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Ensayo De El Proceso De Kafka

mimeofarrel17 de Noviembre de 2011

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El proceso de Franz Kafka

Personajes

 Josef K.

 Tío Karl K.

 Abogado Huld

 Titorelli

 Sacerdote

Desarrollo

Todo comienza cuando al gerente bancario Josef K. un día por la mañana lo aprehenden dos guardias los cuales se limitan a decirle que se encuentra procesado pero el personaje desconoce por completo los motivos por los cuales es detenido comenzando así su pesadilla y tendrá que defenderse de algo q ni siquiera sabe que es por lo cual no tiene argumentos concretos con lo s cuales defenderse por eso K. no logra entender nunca el carácter de su pro¬ceso y todos sus actos se encaminan a influir negativamente sobre su situa¬ción: su mayor error es la impaciencia, que lo precipita en los constantes equivocas donde se confunde valga como ejemplo que el día en que es interrogado en lugar de contestar humildemente pronuncia un largo discurso, violando todas las convenciones.

Pone en duda la autoridad del juez de instrucción y la pertinencia del proceso mismo. En una palabra, desconoce las leyes del juego y pierde su oportunidad: "Quie¬ro simplemente -dijo el juez- hacer ¬notar que usted mismo se ha frustrado hoy, por no haberse dado cuenta de la ventaja que un interrogatorio repre¬senta siempre para un acusado". Creando así un trama de injusticia e inaccesibilidad a la ley. A partir de ese momento se crea un asfixiante procedimiento judicial que poco a poco se apodera de su vida.

El tío de Josef llega del campo a ayudarlo, puesto que la noticia del proceso en su contra se expande rápidamente. Lo lleva con un abogado "de los pobres" y viejo amigo, quien asumirá su defensa a pesar de la enfermedad que lo mantiene en cama. Es un hombre bien relacionado y de posición que le explica el funcionamiento del poder, y las pocas posibilidades de intervenir que tienen los acusados y sus defensores. En la desesperación de K., producida por el nulo avance observable en la defensa, decide hacerse cargo por si mismo de su proceso, que valga decirlo, cada día lo consume más; K. además, tiene una peligrosa procli¬vidad a creer en la palabra propia y desconfiar de la palabra ajena: no tie¬ne fe en las defensas que pueden orga¬nizar su abogado. Opina que él mismo podría escribirlas mejor, compo¬niendo un informe auto biográfico que, lógicamente, se postula como alterna¬tiva frente a los procedimientos tradi¬cionales y codificados de la justicia.

K. se engaña de nuevo al pensar que es el primer acusado que sabe defender¬se. En realidad nada sabe y lo que pro¬pone es un trabajo imposible.

en ese escenario recurre a un paupérrimo pintor que se dedica a retratar a los jueces, quien le indica que puede serle de gran ayuda, si bien no para obtener una sentencia positiva, al menos para aplazar o suspender el proceso pues como señala Titorelli todos son parte del tribunal es decir los guardias son a la vez ladrones (le roban a K. sus camisas) y "parecen" vulgares comisionistas; los verdugos, pobremente vestidos, se asemejan a viejos actores de una compañía de segunda; los códigos sobre la mesa del juez de instrucción no son sino libros pornográficos; Ti¬torelli pinta retratos donde los jueces inferiores aparecen revestidos de una dignidad y magnificencia que nunca po¬seyeron.

Finalmente, K. termina por confusas circunstancia conversando con un sacerdote, capellán de la cárcel, que le relata la famosa historia del hombre ante la ley. Mediante la parábola sobre un procesado que espera hasta muerte frente a una puerta que nunca pudo franquear pero que sin embargo existía sólo para que él la traspusiese, K. termina de entender que su situa¬ción es desesperada: el Tribunal Su¬premo es el único que puede aceptar las pruebas de su inocencia, pero nunca podrá llegar a él; un centinela (la sociedad y sus fuerzas) se lo impedirán cada vez que lo intente.

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