El Laberinto de la soledad. (Octavio Paz).

El Laberinto de la soledad.

(Octavio Paz).

El laberinto de la soledad es un ensayo literario que habla del porqué de la identidad del mexicano, hurga desde la raíces de éste para poder explicar cómo es que se ha desarrollado de esta manera en particular. La soledad y el mexicano van de la mano, éste busca refugio en ella, creando barreras con las que se pueda proteger y no mostrar quien realmente es.

El pachuco y otros extremos.

La identidad es algo que todos buscamos y queremos, desde pequeños estamos en busca de ella, sin embargo se puede dejar a un lado debido a que no es algo importante a esa edad, en cambio en la adolescencia se busca desesperadamente, queremos sentirnos parte de algo, y en la edad adulta, al igual que en la niñez, se omite puesto que se tiene otra prioridades. La identidad del mexicano se encuentra escondida, dispersa entre la estadounidense o española, modificada por la historia, suprimida por los mismos mexicanos. Los mexicanos que viven en Estados Unidos rechazan sus raíces al igual que no desean adaptarse, se excluyen, quieren ser diferentes y creen no pertenecer a ningún lado, son un enigma lleno de contradicciones y demuestran lo extremistas que son los mexicanos.

Mascaras mexicanas.

En el segundo capítulo se habla de toda apariencia que el mexicano crea para no mostrar quien realmente es y lo vulnerable que puede llegar a ser. “La hombría” es esencial en el comportamiento del mexicano, con ello se protegen en el ambiente hostil en el que viven, no está permitido que muestren lo que realmente sienten en determinada situación. En cambio en las mujeres es diferente, ellas pueden demostrar que tan vulnerables son a cierta situación, pero esto las coloca en un lugar inferior a los hombres por ser “rajadas”, sin embargo esto no hace que disminuya el respeto hacia ellas. La sociedad orilla a que alguien se vuelva ninguno, para así cerrarnos de nuevo al mundo.

Todos los santos, día de muertos.

De acuerdo con nuestras costumbres y tradiciones la fiesta está presente a lo largo del año, se celebra todo lo que se puede (cumpleaños, santos, bodas o cualquier efeméride). La fiesta mexicana es una salida, donde sólo por una noche o dos se puede ser quien eres en realidad, el mexicano se excede tratando de liberarse de esa macara que carga todos los días, ahí no existen géneros, clases sociales, puestos, todos somos iguales.

Para creer en la vida, debes creer en  la muerte ya que forman parte una de la otra. Lamentablemente el mexicano no le da la trascendencia que se merece, se burla de ella pensando que sólo es el fin inevitable de un proceso natural.

Los hijos de La Malinche.

La historia nos ayuda a comprender el origen del carácter que tenemos actualmente, y esto sólo para que nos aislemos más. La producción en masa tampoco ayuda, ya que al formar parte de ella en cualquier sentido hace que nos olvidemos de la parte humana, pasemos a ser sólo un objeto de compra-venta y elimina en su totalidad la poca individualidad que poseemos. Las soledad nos permite desenvolvernos, por eso es que la necesitamos tanto. La malinche, al abrirse ante Cortés traicionó su identidad, dejando que él la utilizara para conseguir lo que él quería, creando así un resentimiento en los mexicanos que continua hoy en día.

Conquista y colonia.

La religión es algo que caracteriza en cualquier sociedad, esto es para crear una buena estructura política. En el caso de los aztecas existía un sistema teocrático-militar donde se exhibe la contrariedad de cada ser humano e incluso de la sociedad.  El catolicismo era base de la sociedad colonial, sin embargo confundía a nuestros antepasados, no sabía en quién creer, sí en las divinidades de la Tierra o en Cristo.

El carácter de la conquista puede parecer complejo desde diferentes perspectivas, todo resulta contradictorio en ella, donde la guerra se hace por cuenta propia bajo la responsabilidad de quien la crea y contra la voluntad de ésta. Vino a romper con el orden que teníamos, nos sacó de la orfandad. En la colonia había clases sociales, castas, esclavos pero no existía una sola persona sin condición social o sin estado jurídico, moral o religioso, sabían exactamente lo que eran.  

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