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El Alma De La Toga


Enviado por   •  26 de Noviembre de 2013  •  3.926 Palabras (16 Páginas)  •  249 Visitas

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EL ALMA DE LA TOGA

ENSAYO:

PARA LA ACREDITACIÓN DE LA ASIGNATURA FILOSOFÍA DEL DERECHO

Cuernavaca, Morelos,10 de Noviembre del 2013

INTRODUCCION:

En el presente ensayo pretendo dar una breve explicación capítulo a capítulo, haciendo uso de mis propias palabras sobre el libro “el alma de la toga” del autor Ángel Ossorio y Gallardo. En el cual se expone de manera concisa y precisa quien verdaderamente puede llamarse abogado y quien simplemente es considerado un ganapán.

¿Quién es el abogado?

Para empezar, el autor del libro hace un llamado para reivindicar el término de “abogado”. Pues dice él, que el abogado no es aquel que ha recibido un título universitario de Licenciado en Derecho, sino que el verdadero abogado vendría siendo aquel que ejerce permanentemente la profesión, exigiendo justicia a los tribunales y brindando consejos jurídicos. “Aquel que no lo haga podrá ser todo lo licenciado que quiera pero abogado no”.

Alude por otra parte, que en la formación de un verdadero abogado, es indefectible y de mayor importancia la presencia de la rectitud de la conciencia, que los propios conocimientos. Porque es abogado aquel que tiene la capacidad de percibir entre el bien y el mal y de inclinar su voluntad a hacer el bien. Los conocimientos constituyen solo una herramienta del abogado, en este caso de menor importancia.

La fuerza interior.

Al hablar de la fuerza interior el propio autor hace referencia a que el hombre, en pleno ejercicio de cualquiera que sea su profesión, incluyendo la abogacía, no debe confiar y creer más que en sí mismo, porque la fuerza que no hallemos en nosotros mismos, no la encontraremos en ninguna otra parte. Esto precisamente porque en la vida de todo abogado no harán falta las agresiones, criticas, injusticias y sobre todo el bullicio de la gente, frente a tales inconvenientes Ossorio propone aquello a lo que él llama: la receta única que consiste principalmente en: “fiar en sí, vivir la propia vida, y seguir los dictados que uno mismo se imponga”, tomando con total desdén el vocerío e injurias de los demás.

Porque es abogado aquel, quien una vez ya definido y adoptado un criterio al defender un pleito, hacer justicia, o sencillamente dar un consejo, toma todo con absoluto menosprecio y sigue su propio juicio ya previsto con firmeza, sin retroceder y mucho menos dudar en ningún momento, de que se encuentra haciendo lo correcto.

A diferencia de los demás oficios, en los que actúan dos elementos: tanto el psicológico del profesional (el alma) como el material externo. La abogacía es el único, donde únicamente interviene el alma porque todo obrara de acuerdo a nuestra conciencia, es decir a lo que nosotros mismos consideremos el bien y el mal.

La sensación de la justicia.

Dice Ossorio que la justicia no es fruto del estudio, sino de una sensación. Y estoy totalmente de acuerdo, por que como dice platón “las justicia es la felicidad”, pero si relacionamos la justicia con la felicidad entonces no es posible la existencia de un orden social justo, porque lo que haga feliz a uno, puede hacer desdichado a otro. Esto precisamente porque todos podemos tener un distinto significado sobre que es la justicia, es decir lo que uno considera injusto alguien más puede considerarlo como justo, esto creo yo, es a lo que se refería ossorio al hablar de sensación de la justicia, es resumen el abogado debe obrar constantemente, conforme lo que él propiamente considere como justo o razonable.

“Al abogado no debe importarle saber derecho, si no conocer la vida”, porque de cualquier forma el derecho está escrito en los libros, se consulta y listo, pero lo que la vida demanda cotidianamente no lo encontraremos resumido en ningún papel, ningún documento nos dirá el modo de pensar o la forma en que debemos actuar ante una determinada situación, la vida se aprende atreves de los hechos.

La moral del abogado.

Se supone que cuando un abogado acepta la defensa de un asunto, es porque estima defender una causa justa, y digo se supone, porque esto no acurre en todos los casos. Dice ossorio que es abogado aquel, en el que se hace presente la rectitud de la conciencia, y el que actúa de manera constante de acuerdo a lo moralmente correcto, pero si es así, entonces encontramos una nueva disyuntiva, ¿Qué es la moral?, pregunta que no solo debe concernir a los abogados, sino al mundo entero. La moral se deriva de un concepto religioso que tiende a variar en aspectos de lugar y tiempo, entendiéndose por esto último, que cada persona debe obrar conforme a sus propias creencias, porque lo que una sociedad de hace 50 años puede considerar intolerante, la sociedad actual con el mismo dogma, puede considerarlo aceptable.

El secreto profesional.

Ossorio considera que antes de comenzar a hablar sobre el secreto profesional, es necesario primeramente tener muy en claro como se guarda este y es naturalmente no diciéndoselo a nadie, porque muchas veces en nuestro crédula confianza hacia amigos o parientes terminamos por sucumbir al silencio, contándoselo a esa persona, pero esto no culmina hay, si no que esa persona se lo dice a otra y esta a otra y así sucesivamente hasta que el secreto, ya no lo es mas.

Un abogado está obligado a guardar un secreto y el no hacerlo implica un delito, que está penado en diversos códigos, cuando este pueda tener repercusión o causar daño sobre su cliente. Pero ¿cuál es esa relación que obliga al togado a reservar ese secreto?, muchos autores convergen en la idea de que se trata de un contrato, otros más dicen que se trata de un arrendamiento de un servicio, y algunos más estipulan un servicio público, pero por palabras de ossorio escuchamos que no se trata de ningún contrato sino más bien de ejercer un ministerio, el abogado debe guardar el secreto cueste lo que cueste.

Sin embargo el jurisconsulto al asumir la tutela de un caso debe prever si este verdaderamente merece el calificativo de ético, el abogado no debe ser representante de la infamia mucho menos de la injusticia, porque sobra decir que en todo pleito está en juego su prestigio, e independientemente si se gane o se pierda, el abogado siempre será blanco de múltiples críticas de menor o mayor grado. El tomar o abandonar el asunto será cuestión propiamente de conveniencia,

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