La Ciudad de Las Bestias (Reseña)

Una traición inesperada

Allende, Isabel. La Ciudad de las Bestias, Debolsillo, México, 2003.

Nació en Lima, Perú, un 2 de agosto de 1942, llamada Isabel Allende Llona; es una escritora chilena, que también cuenta con nacionalidad estadounidense, miembro de la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras desde el 2004. Obtuvo el Premio Nacional de Literatura de su país en 2010.

Sus novelas alcanzan las 65 millones de ejemplares, que también han sido traducidos a 35 idiomas. Es considerada la escritora viva de lengua española más leída del mundo.

Es hija del diplomático Tomás Allende Pesse, primo del presidente Salvador Allende (1970 – 1973), y de Francisca Llona Barros. Nació en Lima, Perú, mientras su padre se desempeñaba como secretario de la embajada de Chile. Es la mayor de tres hijos del matrimonio. Tiene ascendencia vasca por su padre y portuguesa, vasca y castellana por su madre. Sus padres se separaron en 1945, en ese momento vivió con su madre y hermanos en Chile, desde 1946 hasta 1953.

Entre 1953 y 1958 residió en Bolivia, donde asistió a la escuela estadounidense La Paz, y en Líbano, donde estudió en un colegio privado inglés.

En 1959 retorno a Chile y contrajo nupcias con Miguel Frías, tuvo dos hijos, Paula y Nicolás nacidos en Santiago.

Ante el golpe de estado en septiembre del 73 contra Salvador Allende, abandonó Chile refugiándose en Venezuela hasta 1988.

Sus constantes viajes hicieron que su matrimonio terminara. Divorciada de Frías se casó con el abogado Willie Gordon, del que se separa en 2015. Vive en Estados Unidos desde 1988 obteniendo su ciudadanía en 2003.

La Ciudad de las Bestias

Alexander Cold es un adolescente de 15 años, tiene dos hermanas desesperantes, a su punto de vista, un padre que si trabajara de chef morirían de hambre, y de intoxicación también, y una madre hermosa, amorosa, gran cocinera… y con cáncer. Ésta es la historia del desventurado Alexander Cold, alias Jaguar.

Aquel día de clases prometía ser espantoso, estaba desmañanado, mal desayunado, triste, molesto, era un manojo de nervios y emociones revueltas en su estómago amenazando con salir en forma de jugo gástrico. Para empeorar la situación había olvidado su preciada flauta en su casa, así que veloz como el rayo salió corriendo a su casa, atravesando calles, avenidas mientras el ardor en su nariz no hacía más que incrementarse, dificultando su habilidad para respirar, creando un dolor incesante en el pecho y es sus, para nada fuertes, piernas.

Entró a su ya tan conocido hogar por la puerta de la cocina, caminando como gato fue hacia donde había dejado su flauta, la encontró, y justo cuando se disponía a irse logró ver cómo es que su padre, con una rasuradora eléctrica, castrilaba la cabeza de su madre. Algo dentro de él se quebró. Su ira acumulada. El estrés y el miedo. Cada sensación negativa en su joven cuerpo reaccionó, controlando cada uno de sus movimientos para arremeter con fuerza contra su progenitor. Momentos después, lleno de miedo e ira, huyó hacía su habitación donde de nuevo, se dejó llevar por lo que sentía destrozando su habitación.

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