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Hecho En China

ferlugo103 de Agosto de 2012

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El problema con lo hecho en China

China está estrangulando su éxito para atraer a las fábricas del mundo, lo que ha dado a sus vecinos asiáticos una gran oportunidad.

Vietnam contó con un voto de confianza de Intel a principios de 2006, y esa empresa gastó 350 millones de dólares (mdd) para construir una nueva fábrica en la región emergente del sureste de Asia. Y todavía antes de que ese año finalizara, el productor estadounidense de microprocesadores fue más allá al invertir mil mdd. En ocho meses, Intel ha gastado mucho dinero en Vietnam, así como lo hizo en China en años anteriores.

En la región de Johor, en Malasia, otra firma internacional, Flextronics, generó líneas de producción (110 mdd) en una nueva fábrica, en impresoras para computadora con otra firma estadounidense, Hewlett-Packard. Flextronics es uno de los fabricantes más grandes de electrónica, con una amplia infraestructura en China. Sin embargo, escogió Malasia para su más reciente inversión.

Aún más al este, en Indonesia, Yue Yuen, empresa de calzado con sede en Hong Kong, decidió producir ahí sus tenis de entrenamiento y casuales para marcas como Nike y Adidas.

La producción en China y Vietnam avanza, pero en Indonesia crece con más rapidez.

Aunque las tres compañías tienen razones diferentes para sus decisiones, el resultado fue el mismo: evitaron la voluble economía china y establecieron sus fábricas en otro lugar de Asia. Estas empresas no están solas. En los cálculos de costo, riesgos, clientes y logística, que implica crear operaciones globales, un creciente número de firmas llegaron a la conclusión de que China no es necesariamente el mejor lugar para hacer negocios.

No obstante, con su aparente suministro ilimitado de mano de obra barata y la rápida adquisición de proeza tecnológica, China parece ser imparable. De hecho, la percepción es que cada fábrica que cierra en Estados Unidos o Europa está destinada a reabrir en China.

Muchos han ayudado a que China triplicara las exportaciones de bienes a nivel internacional, las cuales se ubicaron en 7.3% entre 1993 y 2005. En comparación, cada miembro del Grupo de los 8 (G-8) países más ricos del planeta, con excepción de Rusia, vieron caer su cuota.

Lo mismo pasó con el rendimiento de la producción. Mientras China duplicó su parte global de la producción a casi 7% entre 1990 y 2003, la mayoría de los países del G-8 registraron una caída. Lo más interesante es que sólo Estados Unidos y Canadá presentaron un alza, con sólo un cuarto de punto porcentual entre ambos países.

La mayoría de las cosas, hoy en día, podría verse como hecha en China, pero Estados Unidos continúa como el verdadero productor del mundo.

Pese a esto, no sólo es China la que está en auge como una base para la producción económica a bajo costo. La producción y las exportaciones registran un rápido crecimiento en otras partes de Asia.

Corea del Sur, Taiwán, India y la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN) incrementaron su porción global de manufactura de menos de 7% a más de 9% de 1990 a 2003. Las exportaciones también se incrementaron en general.

China es el gigante emergente, pero las inversiones que son desviadas lejos de su territorio representan para el resto de Asia una gran oportunidad de convertirse en ejes industriales por su propia cuenta. La pregunta es si lo podrán lograr.

Muy lejos, muy caro

Scout Brixen, analista de CLSA Mercados Asia-Pacífico, un banco de inversiones con sede en Hong Kong, señala dos razones por las cuales China no se encuentra a la cabeza de la lista de algunas nuevas fábricas: "Por el aumento en los costos y el deseo natural de las compañías para la diversificación".

Hasta ahora, el mayor desarrollo industrial en China tuvo lugar en las regiones de la costa este, particularmente en Shanghai, y la perla del río Delta, cerca de Hong Kong. Pero los costos en estos centros se han incrementado marcadamente. La renta de oficinas es elevada, la tierra industrial escasea y los costos de utilidad aumentaron. Lo más significativo de todo es el disparo de los sueldos.

A pesar de la migración masiva de obreros del vasto interior de China a la costa, el pago por trabajadores de fábrica ha subido en tasas de dos dígitos durante varios años. Para los ejecutivos, la situación es peor todavía.

"China se ha convertido en víctima de su propio éxito", señala Meter Tan, presidente y director gerente de Flextronics en Asia. El encuentra especialmente difícil contratar y retener a personal técnico, pasando de directores financieros a directores especializados en técnicas internacionales de producción.

