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Historias A Fernandez, Resumen


Enviado por   •  16 de Julio de 2014  •  4.111 Palabras (17 Páginas)  •  5.885 Visitas

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Historias a

Fernández

Ema Wolf

Me preocupa esa costumbre de Fernández de dormir en el filo de las alturas. Duerme en las canaletas, en el tanque de agua, en las ramas de los árboles. ¿Puede alguien que no sea un pájaro descansar sobre un alambre? El si. Los días de lluvia se refugia en el estante del lavadero y deja colgando medio cuerpo o una pata, siempre como para caerse. Pero no es posible vivir asi vigilándolo siempre.

Desde chico, mostró ese peligroso gusto de dormir en los bordes, los márgenes. Hace unos años nuestro vecino Emilio, lo descubrió metido en la cima del árbol afuera de mi casa, como pensó que era nuestro, Emilio es uno de esos vecinos que te devuelve la pelota cuando se cae en su jardín, toco el timbre de casa y nos dejo a Fernandez, no parecía un regalo si no una devolución.

Y desde ese dia Fernández esta con nosotros (el nombre se lo puso mi mama). Nos resulto gracioso por el color de su piel amarilla con manchas raras y líneas, incluso no es igual de un lado de su cuerpo. Pero no es la piel de Fernández lo que nos interesa ahora.

¿Por qué esa vocación por desafiar los limites y exponerse al cuete? No sabemos. Pienso que no es que le gusta dormir asi, si no que esto viene de herencia o que nació sin el músculo del vértigo. Cualquier otro preferiría dormir con almohadones en vez de andar por los aires balanceándose, el no, nunca durmió en un almohadón.

A veces se cae, es mas el otro dia escuche un ruido y unas ramas quebrarse, era el cayo como una fruta madura con tanta mala suerte que se golpeo la cabeza contra la reja del dormitorio. Estaba desmayado sobre un maceton. Lo lleve a lo de mi tío Calixto que es enfermero y nos arregla todo. Muy angustiada iva caminando pensando que quizás no me reconozca o algo mucho peor quedara medio loco, sordo o ciego.

Mi tío lo coció y lo vendo, y me dijo que no lo deje dormir durante tres horas para evitar riesgo de una conmoción cerebral, pasadas las tres horas estaría fuera de peligro.

Nunca lo había visto tan frágil, tan necesitado de protección. Le di un beso y debajo del beso camino una pulga, y nos fuimos a casa.

Pero… yo no le había contado a mi tío que Fernández tiene un problema serio con el sueño, duerme todo el dia, sin pausa, duerme como una pirámide.

¿Como mantener despierto semejante cosa?, pero aquí estaba en juego la única vida que le queda a Fernández, digo porque dicen que los gatos tienen siete pero el ya se callo bastantes veces.

La única solución que encontré fue contarle historias entretenidas para que no se duerma. No sabía ninguna historia, pero ya alguna se me iría a ocurrir.

Asi pues lo lleve a mi pieza lo senté en la almohada y ya había planeado contarle tres historias, una por hora. Pero tenia que improvisar algo rápido, antes de que Fernández caiga en uno de sus sueños de plomo. Así que mire por la ventana y vi pasar un camión de verdura descargándola en el mercado de la esquina, y a mi vecina, una vieja que se hacia la linda.

Tome aire y me zambullí en la historia de la primera hora, y lo sigue es el cuento tal se lo conté y algunos comentarios y problemas que surgían en el momento, y asi la que titule:

La gran Duquesa y la papa

Hace mucho tiempo en un palacio de Ucrania meridional –las buenas historias Fernández, siempre ocurren antes y lejos- vivía la gran duquesa Sonia.

Una tarde, mientras tomaba fresco en la terraza, se le antojo comer una papa, entonces llamo a su mayordomo.

Para su sorpresa el mayordomo le dijo que no había, pero podía traerle caviar, salmones grises y ostras del Mar Muerto -¿comiste Fernández ostras del Mar Muerto alguna vez?- pero papas no había, porque los habitantes de la comarca echaron un fertilizante agroquímico de una marca desconocida que hizo achicar a todas las plantas apenas nacidas.

Enojadísima la granduquesa gritaba y decía que la querían matar de hambre y no escuchaba ningunas explicaciones. Dispuso que removieran cielo y tierra hasta conseguir una papa.

Los empleados del palacio pensaron que no tenía sentido buscar papas por que no había, y mando a todos los campesinos de la comarca a que revolvieron y caven sus tierras. Pero solo encontraron lombrices y gusanos.

La granduquesa bramaba de furia. El deseo de la papa, para ella, era de vida o muerte. Entonces decidió prometer la famosa Esmeralda Escarlata de su bisabuela a quien le trajera una papa.

Se entero toda la comarca y los campesinos se pusieron a cavar con gran entusiasmo, que dejaron los campos llenos de posos. ¡Hubieras visto como se pusieron cuando llovió! Pero nada no había ni una papa.

A todo esto en la aldea vivía un artesano que fabricaba enanitos de jardín, hace tiempo atrás había ganado mucho dinero, pero ahora ya nadie le compraba sus enanitos. Una mañana su mujer se entero en el mercado, del antojo de la granduquesa y premio que ofrecía, y se le ocurrió una gran idea.

- Boris fabrica una papa de yeso ,

No, no fue asi. Le dijo:

¿Qué tal si te fabricas, Boris, una buena papa de yeso?

Y esa misma papa se la ofrecerían a la granduquesa...

¡Fernández! ¡Ya han pasado quince minutos!

Y en cinco minutos hizo una papa perfecta.

A ver Fernández, ¿de que color la pinto?

Marrón, muy bien.

El artesano marcho rumbo al palacio con la papa. Boris tuvo que ponerse un uniforme de gala, y avanzo hacia la granduquesa con la papa hundida en una almohadilla de terciopelo. La granduquesa el tomo con una gran sonrisa y su asistente le dio la esmeralda escarlata a Boris.

El artesano fue contento a mostrarle a su mujer la esmeralda y la granduquesa le dio la papa al cocinero para que la haga.

A la hora de la cena la papa estaba tan dura como antes, era una papa tardea decía el cocinero, y la papa hervía, hervía y hervía.

A los quince días, despidió al cocinero francés y tomo a uno belga. Y la papa seguía hirviendo, el cocinero belga nunca había visto una papa tan insistente. Al mes Sonia reemplazo a este cocinero por un italiano que doblo todos los tenedores para pinchar la papa, ni siquiera se había desteñido. Y asi pasaron como dos cocineros más y la papa hervía y hervía, ¡NO TE DUERMAS FERNANDEZ!

Sonia llamo

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