero sin palabras previas los hechos no se producirían. Por medio de ésta debemos esforzarnos por que los jueces participen de nuestros sentimientos sin dejar nuestra ideología ya que vale más un pensamiento propio que cien ajenos.

Dice Juan de Valdés: “…Hay que decir lo que se quiera con el menos numero de palabras, de manera que no se pueda quitar una sola sin menoscabar el sentido, la eficacia o la elegancia”.

Las acciones todas, han de cimentarse en la fe, en la estimación de nuestros semejantes, en la ilusión de la virtud, en los móviles levantados y generosos.

“Las realidades mundanas tienen mas importancia que la resultancia del diligenciado”… No hay pleito que se falle estrictamente por lo que en él aparezca y digan las leyes. Viene de fuera una presión social incontrastable que, aún sin notarlo el juez gravita sobre su ánimo e influye en su resolución.

Dice Ángel Ganivet: “El

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