No hay suficientes trabajadores calificados, lo que desencadena despidos y una inflación de salario sumamente rápida. "China no es definitivamente el lugar más barato para producir más", declaró.

Un análisis de las tasas laborales en Asia realizada por CLSA refuerza esta idea. El salario promedio para un obrero, junto con los costos de seguridad social, se situó en 350 dólares al mes en Shanghai durante 2005, y casi 250 dólares al mes en la localidad de Censen. En comparación, los salarios mensuales fueron menores de 200 dólares en Manila, alrededor de 150 en Bangkok y de sólo 100 en Batam, una población en Indonesia.

Una solución para las compañías es trasladarse al interior, donde los costos son menores que en la desarrollada línea costera de China. Además, el gobierno ha promovido esta política desde 2000, para extender los beneficios del desarrollo al empobrecido interior del país.

Las compañías domésticas chinas se han hecho cargo de este nicho, y un pequeño pero creciente número de firmas extranjeras las han seguido.

Intel es una de ellas. En 2004 decidió invertir 525 mdd en una nueva planta en Shengdu, capital de la provincia de Sicuani, para complementar sus ya existentes fábricas en la costa de Shanghai, a mil 600 kilómetros de distancia.

Brian Krzanich, director general de Intel, afirma que la decisión de la compañía fue con base en los costos. El gobierno fue promotor de la política "ir al oeste", de modo que ofreció a Intel generosos estímulos para hacerlo.

No es necesario decir que al estar tan lejos se incrementan los costos para los exportadores. Pero Krzanich considera que hay compensaciones, porque el trabajo y las utilidades son mucho más baratas que en la costa.

Pero no todos están convencidos. Todas las fábricas de Flextronics están en las provincias costeras del este. "No tenemos interés de irnos al oeste", señaló Tans, "porque es muy caro conseguir los productos de Estados Unidos y Europa hasta allá". Otra observación es que la escasez de talento en el interior es mucho mayor que en la costa. Además, no es fácil persuadir a trabajadores para que lleven a sus familias a lugares como Chongqing y Chengdu, donde las compañías trasnacionales y las escuelas internacionales son escasas. Por lo tanto, muchas firmas deciden invertir en alguna otra parte de Asia.

Los costos son sólo una parte de la ecuación, así como importante es la diversificación. Tras haber movido gran parte de su producción a China, muchas compañías se muestran indecisas de poner todos los huevos en una sola canasta. Una investigación realizada el año pasado por la Organización de Comercio Externo de Japón concluyó: "Debido a los crecientes riesgos en el país y a los altos costos laborales (...) las empresas japonesas emplean la estrategia 'China más uno', en la que ellas invierten en China y en otro país, en la ASEAN".

Las empresas japonesas podrían ser particularmente cautelosas, pero tal nerviosismo es ahora compartido por directivos de otros países. Algunas de sus firmas están preocupadas por el malestar creciente en China que envuelve a la población rural del país, en particular en el oeste, que se ha quedado rezagado frente al próspero este.

Cifras oficiales dan cuenta de un récord de 87 mil incidentes de disturbios sociales en 2005, muchos de ellos como consecuencia de la apropiación forzosa de la tierra de los campesinos en nombre del desarrollo. El actual número de casos de protestas civiles podría ser mucho mayor.

De igual forma, lo que también preocupa es el creciente proteccionismo. Estados Unidos y la Unión Europea se han vuelto más positivos en tener a China en consideración sobre sus obligaciones en la Organización Mundial de Comercio.

Sin embargo, varias compañías temen que esto lleve a una repentina interrupción para comerciar.

Pregúntenle a Yue Yuen, el fabricante más grande de calzado en el mundo. La compañía produce más de 180 millones de zapatos en China, Vietnam e Indonesia. La mayoría de sus fábricas tiene lazos en Estados Unidos y Europa. Pero cuando en la Unión Europea se impusieron deberes antidumping en los zapatos de piel importados de China y Vietnam, en octubre de 2006, la firma levantó rápidamente su producción en Indonesia.

"Las relaciones comerciales con otras naciones y la situación de las tarifas son consideraciones vitales para saber dónde invertir", señaló Terry Ip, vocero de la compañía.

Lo mismo ocurre con las tasas salariales. Con cada zapato que ha pasado por más de 200 pares de manos en la línea de producción, las operaciones de Yue

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