La emancipacion. En las novelas Ensayo sobre la ceguera y Todos los nombres

LA EMANCIPACION

En las novelas Ensayo sobre la ceguera y Todos los nombres, ] osé Saramago presentó personajes perdidos en el presente que, desprovistos de nombres, se internaban en un mundo del que se excluía cualquier asomo de reconfortante futuro. Eran mundos creados en donde prevalecían las sombras. No figuraban, en principio, como mundos de vida. En el universo narrativo se ofrecía la existencia como una acumulación de fichas iguales, clónicas e inscritas en una realidad metaforizada, rígida, absoluta y predeterminante. En ese reducto habita el humano de hoy; se ha hecho o le han hecho una conciencia a imagen de las circunstancias y sujeta a un sistema de fuerzas que lo van modelando. Ya no es operativa, en muchos casos, la frase orteguiana de yo soy yo y mis circunstancias. En ese pensamiento cabía la idea de una identidad que aún se reconocía en relación con el ámbito cultural de pertenencia; además, estimaba que de la relación consecuente del yo con las cosas se confirmaba la ampliación de la conciencia que, por efecto, corría a la par con el conocimiento de la realidad. El premio nobel portugués ha tomado referencias análogas pero, derivando por otras sendas, propone en esta ocasión una modelación humana de las circunstancias. Ya no cabe una relación armónica del sujeto con el mundo, pues hay que contar con el factor tensión. Una tensión que sobreviene porque, por una parte, hay que aceptar la repercusión de las circunstancias que, en efecto, pueden hacernos pero, también, hacerse fuerzas poderosísimas que presionan con el fin de conducir exclusivamente -diríamos, anó- nimamente- el mundo. Esas circunstancias desatadas llevan a la deshumanización, hacen de la conciencia una esclava. Pero, por otra parte, todavía hay sujetos que se mantienen en vida, mantienen latiendo una conciencia rebelde y que procura incesante tomar conciencia del mundo y de sus circunstancias con el anhelo de levantarlo a la medida y forma de su inquebrantable humanidad. Esta por ahora última novela, La caverna, ensaya ese proceso de búsqueda de la emancipación y del regreso a la humanidad del ser. La novela moderna permite simultáneamente allector recrear los mundos imaginarios e implicarse en la vida moral que la lectura proyecta. Hay novelas que invitan a exámenes de conciencia; que mueven allector para que mire, con múada y mente nuevas, la diversa y opaca realidad que ante sí transcurre. José Saramago, en La caverna, ha obrado intencionalmente en esta dirección. Se ha propuesto escribir -el término es suyo- n un ensayo con personajes. Si se da por aceptada esta denominación, ¿cuáles serían los rJlgos ensayísticos que subyacen en la novela Por lo que compete al autor, se parte de un punto de vista subjetivo y confesional en torno a una idea que ha de convertirse en visión y a la que se le desea imprimir un carácter, hasta cierto punto, didáctico. Puede, además, apuntarse otro rasgo la intención dialogal del autor; diálogo que se centra, en primera instancia, en las ideas -pensamientos y sentimientos- de los personajes principales y entrañables de la novela. Pero sucede que, en virtud de ese espléndido ejercicio de conversaciones -adecuadamente traducido por Pilar del Río, de igual modo que los restantes pasajes-, el espacio de la escritura alcanza al del lecto r quien, tocado por vislumbres, intuiciones e imá- genes, se siente inclinado a responder intelectual y afectivamente. Si esto se cumple, la novela se intuye como una estructura comUnicatIva que trasmina entendimiento. El mito de la caverna platónica apunta hacia esa esfera en donde luchan luces y sombras, apariencias y verdades. Sitúa al ser humano en un espacio cavernoso para expresar, tal como apunta Platón en el libro V11 de La República, el estado en que con respecto a la educación o a la falta de ella, se halla

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