La Tarea De Educar

Los seres humanos no se pueden dar la vida a sí mismos, ni pueden darse su propia identidad, es decir, que los seres humanos necesitan de un entorno social en el cual desenvolverse, con el cual interactuar y del cual aprender. En este sentido, los padres constituyen los elementos más determinantes en la vida de las personas, puesto que el hogar es el primer ambiente formativo del ser humano, y su papel es de vital importancia, pues son ellos los encargados de ayudar a que sus hijos estabilicen progresivamente las capacidades mentales que los ayudarán a enfrentarse y adaptarse al mundo en que viven.

Con respecto a lo anterior, se deduce que educar no es solo desarrollar una inteligencia capaz de resolver problemas, sino también desarrollar una inteligencia histórica y cultural, porque el hombre necesita tanto de un entorno educativo donde se desarrolle psicológica y educativamente, como de un entorno histórico donde conozca de donde viene, convirtiéndose así en un miembro de la colectividad humana.

Por tal razón, se puede decir que el hombre es formado por otro, es decir, que el hombre necesita de personas que lo ayuden y apoyen en todo momento. En este sentido, la educación implica que el docente debe ayudar, guiar y apoyar a los estudiantes, proporcionándoles las herramientas necesarias para que sean sujetos activos en su proceso de formación.

En el mismo orden de ideas, es obligación del profesor ayudar a formar a los alumnos, pero también debe dejarlos asumir su propia formación, es decir, tanto docentes como padres deben dar libertad al sujeto en formación, deben dejarlo decidir por si solo, aunque esto no quiere decir que le deben dejar hacer lo que quiera, sino que debe existir un equilibrio entre la guía y la libertad.

Frente a esta situación, Freire (2002) argumente que enseñar exige libertad y autoridad, que la práctica educativa requiere autoridad para tomar decisiones propias, pero que al mismo tiempo requiere del ejercicio de la libertad para opinar y actuar. Con respecto a esto, en muchas ocasiones los padres y maestros cometen el error de decidir sobre la vida de sus estudiantes e hijos, pretenden que ellos hagan lo que se les ordena, lo cual quiere decir, que tratan de crear al sujeto, cuando lo más importante, es que el sujeto se forme en términos integrales, es decir, el hombre no se fabrica, se ayuda a formar.

No se puede fabricar a un hombre, pues fabricar implica crear algo y en el caso de la educación, los docentes no pueden hacer a los estudiantes, sino que deben guiarlos hacia el alcance de un fructuoso proceso de formación. En este sentido, Freire (2002) expresa: “se logra formar a los educandos haciéndolos seres libres, mediante el docente, el cual debe incentivar a sus estudiantes para que tengan autonomía” (p.90). Es decir, que la autonomía de los educandos implica que tomen sus propias decisiones, pero teniendo responsabilidad sobre sus actos.

Por otra parte, la educación es un acto contínuo, un acto que nunca termina porque no tiene implícita ninguna finalidad externa a ella misma, tal como plantea Meirieu (1998). Es decir,

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