ENSAYO SOBRE EL LIBRO “LA AMORTAJADA”
ocorreaEnsayo18 de Agosto de 2015
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ENSAYO SOBRE EL LIBRO “LA AMORTAJADA”
AUTORA: MARÍA LUISA BOMBAL
Nombre del alumno: Alexander Moore
Curso: 2o Medio A
Colegio Corazón de María
INTRODUCCIÓN:
La novela “La Amortajada” fue escrita por María Luisa Bombal y publicada en Buenos Aires, Argentina, en 1938. Esta novela es considerada como su obra maestra por varios estudiosos y amigos cercanos a ella, como el mismo Jorge Luis Borges, pero irónicamente es la obra que menos estudios críticos tiene. Hernán Díaz Arrieta, el conocido crítico literario, Alone dijo sobre esta obra “No se ha escrito en Chile prosa semejante y, después de los poetas máximos, sólo buscando mucho en las letras universales podría encontrársele paralelo.”[1]
La escritora chilena María Luisa Bombal nació en 1910 en la ciudad de Viña del Mar. Su padre era argentino y su madre tenía ascendencia europea. Desde pequeña tuvo la oportunidad de leer textos de la literatura alemana, entre ellos las obras de Goethe, entre otros autores. Uno de sus escritores preferidos fue Hans Christian Andersen, reconocido autor de cuentos infantiles. Su padre murió cuando ella tenía 13 años, por este motivo su familia se fue a vivir a Europa, a la ciudad de París, donde cursó sus estudios secundarios y universitarios. “María Luisa Bombal recibe una educación privilegiada, fuertemente ligada a la cultura europea: obtiene una Licenciatura en literatura francesa en La Sorbona. Su capital cultural le permite acceder a espacios intelectuales de vanguardia, manteniendo una fluida relación de amistad con los escritores Jorge Luis Borges y Victoria Ocampo”[2].
Cuando María Luisa Bombal regresa a Chile en 1931 recibe la invitación de Pablo Neruda, entonces cónsul en Buenos Aires, para viajar a Argentina, donde permanece hasta 1940. Allí conoció a escritores como Jorge Luis Borges y desarrolló una intensa actividad en el círculo de la revista Sur. Luego regresa a Chile, pero al poco tiempo tiene una discusión con su pareja y le dispara, está presa algunos días hasta que es absuelta, después de lo cual se va a vivir a los Estados Unidos, donde luego de un tiempo se casó con Rafael de Saint Phalle y tiene su única hija. Vive más de treinta años en Estados Unidos, pero cuando su marido muere regresa a Chile, estableciéndose en Viña del Mar.
Su obra literaria no fue muy numerosa, sin embargo su estilo marcó un hito en la literatura de su época. Obtuvo varios premios, Premio Ricardo Latcham (1974), Premio Academia Chilena de la Lengua (1976), Premio Joaquín Edwards Bello (1978). Sin embargo, nunca se le concedió el Premio Nacional de Literatura.
María Luisa Bombal murió en 1980, a consecuencia de una hemorragia digestiva producto del alcoholismo que la afectó por muchos años.
Además de recordar en sus libros su experiencia en los viajes que realizó durante su vida, su tema preferente es la soledad de la mujer en un mundo dominado por los hombres.” La mujer que construye Bombal asume un modelo de representación impuesto por lo masculino, pero a su vez también asume la crisis de tal referencialidad y representación del sujeto”[3].
Su obra fue influenciada por el trabajo de las escritoras europeas Selma Lagerlöf y Virginia Woolf.
María Luisa Bombal pone énfasis en lo sicológico, ella en sus obras:
“rechazó la novela como mera narración de los hechos, abandonó el relato testimonial (naturalista) y se acercó poéticamente a las motivaciones ocultas de la conciencia individual”[4].
En su narrativa aparece “el monólogo interior y lo subconsciente, el contrapunto temporal y espacial (las nuevas cronotopias de la consciencia en su soledad frente al mundo), el perspectivismo del discurso de la mujer”[5]
Durante la época en que María Luisa Bombal desarrolló su obra, se enfrentó a una sociedad machista y muy tradicionalista donde no se daban las condiciones para ser comprendida como escritora. Sus obras reflejan “como el entorno machista, la época religiosa y el mundo social dicta normas definitivas, (que hoy suenan anacrónicas e increíbles), las mujeres – protagonistas de sus relatos – huyen, buscando cobijo en el sueño, crean amantes, se resguardan en la natura o en los árboles o en los cambios climáticos”[6].
