EL ASESINO DEL ALMA
luimi21 de Abril de 2013
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Es precisamente Schatzman quien, tomando el caso del eminente juez alemán Daniel Paul Schereber, cuestiona: los métodos pedagógicos autoritarios, el papel domesticador de la Autoridad paterna, la psiquiatría oficial autoritaria y, en genera, toda la moral del sistema capitalista, la sociedad burguesa y la ideología dominante, preservadora de los intereses económico-políticos y sociales de la clase dominante.
Daniel P. Schreber, enloqueció a los cuarenta y dos años de edad, recuperándose luego y volviendo a enloquecer ocho años y medio después. Los psiquiatras y psicoanalistas lo consideran como un caso clásico de paranoia y esquizofrenia. Su padre, que supervisó su educación, fue un destacado médico y pedagogo alemán. La influencia del padre sobre la vida de su hijo fue grande ante la época normalmente "blanda" y "decadente", según el padre, debido a la laxitud de la educación y la disciplina de los niños en el hogar y en la escuela, propuso combatir la "flojera" de su época, mediante un complejo sistema de educación infantil cuyo fin era hacer a los niños obedientes y sumisos a los adultos. Pensaba que la aplicación de sus preceptos redundaría en una sociedad y en una "raza" mejores. Aplicó a la educación de los niños los mismos principios básicos que los regimenes totalitarios, seculares y religiosos. Igual que ellos creía que la obediencia y la disciplina en un niño eran más importantes que cualquier otra cosa. Tuvo dos hijos; el mayor, Daniel, y Gustavo, que enloqueció, suicidándose después.
Las ideas del Dr. Schreber, padre, acerca de la vida familiar reflejan como una caricatura, en miniatura, las ideologías ampliamente difundidas en el sistema capitalista, en su actual etapa de decadencia: los varones adultos tienen que ser dominada; los padres, por ignorantes, fanáticos o intolerantes que sean, tienen que supervisar la moral de sus vástagos hasta por lo menos al final de la adolescencia; y los niños tienen que aprender pronto a someterse, a menudo sin críticas, a la voluntad de sus padres, con el fin de adaptarse a la sociedad actual, donde también deberán someterse sumisamente, a la autoridad de la clase dominante.
Hasta hace poco las psiquiatras se han dedicado a estudiar solamente al paciente, sin considerar su contexto social. Se estudia al paciente, no la conducta patológica de la gente que lo rodea.
Las personas consideradas como esquizofrénicas describen durante su "enfermedad", mediante símbolos, situaciones sociales pasadas y presentes. Cuanto más se sabe acerca de sus vidas, más auténticas son su palabras y actos. Ni sus familiares, ni los médicos quieren comprender lo que dicen y hacen los pacientes.
Trece años de su vida los pasó Daniel P. Schreber, en hospitales mentales y a los 71 años de edad público "Memorias de mi enfermedad nerviosa".
El psiquiatra famoso Belnder, así como todos los demás que atendieron y han conocido el caso del juez alemán que nos ocupa, lo han considerado paranoico y esquizofrénico, sin tratar de comprender las palabras de Shreber, sin imaginarse que en las mencionadas memorias se encuentran el mensaje familiar y social de un individuo víctima de la sociedad autoritaria actual y su institución más importante: la familia.
Es Sigmund Freud, el primero que intentó comprender lo que decían los pacientes y de ligar sus experiencias a hechos sucedidos durante la infancia. Freud no conoció a Shreber, pero basándose en las memorias, escribió un análisis sobre él. Cabe señalar que, así como el complejo de Edipo, tesis básica del psicoanálisis, no fue relacionado con la culpa de Layo, también el caso Schereber, no fue articulado con la culpa del padre, del juez alemán, por el fundador de la teoría psicoanalítica.
Al estudiar el caso Schreber en relación con la Conducta pedagógica de su parte, de hecho, este estudio ayuda a comprender a la mayoría de los individuos considerados como paranoicos o esquizofrénicos.
La ironía envuelve muchos actos sociales, aparentemente dominados por la razón. Un pedagogo famoso tiene dos hijos psicóticos y uno de ellos se suicida sin que su reputación se vea afectada. Freud, fundador del psicoanálisis, basado en el estudio del inconsciente, se olvida o pasa desapercibido los libros de pedagogía que publicó el padre del juez Schereber. Los padres alemanes educan a sus hijos, con las ideas de un hombre, al que mucha gente consideraría ahora un sádico o un enfermo mental.
El padre de Schereber afirmaba que, un plan pedagógico deberá ser llevado por el padre de familia, quien deberá inculcar en la mente de sus hijos. El amor hacia Dios, padre de la humanidad, y el amor al padre Dios de los hijos.
