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El Principede Maquiavelo


Enviado por   •  12 de Mayo de 2013  •  4.588 Palabras (19 Páginas)  •  387 Visitas

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El deseo de conquista es un sentimiento muy natural y común, y siempre que lo hagan los que pueden, antes serán alabados que censurados; pero cuando intentan hacerlo a toda cota los que no pueden, la censura es admitida.

Para evitar una guerra nunca se debe dejar que el desorden siga su curso.

Es natural que se ha vuelto poderoso recelo de la misma astucia o de la misma fuerza gracias a las cuales se ha obtenido la ayuda.

CAPÍTULO IV

POR QUE EL REINO DE DARIO, OCUPADO POR ALEJANDRO, NO SE REVELÓ CONTRA LOS SUCESORES DE ÉSTE, DESPUÉS DE SU MUERTE

Un príncipe elige de entre sus siervos, que o son todos, los ministros que lo ayudarán a gobernar, o por un príncipe asistido por nobles que, a la antigüedad de su linaje, deben la posición que ocupan. Estos nobles tienen estados y súbditos propios, que los reconocen por señores y les tienen natural inclinación. Mientras que en los Estados que eran gobernados por un príncipe asistido por siervos, el príncipe goza de mayor autoridad por que en toda la provincia no se reconoce a otro soberano, sino a él, y si se obedece a otro, sólo se le hace por tratarse de un ministro o magistrado del príncipe.

CAPÍTULO V

DE QUÉ MODO HAY QUE GOBERNAR EN LAS CIUDADES PRINCIPADOS QUE, ANTES DE SER OCUPADOS, SE REGÍAN POR SUS PROPIAS LEYES.

Hay tres modos de conservar un Estado que estaba acostumbrado a regirse por sus propias leyes y a vivir en libertad:

1.Destruirlo

2.radicarse en él

3.dejarlo regir por sus leyes, obligándolo a pagar tributo y establecer un gobierno compuesto por un pequeño número de personas para que se encarguen de velar por la conquista.

Nada hay mejor para conservar una ciudad acostumbrada a vivir libre que hacerla gobernar por los mismos ciudadanos. El único sistema seguro de dominar una ciudad acostumbrada a vivir libre es destruirla. Quien se haga dueño de una ciudad así y no la aplaste, debe esperara ser aplastado por ella. Sus rebeliones siempre serán representadas con el nombre de libertad. El recuerdo de su antigua liberad no les concede ni un momento de reposo si los habitantes no se separan ni se dispersan, inmediatamente recurren a cualquier contingencia.

Cuando las ciudades o provincias están acostumbradas a vivir bajo un príncipe, y por la extinción de este y su linaje queda vacante el gobierno, por un lado los habitantes están acostumbrados a obedecer y por otro no tienen a quién, y no se ponen de acuerdo para elegir a uno entre ellos, ni saben vivir en libertad, y por último tampoco se deciden a tomar armas contra el invasor.

CAPÍTULO VI

DE LOS PRINCIPADOS NUEVOS QUE SE ADQUIEREN CON LAS ARMAS PROPIAS Y EL TALETO PERSONAL

Los hombres siguen casi siempre el camino abierto por otros y se empeñan en limitar las acciones de los demás. Todo hombre que sea prudente debe imitar a los que han sido excelsos, para que, si no los iguala en virtud, por lo menos se les acerque.

Los principados de nueva creación, son más o menos difíciles de conservar según que sea más o menos hábil e inteligente el príncipe que los adquiere. El que menos ha confiado en el azar es el que siempre se ha conservado en su conquista. También facilita enormemente las cosas el que un príncipe, al no poseer otros Estados, se vea obligado a establecerse en el que ha adquirido (aquellos que no se convirtieron en príncipes por azar, sino por sus virtudes).

Las dificultades nacen de las nuevas leyes y costumbres que se ven obligados a implantar para fundar el Estado y proveer sus seguridad. No hay nada más fácil de emprender, ni más dudoso de triunfar, ni más peligroso de manejar que el introducir nuevas leyes. El innovador se transforma en enemigo de todos los que se benefician con las leyes antiguas, se consigue la amistad tibia de los que se benefician con las leyes nuevas.

Es preciso ver si esos innovadores lo son por si mismos, o si dependen de otros; si necesita recurrir a la súplica para su obra, o si pueden imponerla por la fuerza, entonces, rara vez dejan de conseguir sus propósitos. Los rublos volubles, si es fácil convencerlos de algo, es difícil mantenerlos fieles a la convicción, por lo que conviene estar preparados.

CAPÍTULO VII

DE LOS PRINCIPADOS NUEVOS QUE SE ADQUIEREN CON ARLMAS Y FORTUNA DE OTROS

Los que sólo por suerte se convierten en príncipes y poco esfuerzo necesitan para llegar a serlo, se mantienen pero con muchísimo trabajo.

Las dificultades se presentan una vez instaladas. Estos príncipes no se sostienen más que por la voluntad y la fortuna (mudables e inseguras) de quienes los elevaron y no saben ni pueden conservar aquella dignidad. No es factible que conozca el arte del mando. ya que han vivido siempre como simples ciudadanos.

CAPÍTULO VIII

DE LOS QUE LLEGARON AL PRINCIPADO MEDIANTE CRÍMENES

Está el caso en el que se asciende al principado por un camino de perversidades y delitos y en el que se llega a ser príncipe por favor de otros ciudadanos. Los ciudadanos no tienen entonces más remedio que someterse y constituir un gobierno del cual alguien se hace nombrar jefe. Muertos todos los que pudiesen significar u peligro para él se preocupa por reforzar su poder con nuevas leyes civiles y militares, de manera que mientras gobierne, no sólo está seguro, sino que se hace temer por todos los vecinos.

Al apoderarse de un Estado todo usurpador debe considerar todos los crímenes que le es preciso cometer, y ejecutarlos todos a la vez, para que no tenga que renovarlos día a día. Quien procede de otra manera, por timidez o por haber sido mal aconsejado, se ve siempre obligado a conserva el cuchillo en la mano, y mal puede contar con súbditos a quienes sus ofensas continúas y todavía recientes llenan de desconfianza. Por que las defensas deben inferirse de una sola vez, para que durando menos; mientras que los beneficios deben procurarse poco a poco, con fin de que se deben saborear mejor.

CAPÍTULO IX

DEL PRINCIPADO CIVIL

Un ciudadano gracias al favor de sus compatriotas, se convierte en príncipe. L Estado así constituido

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