Según Patricia Espinoza (2005), María Luisa Bombal muestra sus crisis personales y esto la lleva a la construcción de un mundo irreal o imaginario:
“Fenómeno que en la narrativa de mujeres chilenas pertenecientes a la alta burguesía se evidencia con gran fuerza en producciones de principios del siglo XX, pero que en el caso de Bombal adquirirá características particularmente rupturistas debido, sobre todo, a la irrupción del erotismo como fuerza constituyente de la intimidad”[7].
DESARROLLO
La novela se inicia con Ana María, la protagonista, que yace muerta sobre su cama. Ella puede ver y oír a los que están rodeándola “A la llama de los altos cirios, cuantos la velaban se inclinaron, entonces, para observar la limpieza y la transparencia de aquella franja de pupila que la muerte no había logrado empañar. Respetuosamente maravillados se inclinaban, sin saber que Ella los veía”[8]. Durante el velatorio se van a acercando a su lecho de muerte sus tres hijos: Anita su hija que parecía no querer a su madre, tenía hacia ella una actitud fría y distante; Fred su hijo regalón y Alberto casado con María Griselda, un marido dominado por los celos, que mantiene a su esposa encerrada debido a su belleza. También la viene acompañar su nana Zoila, que la había criado y cuidado toda la vida. Concurren al velatorio Ricardo su primer amor, su amante Fernando y su marido Antonio, además de varios amigos. Para completar el grupo también asiste el padre Carlos, el cura católico de la familia.
La obra se desarrolla cronológicamente durante un día, desde el velatorio hasta el entierro. La protagonista va recordando la historia de su vida, como los acontecimientos y vivencias se van sucediendo, conformando su existencia casi siempre dominada por la tristeza y la desilusión. Afuera cae la lluvia, suave y tranquila dándole una sensación de tristeza y melancolía “Caer y resbalar como lágrimas por los vidrios de las ventanas, caer y agrandar hasta el horizonte las lagunas, caer. Caer sobre su corazón y empaparlo, deshacerlo de languidez y de tristeza”.[9]
“Ana María viaja por el tiempo y por su historia rescatándose y desatando los nudos que la atan, aún, a la existencia. Pero es éste el tiempo cronológico: el día quema horas, minutos, segundos, se repite como estribillo que la va empujando y apurando hacia el fin”[10]
Ana María recuerda primero su adolescencia cuando disfrutaba en el campo los días de juego, de pasatiempos inocentes, de recreación y aprendizaje: “La época de la siega nos procuraba días de gozo, días que nos pasábamos jugando a escalar las enormes montañas de heno acumuladas tras la era y saltando de una a otra, inconscientes de todo peligro y como borrachas de sol”[11] Luego, relata la llegada del primer amor, Ricardo, el único y verdadero amor de su vida al que nunca logró olvidar: “te revolviste suspirando, y, entre la paja, uno de tus pies desnudos vino a enredarse con los míos. Y yo no supe cómo el abandono de aquel gesto pudo despertar tanta ternura en mí, ni por qué me fue tan dulce el tibio contacto de tu piel”[12]
Ana María relata el aborto del hijo que esperaba de Ricardo, su desilusión por el abandono de su gran amor y como trata de olvidarlo, pero ahora que lo ve en el velorio: “ahora que, por fin, se atreve a mirarle de nuevo, frente a frente, y a través del mismo risible parpadeo que le conoció de niño en sus momentos de emoción, ahora ella comprende. Comprende que en ella dormía, agazapado, aquel amor”.
La historia con Ricardo marca la vida de Ana María, ella siempre durante el resto de su existencia estará buscando, sin darse cuenta, el amor de juventud perdido, esta búsqueda no le permitirá nunca alcanzar la felicidad ni con su marido Antonio, ni con su amante Fernando. La mujer en la época de la Bombal centra su vida en un hombre protector, proveedor y amante, Ana María representa la típica mujer de esos tiempos que no puede existir sin un hombre a su lado y cuya felicidad solo se alcanza si se tiene este ideal masculino. Los personajes femeninos de la novela son el fiel reflejo de esta realidad, María Griselda de extraordinaria belleza es prisionera de un marido celoso; Alicia su hermana se refugia en la religión, rezando constantemente para compensar la brutalidad de su marido y la muerte de su hijo; y Ana María siempre centrando su existencia en un hombre: “¿Por qué, por qué la naturaleza de la mujer ha de ser tal que tenga que ser siempre un hombre el eje de su vida? Los hombres, ellos, logran poner su pasión en otras cosas. Pero el destino de las mujeres es remover una pena de amor en una casa ordenada, ante una tapicería inconclusa”[13]
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