Hacia Una Pedagogia Dek Siglo XX
GeNeAli10 de Septiembre de 2014
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Hacia una pedagogía del siglo XX
La pedagogía institucional
La aportación de las ciencias humanas
Frente a la magnitud de la miser{i}a neurótica que padece el mundo y que quizá pudiera no padecer, nuestro rendimiento terapéutico es cuantitativamente insignificante.
1. La pedagogía de grupo
No esperamos a que los psicólogos descubrieran las clases primarias para darnos cuenta de la existencia en nuestra clase-grupo, donde la vida cooperativa es permanente, de fenómenos en apariencia misteriosos, irreductibles al análisis de las motivaciones personales y de los acontecimientos. Fenómenos ligados, sin duda, a la vida de la clase.
Una aplicación de las nociones de dinámica de grupo, de campo psicológico de juicio de pertinencia, tales como las definen K. Lewis y R. Pages, es más útil. La transposición directa de nociones elaboradas en grupos experimentales de intelectuales adultos fuera posible con niñas jóvenes en clase suburbanas.
Los trabajos, las discusiones y los seminarios suscitados actualmente, los intentos de aplicación de las teorías en algunas clases primarias y nuestra preocupación permanente por la educación en grupo, nos invitan a examinar primero la aportación de la no directividad o, para servirnos del termino de Rogers, de la Psicoterapia “centrada en el cliente”.
A. Del interés súbito de los pedagogos por la no directividad
Las afirmaciones de Rogers acerca del carácter inútil y nocivo del profesor clásico, acerca de su función, que es la de un facilitador de comunicaciones, y de la importancia que atribuye a los intercambios de adquisiciones, provocan la sorpresa escandalizada de los educadores satisfechos de sí mismos, de sus métodos y de sus resultados.
La no directividad permite una psicoterapia no freudiana. Se concibe que los intelectuales y algunos universitarios, atraídos a la vez desde hace medio siglo por la psicoanálisis y asustados por las nociones de inconsciente y de sexualidad, se dejan seducir por el rogerismo.
Por otra parte, los pedagogos discípulos no pueden menos que dejarse seducir por el optimismo y la generosidad de la teoría rogeriana de la personalidad, que aparece en la forma de tras sentimientos íntimamente ligados, a saber: “un sentimiento positivo a propósito de sí mismo, el descubrimiento de sentimientos positivos de otros hacia nosotros, y de nuestro propios sentimientos positivos hacia algún otro”.
Esta teoría se basa en el hecho de que “el individuo es capaz de dirigirse a sí mismo.
El maestro aprende a escuchar, a callarse, y los niños hablan, trabajan. El maestro abandona su papel para ocupar en la clase su verdadero lugar, que es el de un adulto responsable de sus actos y maestro de técnicas.
Desde hace 20 años, en nuestras clases y fuera de ellas entrenamos a los niños en al autodirección. Más que de sacar provecho de la rica experiencia y del minucioso análisis de la relación interpersonal efectuado por Carl Rogers.
La pedagogía institucional puede definirse: desde un punto de vista estático, como la suma de los medios empleados para asegurar las actividades y los intercambios de toda suerte, en la clase y fuera de esta; y desde un punto de vista dinámico, como una corriente de transformación del trabajo dentro de la escuela.
Los cambios técnicos las relaciones interindividuales y de grupo en niveles conscientes e inconscientes y la estructuración del medio crean situaciones que, gracias a instituciones variadas y variables, favorecen la comunicación y los intercambios.
En la clase convertida en lugar de actividad y de intercambios, saber hablar, comprender decidir, etc., saber leer, escribir, contar, se convierte en necesidad. Este nuevo medio favorece, además de los aprendizajes escolares, la evolución afectiva y el desarrollo intelectual de los niños y los adultos.
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