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El Mito De Inkarri


Enviado por   •  21 de Abril de 2015  •  2.460 Palabras (10 Páginas)  •  722 Visitas

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El mito de Inkarri

El relato del retorno del Inca, el mito de Inkarri, fue recogido por primera vez en 1955, en la comunidad indígena de Quero (Paucartambo, Cusco) por una expedición antropológica, dirigida por Óscar Nuñez del Prado, que incluía a Josafat Roel Pineda y Efraín Morote Best. Posteriormente Arguedas recogió en Puquio, Ayacucho, otra versión de la misma narración tradicional. Para 1972 se habían registrado hasta 15 versiones del mismo mito.

Arguedas fue el mayor responsable de la difusión del mito. Según la versión que recogió en Puquio, Inkarri, el dios andino, fue martirizado y decapitado por los españoles, quienes enterraron su cabeza en Cusco. Pero Inkarri no murió, su cabeza seguía viva y de ella crecía de nuevo bajo tierra su cuerpo. Cuando el cuerpo de Inkarri estuviera completo, él volvería al mundo. Inkarri era el dios andino que resucitaba, igual que Cristo.

Arguedas destacó la importancia de este mito. Pensaba que este mito era la respuesta a todo el caos que produjo la Conquista. Ortiz Rescaniere constató su presencia en otros contextos andinos. Nadie conocía el origen de este mito. Se lo buscó en la muerte de Atahualpa, quien fue estrangulado en Cajamarca por orden de Francisco Pizarro en 1533, y en la de Tupac Amaru I en 1572, decapitado en la plaza principal del Cusco por orden del virrey Francisco de Toledo y con quién se extinguió definitivamente la resistencia del estado inca. Los mismos funcionarios coloniales consideraron que el fin de la monarquía indiana ocurrió con la ejecución de Túpac Amaru ya que calificaban a Atahualpa como usurpador.

Flores Galindo también pensaba que el origen del mito estuvo en el suplicio de Tupac Amaru I, ya que su ejecución ocurrió a la vista de todos y no a escondidas como la de Atahualpa. El dominio español triunfó donde antes se había asentado el poder andino, en la plaza mayor del Cusco. Durante la colonia los hombres andinos esperaron el restablecimiento del orden, simbolizado por su resurrección. Creyeron que esta se produjo en 1780, cuando José Gabriel Condorcanqui (descendiente de Túpac Amaru I a través de su hija Juana Pilco Huaco) sitió Cusco.

El mito de Inkarri fusionó las dos muertes: la de Atahualpa, agarrotado en Cajamarca en 1533, y la de Túpac Amaru, en Cusco en 1572. Guaman Poma ya había representado ambas muertes del mismo modo, cortándoles la cabeza a ambos soberanos. El lienzo anónimo “Degollación de don Juan Atahuallpa en Cajamarca” reitera esta forma de ejecución. De este cuadro se ignora su autor y su procedencia, suponiéndose que fue pintado en el siglo XVII. Bartolomé Arzans de Orsúa en su “Historia de la Villa Imperial de Potosí” menciona ocho obras teatrales sobre el final del Incario, representadas tan tempranamente como 1555, donde se narraba la muerte de Atahualpa.

Vargas Llosa y otros críticos del indigenismo han planteado que este mito fue una puesta en escena realizada a partir de factores ideológicos antes que a un elemento válido o integral de la cultura andina. Desde su posición el mito no servía para entender el mundo andino, porque el mito era una impostura, por no decir una imposición. Estos críticos de derecha negaban que la investigación antropológica durante el siglo XX hubiera descubierto un mito. Al contrario, afirmaban que lo habían inventado.

El equívoco de Vargas Llosa partía de su creencia en la realidad fáctica del pasado. El se negaba a aceptar a la historia como una representación, como una ilusión retrospectiva.El núcleo del pensamiento conservador, desde Riva Agüero hasta Del Busto, siempre proclamó la existencia de una sustancia única de la realidad y de la Historia. Ante ella sólo cabía la aceptación de los hechos como algo simplemente dado y comprendido. La ingenuidad o la malevolencia de los futuristas residía en su fe en la existencia de hechos objetivos, que estaban a la espera de un científico que los recoja, ordene y exponga. Estos positivistas se proclaman poseedores de la verdad y reclamaban el deber de imponer el reconocimiento de esa verdad. Ellos niegan la relación que existe entre verdad e invención.

Es cierto que el mito de Inkarri fue inventado. Los mitos evidentemente son ficticios pero no por eso son menos efectivos. Debemos tener en mente que inventar significa imaginar, idear, crear. Inventamos cuentos e inventamos herramientas. Flores Galindo siempre tenía presente esta dualidad de la invención como lo soñado y lo construido. El mito de Inkarri fue inventado, tanto como Perú fue y sigue siendo inventado. Además el mito puede interpretarse, bajo el simbolismo de la resurrección del cuerpo del inca, como la reconstrucción de la sociedad indígena.

Arguedas dio una de las últimas conferencias sobre el mito de Inkarri en la Casa de las Américas de La Habana en 1968. La trascripción de esta conferencia fue publicada varias veces. En cierto modo fue Arguedas quien fijó la versión del mito al publicarlo, al darle forma escrita. El privilegió la versión según la cual el cuerpo de Inkarrí que se estaba reconstruyendo. Cuando se juntasen las partes desmembradas del cuerpo con la cabeza, Inkarrí volvería al mundo e iniciaría una nueva era en la que acabaría la opresión de los indígenas. La versión del mito dada por Arguedas tenía sentido en una época de profundos deseos de cambio, con la crisis del orden oligárquico. Arguedas hizo una elección: entre las distintas versiones del mito. El privilegió aquellas que mostraban más esperanzas mesiánicas. Sin embargo, Inkarri no solo protagonizó las historias de su muerte. El corpus mítico comprender otros relatos, de sus andanzas y sus competencias con su rival, Collarrí.

Los relatos de Inkarri y Collarri refieren a la relación entre agricultores de los valles y pastores de las punas, Guaris y Llacuaces. Inkarri y Collarri compiten por la preeminencia, primero con bienes y regalos. Ellos intercambian sus alimentos, aunque hay algo de mala intención en este trueque. Inkarri le ofrece a su rival habas tostadas (tal vez antes le haya dado cancha tostada), Collarri le entrega a cambio harina de cañihua. Los dos realizan una competencia de comelones. Collarri tiene mucha dificultad para pasar las habas, por lo duras que son. Inkarri se atraganta con la harina, pues no sabe amasarla para hacer cachangas. Finalmente decide hacer trampa y avienta la harina para acabar antes.

Otro día compiten en carrera. Al partir se les ofrece bebida, chicha, que Inkarri toma alegremente y Collarri sufriendo, pues no esta acostumbrado a ella. Ambos corren llevando bastones dorados. inkarri corre hacia el cerro Vilcanota, enardecido por la chicha, y desde su cima mas alta, Sususya, arroja su bastón, que cae en el Cusco. Inmediatamente sus sirvientes

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