La Revolución Neolítica De Childe
Irusu4 de Diciembre de 2012
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Childe, V. Gordon. (2004) Los orígenes de la Civilización. Fondo de Cultura Económica. Pp. 97-149.
Ilse Maldonado Mandujano.
20 de agosto del 2012.
V. LA REVOLUCIÓN NEOLÍTICA
A partir de la última Edad de Hielo, cuando la primera Revolución (o Revolución Neolítica) transformó la economía humana, el hombre pudo controlar el abastecimiento de los alimentos que necesitaba y logró domesticar ciertas especies de animales.1
A partir de este punto, Childe se enfoca en el abastecimiento de los alimentos, y resalta que fue más importante para la subsistencia en un principio, ya que había mucha variedad de plantas que podían formar parte de la dieta de una población (a diferencia de la cantidad animales que podía cazar para su consumo y, aún menos número, para criar). No obstante, él escoge dos granos: el trigo y la cebada, ya que ambos poseen ventajas excelentes y han sido fundamentales en la economía de las civilizaciones en las que han contribuido.2
Childe cita a Vavilov:
Él propone que el trigo se originó en Afganistán y en el noroeste de China, y que la cebada tiene su lugar primigenio en Abisinia y al sureste de Asia.3
Pero Childe se atreve, y sugiere que por las hoces descubiertas en las cavernas de los natufienses, el origen del cultivo puede ser Palestina, ya que estos instrumentos están más asociados a una economía de recolectores, aunque esta afirmación puede tener su riesgo, debido a los habitantes pudieron no haber tenido una economía atrasada, sino que ellos hayan decidido no modificar su economía al momento de adaptarse con elementos de civilizaciones más avanzadas (Pág. 101).
Sin embargo, al analizar los estudios que se han hecho del cultivo (entre ellos los del trigo y la cebada), podemos ver que la búsqueda del origen del cultivo ha sido muy incierta, ya que el problema principal es el cambio constante de clima, que provoca inexactitud en la distribución geográfica actual y pasada.
El inicio de una producción de alimentos, alteró la economía existente antes de la primera revolución: Antes la comunidad tenía limitadas los suministros de alimentos, ya que eran equivalentes a su trabajo (por ello que no hubiese forma de aumentarlos), pero al aumentar la población, se optimizaron los medios y actividades de producción, por lo que los límites de alimentos pasados se rebasaron, causando la exterminación progresiva de los animales de caza y disminución absoluta de provisiones, trayendo ventajas a los agricultores, y desventajas a los cazadores.4
Otra consecuencia, dice Childe, es que los niños se vuelven útiles económicamente, pero únicamente los hijos de agricultores (ver nota 5) por lo que esta población probablemente debió de crecer más rápido.
No sólo la población creció más por las ventajas de los agricultores. Durante la Edad Paleolítica, hubo muchos restos de utensilios, los cuáles demostraban un avance en la técnica y habilidad de quién los hizo, sin embargo, hubo pocos pobladores que pudieron corroborarlo. En cambio en la Edad Neolítica, por el grado de complejidad de las construcciones, se sugería un aumento en la población, el cuál fue justificado por una población de inmigrantes (Pág. 103).
A forma de descanso, Childe nos indica que si pensamos que la agricultura lleva a una vida sedentaria, estamos cometiendo un error, ya que (todavía en la actualidad) antes se practicaba una agricultura hortense, en la que la tierra se cultivaba hasta su agotamiento, lo que implicaba moverse para conseguir tierras nuevas, y consecuencias peligrosas.
El nomadismo de esta práctica, solucionaba sólo una parte, pero no resolvía el problema del agotamiento del suelo, ya que las tierras no eran infinitas.
En contraposición, Childe pone el ejemplo de las comunidades cerca del río Nilo, que tenían suelos de aluvión, ya que aquí era donde estaban las mejores tierras para la agricultura. Las avenidas regaban los cultivos y creaban suelos nuevos, mediante el riego natural.
Este tipo de suelo, existió posiblemente en las regiones, donde el trigo y la cebada son originarios, puesto que al tener las condiciones adecuadas para el cultivo de los cereales, se podía decir que estos granos eran idóneos en la dieta de la población y contribuían enormemente a la base fundamental de su herencia cultural, a diferencia de otras plantas que no hubieran sido fortuitas en estas condiciones.
Primero se usaron los granos de la cebada y el trigo como alimento, después deliberadamente eran cultivadas las semillas en el sedimento del Nilo.
