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ENSAYO EL ELOGIO DE LOS JUECES


Enviado por   •  23 de Mayo de 2014  •  4.056 Palabras (17 Páginas)  •  1.141 Visitas

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INTRODUCCION

“Elogio de los jueces” un libro en donde el autor tiene una forma muy peculiar de tocar, o mejor dicho, ejemplificar y hacernos imaginar, las diversas situaciones a las que se enfrenta un litigante, así como los vicios y las experiencias que se viven en los tribunales. Se abordan diversos temas en donde las experiencias narradas pareciera que siguen vigentes, pues ejemplifican de manera muy clara la realidad, así como el papel que juega cada uno de los personajes, por así llamarlo, en quienes recae el funcionamiento del poder judicial, que en este caso son los abogados y los jueces, personas en quienes ciertamente recae una verdadera impartición de justicia, en perjuicio de los justiciables.

El autor, en todo momento trata de darnos un amplio panorama, pero en diferentes direcciones y desde perspectivas diferentes, ya que nos va a llevar de la mano, para adentrarnos a las situaciones que viven ambas partes, y como es que cada uno de estos personajes (abogados postulantes y jueces), lleva a cabo su tarea encomendada, la cual se basa en la búsqueda de la justicia, o al menos ese podría ser el objetivo al final de cada uno de los sujetos involucrados, pero que al leer este libro nos pueden surgir interrogantes diversas, incluso hacernos dudar pues cada uno tiene una interpretación diferente en cuanto a la tarea de los abogados y como es que tiene que llevarla a cabo.

El libro cuenta con diecinueve títulos, de los que se desprenden, a grandes rasgos, situaciones que al ser tan minuciosamente descritas, dan vida a esos títulos, pero siempre mediante una descripción agradable, que nos remonta a cada una de esas historias.

I. DE LA FE EN LOS JUECES, PRIMER REQUISITO DEL ABOGADO

Este capítulo inicia con una frase muy particular “HABENT SUA SIDERA LITES” que significa “También la Litis tienen sus estrellas”, y con esta afirmación se comienza una controversia entre opiniones, donde el autor está en contra y comienza a relatar ciertas experiencias y afirmaciones que contradicen a la frase inicial.

“…tú joven abogado, no te encariñes con este proverbio de resignación cobarde, enervante como un narcótico: quema la hoja en que lo encuentres escrito, y cuando hayas aceptado una causa que creas justa, ponte con fervor a trabajar, en la seguridad de que, quien tiene fe en la justicia, consigue siempre hacer que cambie el curso de las estrellas.

Cuando hayas aceptado una causa que creas justa, ponte con fervor a trabajar en la seguridad de que, quien tiene fe en la justicia, consigue siempre hacer que cambie el curso de las estrellas.

Para encontrar la justicia es necesario serle fiel, se manifiesta solamente a quien cree en ella.

Quien comparece ante un tribunal, en lugar de justas y honestas razones, recomendaciones secretas, ocultas peticiones, sospechas sobre la corruptibilidad de los jueces y esperanzas sobre su parcialidad, no debe asombrarse si, en vez de hallarse en el severo templo de la justicia. La pureza de los tribunales solo se encuentra al penetrarlo con espíritu puro… Omnia munda mundis (todo es limpio para los limpios).”

La justicia es algo subjetivo, lo que es justo para unos, no lo es para otros; y no solo eso, la “justicia” a la que se pretende llegar, puede hacerse mediante métodos no muy limpios que digamos; ¿a qué nos referimos con esto?, pues bien, existe gran variedad de abogados, pues como en todo, podemos encontrarnos con el abogado que se presenta en un tribunal con el afán de “resolver” controversias, pero no a través de la técnica jurídica y de su preparación profesional, sino de falsedades y corrupción, buscando favorecer siempre los intereses particulares y de su representado, independientemente que le asista o no la razón. En contraposición al oscuro personaje al que se hace referencia con anterioridad, también nos encontramos por los tribunales, los que el autor conoce como príncipes del foro, que son aquellos postulantes llenos de virtudes y valores, con una técnica jurídica depurada, honestidad, elocuencia y una trayectoria y reputación merecidas en el ámbito en que se desenvuelven, y lo que se espera con todas estas virtudes, es persuadir al juez para que imparta justicia guiado por la verdad expuesta. Pero eso no es todo, también los hay de acuerdo a su experiencia, principiantes y los nivel master, sin atender a que estos puedan ser portadores de las virtudes antes descritas, no obstante, es necesario advertir, que aún y cuando existen buenos abogados, asimismo pueden existir jueces carentes de capacidad, para resolver con imparcialidad, y que algunos son capaces, incluso, de imponer una resolución viciada por corrupción y opacidad, no respaldada por la verdad, ya que están dotados de, (y me permito citar las palabras del autor), “…un poder mortífero que, mal empleado, puede convertir en justa la injusticia, obligar a la majestad de la ley a hacerse paladín de la sinrazón e imprimir indeleblemente, sobre la cándida inocencia, el estigma sangriento que la confundirá para siempre con el delito.”

II. DE LA URBANIDAD ( O DE LA DISCRECION) EN LOS JUECES.

La toga, elementos que le dan solemnidad a las audiencias, dan prestigio a los portadores de la misma, en este capítulo mucho se habla del comportamiento de los personajes a la hora de salir a escena, interpretan a la perfección sus papeles. Es en ese momento cuando sale a luz la clásica “oratoria forense” y la interpretación de aquellos abogados que acuden a los tribunales para mostrarse sí mismos y poner de manifiesto sus propias cualidades oratorias. Pero si bien es cierto, esto no es suficiente, el abogado debe saber sugerir al juez tan discretamente los argumentos para que le dé la razón, que lo deje en la convicción de que los ha encontrado por sí mismo. Luego entonces, la guía del juez debe ser discreta, mostrarle el camino al abogado, para que este haga uso de sus habilidades en técnica jurídica, y que a su vez los aterrice, siguiendo los elementos concretos de la acción, los medios probatorios tendientes a acreditarlos y, al final, llegando a una conclusión generada por su propia convicción.

En base a lo anterior, el autor sugiere, que sean retiradas las caretas de los personajes, y que el abogado o cualesquier otros funcionarios no sean objeto de identificación más allá de lo que su función o investidura significan.

III. DE CIERTAS SEMEJANZAS Y DE CIERTAS DIFERENCIAS ENTRE JUECES Y ABOGADOS.

“El juez, es un abogado moderado y purificado por la edad: a quien los años le han

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