El Dr. Schreber pensaba que los padres debían restringir la libertad de sus hijos mediante severas disciplinas en aras de la salud: moral, mental y física. Parecía creer que los niños son criminales o enfermos desde el principio, o que con seguridad llegarían a serlo si ni se les rescataba a tiempo. Proponía, por ejemplo, que maestros y padres se reuniesen constantemente con el fin de controlar mejor las consecuencias de los niños.
El pedagogo Schreber pretendía saber, como los neoconductistas, lo que es bueno, noble, elevado, correcto y fino y lo que no lo es, pero no dice cómo lo sabe,
La lucha del Dr. y Pedagogo Schreber, consistía en arrancar de raíz y exterminar violentamente los elementos malos de la mente, las "malas hierbas".
Luchaba: Contra la mala conducta infantil que consistía en las manifestaciones naturales del niño; contra la sensualidad, la indolencia, la blandura y la cobardía, pues según el llevaban a los individuos a las depresiones, enfermedades mentales y suicidios. Aplicando sus métodos inquisitorios-pedagógicos, parecidos a los métodos de tortura fascistas, logró lo que quería erradicar: la locura hizo presa de sus dos hijos y el suicidio fue la salida de uno de ellos.
Pensaba, y lo aplicó a sus hijos, que el padre debe acostumbrarlos, desde temprana edad, a lo que es bueno y justo; los buenos hábitos infantiles, deben ser producidos y controlados por el padre. Acostumbrar a un niño, significa, programarlo para que obedezca, sumisamente, las ordenes de los padres, maestros y clase dominante.
Educar a un niño, pensaba el pedagogo Schreber, significa imponer una regla sobre cada detalle de su vida, sobre cada pensamiento y actividad cotidiana del futuro individuo, preparándolo así para que la ideología dominante, los "más media" y las figuras paternas- autoridades, determinen su existencia, alineada y neurótica.
El Dr. Schreber al solicitar la ayuda de los padres y la parte noble de los niños contra la parte mala que se encuentra en el interior de los pequeños, de hecho la derrota, para estos, en forma de alineación, no puede faltar.
Para lograr el desarrollo y consolidación de la fuerza moral y el carácter, el pedagogo alemán proponía, como condición necesaria, la obediencia incondicional del niño.
Si desde los primeros meses, nos dice el Dr. Schreber, se ha conducido al niño por el camino de la habitación a la obediencia, inconsciente, es necesario que este hábito se transforme en consciente.
La educación integral que requiere el pedagogo citado debe ser, esencialmente obediencia, pues si llega a convertirse en desobediencia tiene que ser aplastada, hasta convertirla en una total sumisión, empleando, si fuera necesario, castigos corporales.
La educación (domesticación) de los niños, en el seno familiar, según el pedagogo alemán, debe estar sometida a la autoridad paterna desde que nace el niño hasta los 20 años de edad.
Con este pensamiento y con las torturas pedagógicas a las que sometió a sus hijos, fácilmente se comprende como los empujó a la locura y al suicidio.
Daniel Paul, el hijo que solamente enloqueció y no llegó al suicidio como su hermano, manifestó en sus memorias todo ese infierno familiar, cambiando simbólicamente los nombres de las torturas y nombrando a Dios en lugar de su padre. El simbolismo, en este caso, oculto patológicamente, la realidad, en beneficio de la pedagogía autoritaria.
Los padres y educadores, según el Dr. Schreber, deberán programar la mente y la vida de los niños, consiente y deliberadamente, para que obedezcan a sus padres, a sus maestros y a todas las autoridades que representen y defiendan los intereses económicamente sociales y políticos de la clase dominante.
El psicoanálisis ha demostrado que los modelos de relaciones personales grabados en la mente de los niños, desde su tierna infancia, suelen permanecer para toda la vida. Los individuos tienden a repetir, inconscientemente, a lo largo de su vida, formas de relaciones sociales de sumisión a la autoridad, que le fueren programados desde sus primeros años de vida. Reich denomina " coraza caracterológica" a la exhibición del propio cuerpo, los programas de represión sexual grabados somáticamente.
Existe la paradójica situación que este tipo de pedagogía, divide (Alinea) la mente del niño, al procurar que éste considere que su programación para la sumisión, no le fue impuesta por sus padres, sino que él conscientemente, en "libertad" se programó a si mismo.
El Dios ( el padre) de Schreber, vigiló, y después de muerto, en la conciencia del hijo, vigila, dicta y condena cada uno de sus movimientos al sentir la vigilancia
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