Uno pensaría que este sería el sistema de cultivo más propicio para el suelo, y en sí para una agricultura más sustentable, mas, pensando en ambos extremos (la agricultura de azada y la de aluvión), no debemos juzgar el hecho de que con tanta facilidad se haya preferido seguir con la agricultura nómada, ya que como, sí había más respuestas en pro del suelo, pero su éxito dependía de las condiciones del clima, por lo que la práctica de cultivo por inundación, no era viable para algunas regiones, y por ello, se tenían que adaptar al medio que les rodeaba, a lo más práctico.
No obstante hasta ahora, Childe había hecho un análisis solamente de la producción de alimentos, mediante el cultivo de plantas, pero reconoce que se desvió un poco el camino, para retomar el rumbo. La Revolución Neolítica, trajo consigo una crisis climática, el agostamiento de los suelos (como ya vimos), pero también la domesticación de los animales, gracias a la reflexión del hombre (tanto cazador como agricultor), porque se dio cuenta que al tener que unir esfuerzos con los animales para protegerse y/o evitar las consecuencias de esta crisis, podía encontrarse con la agricultura mixta.
El autor guía el análisis por el posible origen de esta nueva fusión de la agricultura mixta (relación de la producción de alimentos: cultivo de plantas y cría de ganado), porque era una cualidad esencial de la etapa neolítica.6
Childe hace toda una explicación de la relación entre ambas actividades, pero a forma de tópico lo citaré textualmente para dejar clara y concisa su idea: “Esta agricultura puede combinar, en diversos grados, con distintas actitudes hacia la cría de ganado…por lo que ambas son equiparables” (Pág. 118).
Esto quiere decir que en esta etapa, donde la agricultura en lugar de jerarquizar una actividad más importante para la economía humana, se adapta a los cambios que puedan ir surgiendo, tanto en el cultivo, como en la crianza, al correlacionarse, (lo que permite esta agricultura, y porque las dos poseen las cualidades adecuadas para ello) posibilitan mayores oportunidades de subsistencia de esta práctica.
Para ello, Gordon Childe enumera ciertos aspectos que deben ser considerados para la producción de alimentos:
1. Debe proporcionar la acumulación de un sobrante.
2. La economía es autosuficiente pero no aislada.
Después de esto viene la parte de la auto-reflexión del autor (o así lo puedo percibir), y a mi gusto es la más reveladora.
Primero reconoce que la forma en la que se expuso esta economía humana, durante la época Neolítica fue errónea, ya la exposición fue muy concreta, y la simple economía productora que acababa de describir era una abstracción.
¿A qué se refiere?
“Todos los grupos de simples productores de alimentos (y criadores de ganado también) reconocidos por la arqueología se distinguen entre sí por diferencias notables. Los arqueólogos dividen en una asombrosa variedad de culturas. Cada una tiene sus propios tipos distintivos de herramientas, vasijas…lo mismo que su arte…Aún las aplicaciones de la misma economía fundamental difieren de un grupo a otro” (Pág. 123).
Por este mismo argumento podemos reafirmar, que no podemos llamar a una civilización neolítica.
Igualmente, Childe admite que no es correcto hablar de una economía enteramente auto-suficiente, cuando (aunque haya sido accidental) el comercio fue parte de la economía en un inicio; al no darle la importancia en ese entonces (porque no la tenía) en comparación de la que tiene ahora, no se consideró un factor relevante, pero al no hacerlo, ya no es posible decir que la economía enteramente auto-suficiente es un aspecto de la producción de alimentos, mas bien, sería una economía casi independiente, lo que suena más lógica, si (sólo si) pensamos que es parte de la naturaleza del hombre, interactuar con lo que le rodea para aprovecharlo en pro de su subsistencia, en mayor o menor medida (importancia), y que si no fuera un individuo sociable (así lo veo), el progreso humano que menciona al autor, no hubiera sido posible, ya que con él “…se pudo difundir la cultura, por lo que la civilización neolítica debe su expansión al enlace comercial rudimentario” (Pág. 126).
A partir de este punto, pareciera ser que Gordon Childe se vuelve más cauto y audaz, puesto que empieza a hablar de las características propias de la Revolución Neolítica, pero dejando en claro los errores de los antiguos arqueólogos que él en su momento cometió (que reconoce como ya expuse anteriormente).
Durante esta época, el hombre tuvo que ocuparse de la madera, ya que la lluvia era más vasta y, a su vez, los árboles también.
Para los antiguos arqueólogos, el resultado a esta adaptación, fue uno de los signos característicos del Neolítico, el hacha de piedra pulimentada.
Pero como decía, con una actitud más precavida, Childe afirma que el hacha pulimentada no pudo ser un signo distintivo, ni resultado de la nueva economía neolítica, ya que no era la única herramienta existente que había
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